Casa funeraria de madrugada. Un ruido alerta al hombre que prepara al difunto para que los familiares puedan despedirse, revisa los bolsillos y descubre en uno interno del saco negro, un celular, en la pantalla del aparato tecnológico aparece la leyenda “llamada entrante desconocida”. Duda entre atender o no hacerlo y ese lapso de tiempo hace que el desconocido deje de llamar. Busca una bolsa pequeña para colocar el celular dentro y entregárselo a la familia cuando estén despidiendo a su familiar, 

El celular vuelve a vibrar y ahora si decide atender y explicar lo que está sucediendo.

—¡Hola!—Dice el hombre.

Un flashazo ciega sus ojos y una advertencia con voz masculina se oye:

—¡Ya tengo tu rostro y tu ubicación, de mi no se ríe nadie!— Luego de esa amenaza el desconocido corta.

Desesperado el hombre deja de maquillar al difunto, se siente más pálido que el muerto, no sabe que hacer. Si quedarse y explicar todo. Él no tiene nada que ver, solo debe aclarar las cosas y estas personas o el hombre desconocido sabrá entender. Sus nervios le juegan una mala pasada y la indecisión lo mantiene en la funeraria.

El celular vuelve a sonar pero ahora dice algo que lo desubica por completo.

“Le queda un deseo, escriba debajo que es lo que desea”.

El hombre cree que todo es una broma, la advertencia anterior seguro que también, es alguien que dejo el aparato en el saco del muerto y así poder hacerle una broma. Ya totalmente calmado decide continuar y prueba, Sabe que es una locura pero mientras termina de preparar al muerto prefiere divertirse un rato y escribe: “Que el difunto vuelva a la vida”, el celular de esta forma deja de vibrar y ahora se pone la pantalla toda negra. 

El hombre apoya en una mesa el aparato y cuando se da vuelta el muerto está sentado en el cajón. El sobresalto y el susto pone a su corazón a latir a punto de infarto, se toma el pecho. 

El ex difunto sentado en el cajón mira a todos lados y divisa el celular, pide ayuda para salir, el hombre con su corazón que no deja de latir fuertemente ayuda al ex muerto a salir del cajón quien luego toma el aparato. El hombre que maquillaba al muerto está más tranquilo, intenta hablar pero no sabe que decir, el que si habla es el ex difunto y con una voz gruesa exclama:

—¿Vos usaste mi último deseo?

—¡Si!— Contesta con voz entrecortada y prosigue— no creí que fuera a funcionar, te traje…

Pero el ex muerto no lo deja terminar de hablar y comienza a ahorcarlo mientras le dice:

—¡Maldito, era mi deseo! ¿Cómo te atreviste?

Pero el sometido no puede hablar y lucha, su mente tiene las palabras justas para aclarar todo, solo decirle que el deseo fue revivirlo pero su cuello es apretado con mucha fuerza y su cabeza privada de oxígeno por lo que pierde el conocimiento.

La funeraria sigue tranquila, el agresor con mucho esfuerzo coloca al hombre ahora muerto en el féretro y toma nuevamente el celular, mira todo a su alrededor, no entiende qué está haciendo en ese lugar, su bronca se calma, piensa en sus dos deseos anteriores, fortuna, mujeres y ahí recuerda que su corazón no aguanto el festejo que estaba llevando a cabo. Se da cuenta que el hombre que él acaba de matar lo devolvió a la vida. Se siente mal por lo que acaba de hacer y ahora recuerda también que hace mucho tiempo que robó el celular. 

Mientras hurga el aparato escucha detrás de él, el accionar del martillo de un arma preparándose para disparar, se da vuelta, hay dos hombres y uno de ellos le dice:..—¡El celular es mío!—Luego de esas palabras dos disparos certeros a la cabeza lo devuelven al plano que estaba hace unas horas atrás.

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