A veces, en noches como esta, siento el suave susurro de mis mientes, vienen descalzas, alzándose gloriosas sobre este terreno pantanoso que es mi cabeza. De vez en vez, gritan eufóricas, desnudas, con danzas carnavalescas. Exigen cobrar vida, el basto mundo de mis ideas se les antoja pequeño e inútil; inservible ante su grandeza. Las contemplo enmudecida… rostros viejos, inventados, primos hermanos de otros mundos, de mis mundos subterráneos. Presos de este cuerpo mortal, entre humano y algo distinto.

Oh, cuán afortunadas y tristes son estas horas, pues aunque les ruego silencio, deseo secretamente y desde dentro, sus ataviados claros y sombras. A veces se niegan a Morfeo, me obligan a escupir sobre el blanco lienzo, a cincelar el caos de la «imaginería», y a su antojo y semejanza las canto yo encendida. Pienso entonces en Cronos, que jamás perdona… y triste surge la pregunta: cuánto tiempo habrá de pasar, para que estas mientes mías, se tornen cansadas y vencidas, desdibujadas en el sueño de un recuerdo…

Pues de sobra sé que se creen atemporales, como si el barquero jamás fuera a llevarlas al Hades, como si el agua del Lete no fuera a saciar su sed para siempre. Mas siento más lástima por ellas, que por este cuerpo mío, que se ha convertido en su cortijo, guardián y testigo de sus bacanales y caprichos.

Qué será de mí… cuando ellas descubran nuestra mutua mortalidad, cuando quieran ruidosas buscar con empeño la piedra filosofal y pretendan, inocentes, el elixir de la eternidad…

A veces, me pregunto mientras duermen, ocupadas con el sueño, creyéndose hermanas de diosas y gracias, qué será de ellas… cuando este hermoso y débil templo de carne y hueso, ya no pueda sustentarlas.

Oh queridas mías si pudiera confesaros… si al menos pudiera daros la esperanza de un siempre mañana… pero sois tan mías como yo vuestra; y no hay mayor certeza del que el cuerpo es a la tierra, lo que el verso al poema.

Mas soy afortunada, pues desde dentro vengo siendo amada, y no es poca cosa. Pues juntas resistimos a un tiempo falto de mitos y leyendas, carente de verdades y transparencias, tiempo abastecido de nadas, y de cosas urgentes que no llegan a importantes… compartimos una existencia donde solo los perros son lo que eran, donde ya solo las bestias son de este mundo.

Es una honra para mí, encontraros tan cerca, sentiros en las estancias de mis recovecos… siendo, existiendo, dándome el sentido, y resultando no solo un consuelo, si no una esperanza en el basto universo de mi cabeza, que teme perderse, para siempre, en esta absurda época…donde solo los cuentos parecen ser reales.

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