Un banco solita rió,
en una tarde de otoño,
en su parque,
abandonado.
Ya los niños,
ni reían ni juguetea-van.
Pero un mirlo cantaba,
en el letargo de la tarde.
haciendo su reclamo.
Un banco solita rió,
en una tarde de otoño,
en su parque,
abandonado.
Ya los niños,
ni reían ni juguetea-van.
Pero un mirlo cantaba,
en el letargo de la tarde.
haciendo su reclamo.
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