Oda al subsuelo.
Hoy en el metro me volví loca. Necesitaba un bolígrafo, y ninguno de ellos quiso dármelo. Putos sectarios. Me miraron como si estuviera loca. «Está loca», decían sus caras largas. Mis manos frenéticas buscaron algo con lo que condicionar un papel a sus sucias estirpes, al asco brutal con que los fantasmas que habitan bajo...