“Por favor, sea breve”, dijo con sequedad la chica ajada y de color gris que se asomaba tras la minúscula ventanilla. “Pues no sé cómo”, pensé yo, sin poder ocultar mi cara de asombro. “Por favor, sea breve”, repitió ella como una autómata muy bien programada. Balbuceé algo ininteligible, sin saber muy bien por dónde empezar. La miré estupefacto, y cuando intuí su intención de repetir su mensaje, reaccioné rápidamente y coloqué atropelladamente mis documentos de manera desordenada sobre el estrecho mostrador, intentando que cupieran todos a través de la ventanilla.

La chica miró la pila de papeles durante unos segundos. Después de los cuales, levantó lentamente la cabeza hasta mirarme directamente a los ojos, clavándome su mirada airada. “Esta es mi vida laboral”, dije nervioso. “Veinte años de trabajo. Se la puedo resumir, si quiere. Pero es imposible hacerlo brevemente. Se escuchó un leve “mmm…” con cierto aire interrogativo que provenía del otro lado del mostrador. “Estoy en la lista de espera de cinco puestos de trabajo”, añadí. “No son mi especialidad, pero me preguntaba si usted podría darme alguna información sobre el estado de mi expediente de solicitud.” La chica carraspeó débilmente y comenzó a colocar mis papeles formando una pila ordenada. Yo guardé silencio.

Cuando terminó de ordenarlos, se levantó y se dirigió, dando minúsculos pasitos, hacia una estantería de madera carcomida que había en la pared que yo tenía frente a mí. Se agachó, buscó entre otro montón de papeles, hasta encontrar lo que parecía que andaba buscando. Leyó algo y volvió a colocar el documento sobre los demás. Después se acercó de nuevo a la ventanilla, se sentó en su silla de oficina y tomó un pequeño papel verde de una caja de cartón que tenía sobre su mesa. Lo colocó sobre mis documentos y antes de que yo pudiera leer el “97” que tenía impreso, gritó: “¡¡Siguiente!!”, arrastrando la “e” final hasta límites insospechados. Suspiré, y me dirigí pesadamente hacia la cola de la otra ventanilla disponible que acababan de abrir.

Cuando tras horas de espera oí aquel “siguiente” dirigido a mí, me armé de valor para repetir toda mi operación e intentar no perder la calma en el proceso. “Sea breve, por favor”, dijo la señora entrada en años que me pareció estaba cubierta de polvo. Coloqué mis papeles, esta vez de forma ordenada, y le expuse el motivo de mi visita. Ella me miró inquisitivamente a través de sus gafas nubladas. Después, se levantó lentamente y se acercó con pasos pausados a la misma estantería que la otra chica ya había visitado. Volvió con un formulario rosa, y pareció esbozar una sonrisa sin llegar siquiera a mover sus labios. Lo colocó sobre mis papeles, y volvió a clavarme la mirada. Mientras ella movía sus labios lentamente para volver a gritar aquello de “siguiente”, pude leer en letras grandes y de apariencia burlona:

“Solicitud de trabajo. Vida laboral. Por favor, sea breve”.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS