La creatividad de Mariano

La creatividad de Mariano

Mariano comenzó temeroso su primer día de clase. Era muy pequeño y la escuela mas grande que su imaginación. Pasado un tiempo descubrió que podía aprender un montón de cosas, experimentar nuevos juegos con amigos. Se sentía afortunado y feliz.

Una mañana estando en clase, su maestra dijo: Hoy es miércoles, vamos a hacer un dibujo. Qué bueno !! – pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar. Era capaz de inventar muchas cosas: leones, tigres, gallinas, vacas, trenes,barcos. En su casa su madre siempre le dejaba crear a su propia imaginación. Sacó la flamante caja de lápices de colores.

La maestra expresó: – Aguardo hasta que se encuentren todos preparados con una hoja en blanco.

– Ahora sí, vamos a dibujar flores.

-¡Qué bueno! – pensó el niño – me gustan mucho, se las regalaré a mamá – Y comenzó a crear preciosas flores multicolores.

No obstante la maestra dijo: – yo les enseñaré cómo. Y dibujó una flor roja con un tallo verde. Mariano miró la flor de la maestra y después miró la suya. A él le gustaba más la suya, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde idéntica a su señorita .

A la semana siguiente volvieron a tener clase de dibujo.

– Hoy niños, modelaremos con arcilla un bello plato.

– ¡Qué bueno! pensó Mariano, me encanta mucho trabajar con arcilla. Él podía hacer muchas figuras: serpientes, elefantes, ratones, muñecos, camiones, autos y comenzó a estirar su bola de barro.

¡ Muy buena idea! imaginó el niño. Me encanta amasar y hacer platos. De inmediato comenzó a construirlos de distintas formas y tamaños.

La maestra muy segura les dijo: -Esperen, yo les enseñaré a modelar. Ella les indicó a todos cómo hacer un profundo plato. -Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden empezar. El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. Pero cómo siempre le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno idéntico al esculpido por la señorita.

Muy pronto el alumno aprendió a esperar y mirar. Construir objetos iguales a los de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.

Un día, su familia por el trabajo del padre se mudaron a otro barrio y debió cambiarse a otra escuela. En su primera jornada de clase, la maestra propuso:

– Hoy tenemos clases de dibujo.

Qué bueno- pensó Mariano. Y aguardó que la maestra anunciara qué hacer.

Pero la educadora no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño Mariano le preguntó:

— ¿No quieres empezar tu dibujo?

— Sí, dijo el niño ¿qué vamos a hacer?

-No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra.

-¿Y cómo lo hago? – preguntó.

– Como vos quieras, contestó.

– ¿Y de cualquier color?

De cualquier color, dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo?

Yo no sé, dijo el pequeño. Y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.

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