Y tú, ¿qué historia decides vivir?

Y tú, ¿qué historia decides vivir?

¡¡¡¡RIIIIIIIINNGGGG!!!!

Sonó la milenaria campana de la escuela poniendo fin a la clase de matemáticas. Hector estaba en segundo de bachillerato científico.

¡Venga! ¡venga! pensó mientras recogía a toda prisa el ordenador, la mochila y la chaqueta. Era viernes. Bueno, no era simplemente viernes, era El viernes . De aquí unas horas, por fin, podría echar mano de su nuevo juguete tecnológico. Su colega, Fran, le esperaba en la cola de la tienda Apple, ubicada en pleno centro de la ciudad. La multinacional Apple, que hasta entonces sólo se había inmiscuido en el mercado de los ordenadores, tablets y sobretodo los tan ansiados iphones, hoy ponía a la venta su primer ebook. Aunque no era un ebook cualquiera, era El ebook. Un lector de libros interactivo donde el lector se convertía en el protagonista de la novela. Y Hector, un hambriento devorador de libros, difícil de saciar, estaba impaciente ante la idea de tenerlo entre sus manos. Lejos había quedado ya ese primer iphone, de puntas redondas y peso pesado, con el que le pareció haber llegado a la cúspide de sus sueños. Estaba claro que nada se podía comparar con el primer beso, pero una vez que uno lo había experimentado, la necesidad de cada vez más era inevitable, como quien tentado por el diablo no puede dejar de vender su alma. Y Hector ya había vendido su alma muchas veces, a los artilugios que Apple cada año ponía a la venta. Nunca se había arrepentido. 

Cogió la bicicleta del servicio de alquiler bicing para desplazarse hasta la calle Paseo de Gracia. Era todo bajada. En un abrir y cerrar de ojos llegaría. Acababa de recibir un whatsup de Fran, con una imagen de la larga cola que le esperaba, pero estaba tan entusiasmado que no le importaba la idea de esperar unas  horas para ser atendido. El amor no entendía de esperas ni de colas, sólo de besos. Hector ese viernes estaba preparado para un beso de tornillo.

-Hola chicos, ¿en qué os puedo ayudar?-les contestó un dependiente con cara  de esto es una locura, quien me mandó a trabajar en Apple y aún quedan 3 horas para el cierre.

-Queremos comprar un iphonebook.-dijo con un gancho directo como acostumbraba a ser Fran, sobretodo desde que había abandonado los estudios y se había puesto a trabajar de reponedor de gasofa. En la gasolinera no había tiempo para conversaciones triviales ni preludios, sólo un cuanto le pongo y son tantos euros.

Julio, el dependiente se llamaba Julio, se giró, escondiéndose en la marabunta de gente que inundaba la tienda. Volvió a aparecer al cabo de pocos minutos, ante unos nerviosos Fran y Héctor, que habían conseguido calmar la mezcla de cansancio y excitación, jugando a la nueva versión de la Guerra de las Galaxias, en el iMac de 27 pulgadas de uno de los expositores.

-Habéis tenido suerte, es el último que nos queda- les comentó Julio mientras les enseñaba el aparato.

Una pareja se giró repentinamente. El hombre empezó a sollozar: ¡el último iphonebook!, ¡ya no quedan más!, ¡qué voy a hacer esta noche!,  ante la mirada de incredulidad y frustración de la mujer.

-Una locura, ya lo digo yo, locuapple- dijo entre dientes Julio a la par que anotaba el pedido.

Mientras Hector iba a pagar a la caja, Fran se quedó merodeando por la tienda. A él no le gustaban las nuevas tecnologías. Era más amigo de una buena caminata, con un buen bocata y una grata compañía, que de las pantallas. táctiles y los móviles de última generación. Y de hecho emanaba una paz y una tranquilidad, sólo apta para aquellos que aún creían en la humanidad, frente a la invasión tecnológica que había invadido la sociedad. Había accedido a acompañar a Hector a que se comprara su nueva máquina porque desde hacía meses lo veía triste y apagado. Quería ayudarlo.

-Vamos Fran- dijo Hector, con el aparato en mano y una sonrisa de anuncio profident, mientras se despedía del dependiente. Fran se giró y con un rápido movimiento de labios le dio las gracias al dependiente. 

Ese viernes Hector llegó a casa tarde. Se había pasado toda la tarde con Fran hablando de lo que iba a disfrutar con su nuevo iphonebook. Su madre le había guardado la cena dentro del microondas, lista para calentar. Pero no tenía hambre. Estaba demasiado ensisismado, con su nueva novia, y no podía atender a nada ni a nadie. Ni siquiera a las demandas biológicas de su cuerpo. Sigilosamente subió a su habitación intentado no despertar a su madre que tenía el sueño ligero. Pero se olvido de un detalle, se había olvidado de apagar su nueva adquisición. Cuando estaba subiendo las escaleras una voz mecánica y robótico dijo: Hola, gracias por comprar el iphonebook. Rogamos siga las instrucciones para la configuración del sisteeee…consiguió apagarlo pero ya era demasiado tarde. Su madre se había despertado y ahora tendría que entrar y darle las buenas noches. Lo que implicaba retrasar un poco más la inspección de su nuevo aparato. 

