Si no fuera por lo mal que está el campo
Se sienta a la puerta de la bodega, en el viejo banquito de madera pintado de verde, estira la blusa que desde hace unos días le viene pequeña y sonríe a su marido. Él se lleva la mano izquierda al pelo que ralea y le devuelve la sonrisa. Busca con la mirada los vasos en...