El Evangelio Apócrifo Tecnologico según Yo.

El Evangelio Apócrifo Tecnologico según Yo.

Eli Santos Dorado

22/03/2014

Tal vez, la historia que os voy a contar se podría resumir en menos de 150 caracteres de la siguiente forma:

Y el Dios Tecnología avanzó hasta tal punto que todos volvieron a escribir en las paredes con un trozo de carbón “.

Pero como tengo la oportunidad de expresarme en 8000 caracteres, voy a aprovecharlos de la mejor y amena forma posible.

Dicen los antropólogos queTodos los Dioses que se precien de serlo cuentan con sus discípulos, apóstoles y sus ceremonias.”

Entre los recuerdos de mi más temprana infancia habita la imagen de un apóstol vestido con hábito de abuelo que predicó con gran paciencia que “Tus palabras escritas y habladas podían algún día salvarte la vida”.

Este apóstol era ferviente seguidor del Dios Olivetti., y todas las mañanas organizaba el altar desde el cual iba a realizar su apostolado. Entre los objetos colocaba sobre el altar con forma de mesa de salita, se encontraba una máquina de escribir de color crema, un taco de cuartillas, un papel carbón, sobres de diversos tamaños y un diccionario. El trajín de aquel apóstol de un lado para otro me anunciaba que el rito estaba a punto de comenzar. Así que abandonaba cualquier actividad en la que mi curiosidad infantil estuviera inmersa, corría hacia la salita, arrastraba una silla hacia la mesa y me subía para no perderme nada de la ceremonia de ese día.

Comenzaba la ceremonia colocando una hoja de papel carbón entre dos cuartillas de forma tan delicada que parecía que sus dedos jugaban con las alas de una mariposa blanca. Luego las centrabas en la parte posterior del carro de la máquina de escribir. Apartaba el pisapapel y giraba la rueda del carro con cuidado para no plegar sus esquinas al salir por el otro lado. Superado el límite de la altura del pisapapel, fijaba éste de nuevo, y colocaba los márgenes con unas presillas  a ambos lados del carro. Ya estaba todo preparado para comenzar su sermón.

La vista se me perdía cuando veía la velocidad con las que sus dedos índices y medios golpeaban las teclas. Con movimientos rápidos movía el carro de un lado para otro cada vez que se oía el sonido de campanilla. Todo eso lo hacía de forma rítmica, con pequeñas pausas para releer lo escrito hasta daba por terminada su labor.

Como discípula que era de aquel apóstol, deseaba seguir sus enseñanzas para ser tan diestra como él. Así que aprendí un mantra para que aquel apóstol me enseñara el camino que el Dios Olivetti:

Abuelo, ¿me dejas un ratito a mi cuando termines?.

Y de esta forma, y con la templanza y la paciencia de un santo, aprendí de él la parábola de las vocales, del abecedario, sílabas, palabras, oraciones simples y complejas. Y lo que me pareció el conocimiento más importante de todos: los Mandamientos de las Reglas de Ortografía.

Con sus dictados conocí Mandamientos tales como: “Antes de p y b se escribe m”; “Después de n sólo una r”. Y versículos tan salvadores de dudas ortográficas como:“Ahí hay un niño que dice ¡Ay! oLa niña dijo ¡hola! a la ola.

Todos aquellos momentos compartidos con aquel apóstol evolucionaron de tal manera que ya su presencia no era necesaria para realizar mis propias ceremonias con el Dios Olivetti. El me había enseñado y ahora me tocaba aprender. Así que el apóstol dejaba que la discípula cometiera sus propios errores y los asumiera.

Pasaron los años. Un día llegó a mi vida Ortográfica un nuevo Dios. Este Dios era mucho más grande que el Dios Olivetti. Necesitaba una mesa amplia, con una regleta de enchufes cerca. Este Dios se llamaba PC-486. Aunque pensaba que su nombre real era “Syntax Error”, ya que siempre que escribía algo, aparecía ese mensaje en letras color verde lima en la pantalla.

Ahora podía escribir sin temor a los errores de cálculo de los márgenes, o sin las manchas del corrector sobre el folio, o sin la marca que acompañaba a todas las “m” que escribía con el Dios Olivetti. Y necesité de otro apóstol esta vez en forma de profesor de informática y me convertí en su fervorosa discípula hasta conocer los entresijos básicos de un nuevo lenguaje llamado MSDOS. Y este apóstol me volvió a enseñar. Y volví a aprender de mis errores. Y entendí que este Dios era más cruel que el Dios Olivetti, porque si se producía un corte de luz antes de guardar tu trabajo, o bien el disco donde lo habías guardado no se leía, todo tu trabajo estaba perdido, con lo que pronto aprendí a temer al Dios PC-486 y a sus castigos divinos cuando más lo necesitabas.

Detrás de este Dios vinieron muchos más con la promesa de increibles prodigios para la la escritura. Algunos de estos Dioses fueron Ventanas 3.1, Ventanas 98, Ventanas XP…Y paralelamente surgieron otros Dioses en busca de díscípulos como fue el Dios Manzana. Y como suele ocurrir cuando hay muchos Dioses con apóstoles ávidos de poder, comenzaron las guerras, no ganando siempre los mejores o los más justos, como pasó en su día con la batalla Video VHS versus Video Beta, sino los que más adeptos ganaron para la colonización de nuevos escritorios y el convencimiento de una vida futura de felicidad y armona a cambio de buscar la últimas actualizaciones de sistemas operativos o de curas para una especie enfermedad que terminaban desarrollando si compartías archivos con otras personas.

Lo cierto es que el Dios Olivetti no pudo competir con los prodigios y milagros que realizaban los Dioses Ventanas y Manzana. Entre esos prodigios se encontraba la casi instantaneidad de que una palabra mía escrita bajo las enseñanzas de ellos pudiera ser vista en cualquier parte del mundo. O contar con un Corrector Ortográfico integrado, que ha conseguido que yo , una humilde sierva, no me preocupe de conocer los mandamientos de la Ortografía, porque los Dioses Ventana o Manzana ya lo saben todo y corrigen todo por mí. Estos prodigios, entre otras razones, terminó condenando al Dios Olivetti al retiro de los Dioses Tecnológicos caducos: El trastero.

Pero ni los Dioses Ventanas ni los Dioses Manzanas estaban libres de la llegada de uno Dioses aún más poderosos y de un tamaño menor. Tan menor que no resulta pesado llevarlos con nosotros a todas partes, y prestarle más atención a ellos que a la persona que está justo a nuestro lado.  Hablo de  los Dioses Teléfono Inteligente.

Estos últimos Dioses crearon los nuevos Mandamientos de las Ortografía, creando uno que condenaría a las vocales al olvido literario: “Escribirás tus mensajes con consonantes, números o emoticonos”. De esa forma palabras como “Saludos” se transformaron en “Sl2”. Otros de sus Mandamientos fueron: “Resumirás toda una historia en 150 caracteres, incluidos los espacios en blanco”. Poco tiempo más tarde, este mandamiento fue la base de una nueva fórmula de creación literaria denominada “Microrrelatos”.

Pero es normal que aparezcan estos Dioses devoradores de letras y economizadores de tiempos y discursos. ¿Acaso tenemos tiempo para enfrentarnos al reto de escribir en 8000 caracteres sobre el Dios Tecnología?. Sólo retenemos titulares, lo impactante, no tenemos tiempo para nada más. No nos interesa.

Ahora el Dios Teléfono Inteligente tiene apóstoles con hábitos de niños de 4 años que inician su rito rebuscando en el bolso de sus madres un teléfono móvil. Cogiéndolo con sus pequeñas manos y sentándose en el sofá junto a un discípulo al que llaman abuelo.

El apóstol desbloquea el móvil con el conjuro de su dedo indice deslizándolo por la pantalla. Localiza un icono de color verde y pulsándolo, abre un listado interminable de minúsculas fotos y seleccionando al destinatario de su epístola. Luego,bajo la atenta mirada del discípulo abuelo, el apóstol nieto selecciona el dibujo de un helado y luego pulsa una flecha a la derecha, transmitiendo a su padre su deseo de comer helado.

Y ese abuelo, como discípulo de aquel apóstol con habito de niño, desea seguir sus enseñanzas para ser tan diestro como él. Y  aprendió un mantra para que aquel apóstol le enseñara el camino que el Dios Teléfono Inteligente podía mostrarle:

Javi, ¿me dejas un ratito a mi cuando termines?.

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