-¿Hector? ¿Eres tú Hector?- María medio dormida le llamaba desde su habitación. Tenía la puerta abierta y se escuchaba la telenovela de la cinco que tanto le gustaba. Desde que se había separado de Juan, el padre de Hector, acostumbraba a dormir con la puerta abierta, porque según decía ella tenía calor por las noches, aunque en verdad se sentía muy sola y le gustaba sentir la presencia de su hijo aunque fuera en la distancia. 

-Si mamá. Voy a cenar algo y me meto en la cama que mañana he quedado con Fran para desayunar-. Mintió. Lo único que quería era pasar todo el fin de semana explorando su nuevo compañero.

-¿Y esa voz? ¿Estás con una amiga?-inquirió la madre. Ella sabía que desde la separación, Héctor, de naturaleza tímido y parco de palabras, se había convertido en un chico solitario, siempre encerrado entre las puertas de su Imac, su Iphone y sus libros. Al principio pensó que sería algo pasajero, pero a medida que pasaron los meses la cosa empeoró, hasta el extremo de tener que comunicarse con él vía email. Se consolaba pensando que era una cosa de su generación, que estaba en plena adolescencia, que ya se le pasaría. Le hubiera gustado no tener que engañarse tanto.

-No mamá, es una nuevo juego del iphone-Hector no quería tener que dar explicaciones, sobretodo porque para pagarse su nuevo capricho, había tomado prestado temporalmente el dinero de la hucha que guardaba su madre para las vacaciones. Ya lo repondría cuando cobrara las apuestas online que tenía en juego.

-Podrías venir a mi cuarto y así charlamos un rato-añadió de nuevo la madre. sin demasiada esperanza. Ya sabía la respuesta. No tengo tiempo, mañana, deberes; eran las tres estrategias con que Hector esquivaba tener que hablar con su madre. 

-No mamá, ahora no puedo, no tengo tiempo, tengo que hacer muchos deberes, ya hablamos mañana-contestó Héctor.

Bueno en realidad no sólo evitaba hablar con su madre, sino con el resto de la población mundial. El ser humano lo había defraudado y su único refugio eran los videojuegos, el facebook, los chats anónimos y las historias que leía. Y ahora ya no sólo las leería sinó que formaría parte de una. Por fin podría convertirse en el protagonista de su propia historia. Podría crear su propio mundo y dejar definitivamente ese mundo que no entendía y del que no se sentía partícipe.  Y nada ni nadie lo iba a interrumpir más. Cerró la puerta de su cuarto, dejó la mochila, el ordenador y la chaqueta en la mesa de estudio y se estiró en la cama.

-Hola, gracias por comprar el iphonebook. Rogamos siga las instrucciones para la configuración del sistema operativo del iphonebook- volvió a decir la monótona voz.

Tras varios minutos de clics, pestañas, contraseñas y recontraseñas el aparato estaba a punto para iniciar su primera lectura.

Al abrir la carpeta de libros interactivos sólo había uno instalado. 

-¡Mierda!. ¡Con tanta prisa me he olvidado de comprar los libros!.-Se lamentó golpeando la almohada con la cabeza.

Tendría que esperar a mañana por la mañana cuando abrieran la tienda. 

Pero estaba tan ansioso que se conformó con el que tenía tintineando en la pantalla. Clickó encima del título:

Y tu, ¿qué historia decides vivir? 

Una voz extrañamente familiar sonó del iphonebook.

Buenas Hector, estás en casa de tu madre, un viernes noche. Ella se acaba de separar, tu padre se ha ido a vivir a EEUU con su nueva mujer y sus hijos, te sientes solo, incomprendido y abandonado. Desde la separación te has ido encerrando en tus libros y tus aparatos tecnológicos. Y esta noche, como tantas otras, te has encerrado en tu cuarto para no saber nada más del mundo y aventurarte en otra historia. Pero tú quieres vivirla en primera persona. No escucharla, ni leerla, ni jugarla, sino experimentarla. Lo que no te das cuenta es que la historia que aún no has abierto, no está escondida entre voces sin alma y letras anónimas, sino que te está esperando, detrás de la puerta de la habitación de tu madre, y empieza con un abrazo, con un hola mamá, con un siento no haber estado estos meses contigo, estaba dolido, y me sentía solo, y yo no quiero estar solo y acaba con un pícnic en la montaña junto a amigos reencontrados y una familia reconciliada.

Hector sólo un ser humano puede salvar a otro ser humano. No hay máquinas para eso. Sólo madres que se sienten solas y amigos que quieren ayudar.

Tu amigo Fran.

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