Sabor.

No he encontrado placer más bello que el sabor del amor, por lo que creo que cada beso debe ser dignificado, el poder probar ese sentimiento tan profundo y complejo es una de las mayores fortunas que poseemos.

El amor emerge de un enigmático placer por disfrutar la tranquilidad en vida y muerte, manifestándose en cada beso sincero, apasionado y endulzante para el entendimiento pleno de todo aquello que nos rodea.

Hablar del amor en su más claro reflejo significa un empoderamiento ante los enemigos que buscan dejarnos avergonzados y derrotados en el suelo. Envuelve nuestra alma en un duelo profundo contra los miedos internos, las equivocaciones dañinas a terceros y la impotencia de no lograr salvar lo que debe ser salvado. Por lo que, para poder saborear los sentimientos de un corazón sincero se requiere aprender a vivir ante las adversidades internas, y proceder a la supervivencia sobre las amenazas externas a nuestra integridad; entender que un beso apasionado puede ser el arma secreta para salir de cualquier abismo existencial que perturbe la tranquilidad de nuestra vida.

Amarnos nos ayuda a aprender de las derrotas, y así, tener nuestras almas fortalecidas e imparables ante las batallas venideras, con la mente totalmente libre de dudas, el cuerpo recuperado de cualquier atadura y con el objetivo claro de no volver a caer con tanta facilidad ante los obstáculos, barreras o problemas agobiantes, disfrutar de los triunfos en silencio y descansar todo lo necesario para regresar valerosos, cada que se requiera, a luchar por todo aquello que nos proponemos.

En consecuencia, me siento confiado de creer que el sabor del amor se encuentra manifestado de diversas maneras, por ejemplo, recibiendo agradecimientos de personas que ayudas con gratitud, el poder ver la sonrisa de un niño gozando un mundo fuerte en donde puede formarse con libertad, al recibir un abrazo familiar con devoción a pesar de las dificultades, y claro, cuando se tiene la dicha de besar apasionadamente a nuestra persona amada, besarla durante los primeros rayos del sol, cuando la luz se extingue entre sus brazos antes de dormir, al sanar los errores que se cometen sin sentido o motivados por los impulsos de nuestras emociones y mientras bailamos despacio para mantenernos atrapados en el espacio.

Cada beso resulta ser el momento preciso para que la verdad pueda resaltar los ingredientes del amor en nuestros delineados labios, saborear todo aquello que sea dulce, salado, amargo o delicioso para aprender a besar con sabiduría, y así, recordar eternamente que cada beso es una representación máxima sobre el sabor del amor, pero también, de todo aquello que se desea conseguir, el antídoto predilecto para la enfermedad, se refiere a un equivalente de la realidad, me refiero a esa dimensión que va más allá de las fantasías de los cuentos encantados, la que nos permite comprender que somos imperfección, y a pesar de estar regidos por la muerte, siempre tendremos la posibilidad de endulzar nuestra vida y convertirnos en un ingrediente más del tiempo.

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