Preguntó por la carta de vinos. Le explicamos que no teníamos pero podíamos ofrecerle cualquier caldo o espumoso que solicitase. Se sentó en uno de los rincones más apartados del bar. 

― Usted dirá

― Un tinto Rioja, por favor, de esos que dejan la boca algo áspera y se agarran con fuerza a la garganta al mismo tiempo que suben los aromas frutales por el interior del paladar a la nariz.

Sencillo, pensé.

Observé que llevaba tres libros en la mano, abrió uno, leyó un par de hojas, dio un sorbo, hizo girar el vino en la copa, otro sorbo, otro párrafo, al final sacó una libreta e hizo alguna anotación.

Al día siguiente me pidió un tinto garnacha del Priorato de esos que huelen a arándanos y moras y que se deslizan como la seda por la garganta. Después, la misma escena, los sorbos, girar el vino, olerlo, un libro, otro sorbo, otra lectura…

El tercer día me pidió un rosado del Somontano variedad syrah, porque necesitaba algo suave, ligero, con sabor a fresas silvestres y ese picor en la punta de la lengua tan característico.

Cuando se lo serví, el mismo ritual. Mi curiosidad tuvo más fuerza que la norma: ¨No se habla si el cliente no lo solicita¨.

Mi pregunta fue muy directa. 

― Siéntese joven, si tiene unos minutos yo le explico. Espero que sea usted un buen lector para que me entienda ― Asentí sin confesar mi total ignorancia sobre el tema.

Prosiguió:

― Por su trabajo sabrá cómo se maridan los distintos vinos con las carnes, pescados o postres para que la combinación de sabores sea excelente. Pues bien, he averiguado que si leo a Cortázar necesito tomar un tinto crianza Ribera del Duero de esos que tienen un final largo en la boca. Si leo a Poe, aunque creía que le iría bien un tinto fuerte y viscoso en la boca, pues no, me adentro mejor en sus relatos de terror con un blanco seco, por ejemplo, un Albariño. Con un manzanilla de Jerez leo divinamente a Rubén Darío o Pérez Galdós. El cava brut nature se lo adjudico a Eduardo Mendoza. Un tinto del Bierzo es fabuloso para leer a Marguerite Duras porque es ligero en la boca y de color cereza, ese color y su aroma conectan con su pasión, su obstinación, su ímpetu… Vilamatas necesita un vino joven, para Borges un buen reserva que fusiona perfectamente con su estilo…, pero todo es cuestión de paladares y formas de leer.

Yo no era aficionado a la lectura, pero aquella confidencia originó en mí una gran curiosidad.

Al día siguiente fui a la biblioteca, cogí uno de Agatha Christie, me sonaba que sería entretenido y habría suspense. Me serví el famoso vino azul de Castilla La Mancha, misterioso, expresivo y atrayente, mientras, me iba introduciendo en la aventura.

¿Y bien, señorita Marple?

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