Hace dieciséis millones de años un aterrador híbrido fue a parar a la intersección del océano Atlántico y océano Pacifico. El megalodon era una especie que fluía según sus primitivos instintos salvajes, naufragando en frías aguas, cazaba de forma autónoma, sabía el gran miedo que causaba, creía gobernar todo el océano, uno de los más temido, entre más grande un megalodon se atribuía aún más el honor de ser un rey oceánico.

En esta intersección se encontraba una tribu marina de hermosas especies mágicas escondidas en las profundidades del frío océano, ellas tenían conocimiento de estos grandes asesinos, pero nunca pensaron que existiría un híbrido como aquél; tan bien adaptado a las frías aguas. Ellas combinaban al perfecto contraste de los hielos como si fuesen sus espejos, podían reflejar y observar profundamente su belleza a través de ellos.

Las magnificas Icescreams sentían que en cualquier momento el depredador sería más que un enemigo mortal, ya que se convertiría en la peor pesadilla que pudo haber terminado acabando con esta especie.

Astutas y sabias, gobernadas por una de las más ancianas, quién tenía conocimientos previos informados por unas de sus cuantas mensajeras secretas, sabía cuando el megalodon salía a devorar a sus presas, estaba atenta y muy enfurecida, ya que el enorme escualo había con sus mortíferos dientes devorado a una de las más jóvenes.

La anciana de la tribu jamás comprendería porque un ser acabaría siendo tan maligno; un depredador realmente nocivo, ella no sólo era sabia y hermosa, era la emperatriz acuática de su océano habitado por unas cuantas Icescreams más, al ser reproductoras asexuales no existían machos en su tribu. Pensaban que el megalodon nunca descubriría el reino que ella había creado, hasta que un día el temido monstruo marino decidió invadirlo, destruyendo todo lo creado por las mágicas hembras Icescreams.

Aún así lograron escapar…

Las Icescreams eran mágicas, ya que solían danzar en el agua y armonizar a otro tipos de especies amigas, su capacidad de raciocinio las hacia distintas, ocupaban tácticas tenaces para huir y sobrevivir trascendiendo a oscuros mares, para prevalecer y proteger su especie.

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