Ingrid Jiménez leía el periódico sin poder dar crédito. Después de tanto tiempo al frente de Cuarto Trienio, creía que ya nada podría sorprenderla. ¿O no había sido espectacular la noche de la beluga adivina? ¿O el programa en que un cuervo había repetido varias veces frente a las cámaras la palabra Nevermore? ¿O el día de la hipnosis colectiva? ¡Ese fue la pera! Pero, aunque hubiera visto de todo, para aquello no estaba preparada.

Algunas semanas antes, andaba preocupada con los niveles de audiencia. Por eso, al recibir un correo firmado por el celebérrimo Stefano Lavoro, vio el cielo abierto. El empresario, fallecido dos años antes tras varias picaduras de abejas que se habían colado en su despacho por el conducto de ventilación, le escribía desde el más allá, para proponerle hacer un programa especial en su memoria. Quería reunir, en riguroso directo, a través de un juego de Ouija, «al fantasma que suscribe con el equipo asesor que trabajaba para mí al frente de COLES S.A. Juntos, recordaremos los inicios de la empresa y los principales hitos de mi carrera». Al leer en esa propuesta el nombre de la marca, automáticamente le vino a la cabeza la imagen del logo metalizado con forma de col de Bruselas. Y supo que aceptaría.

La noche de la emisión, los cuatro directores, en perfecta paridad de hombres y mujeres, aparecieron sentados en el plató. Elegantes, todopoderosos, y carismáticos, sonreían a la cámara como si fueran celebrities. Debían pensar que estaban ahí solamente para repasar las no pocas controversias que rodearon la vida de su exjefe. ¿Se alimentaba de sangre de animales? ¿Practicaba la sexualidad libre? ¿Perteneció a una secta masónica? ¿Copió varias ideas a su competidor Samsol, la empresa coreana? Esos chismes encantaban al gran público y ellos sabían cómo alimentar la leyenda. Aceptaron la invitación de Ingrid con un escueto «más polémica, más ventas».

El programa abrió con una proyección en la que una voz en off fue explicando cómo Lavoro había pasado su infancia en una autocaravana en la Toscana, su fugaz paso por la Universidad y su ascenso posterior a lo más alto cuando, con tan solo 20 años, revolucionó el sector de la Salud con un programa informático. Éste simulaba que un comensal comía deliciosas toneladas de grasas trans cuando en realidad degustaba cuatro hojas de lechuga sin gracia, y un zumo Detox nauseabundo que quedaba camuflado como si fuera el más excelso de los maridajes. Enseguida le apodaron el Mesías de los Obesos y rápidamente fue objeto de culto, sobre todo en los Estados Unidos.

En la segunda parte del video, los directores salían hablando maravillas sobre Stefano.

«Creativo, visionario, innovador, ese era Stef» decía emocionada la de ventas. «Un hombre íntegro, que jamás dudó en perseguir su sueño», añadía el de Sistemas. «Un genio, un maestro, un fuera de serie», coreaban los otros.

El repaso concluyó diciendo que Lavoro había sido un genio capaz de dejar su impronta en la historia de la humanidad. Y al término de la frase, un aplauso dio paso a la pausa publicitaria, con un anuncio de AfterBite que decía «No dejes que una picadura trunque tus sueños». El marketing nunca dejaba nada al azar.

Al comenzar de nuevo la emisión, los directores elogiaron a Lavoro de forma empalagosa y artificial durante algo más de tres cuartos de hora. Hasta que Ingrid mostró la Ouija y anunció la entrada del mismísimo Lavoro en antena. Acto seguido, el vaso comenzó a moverse por el tablero vertiginosamente mientras Ingrid leía en voz alta:

«V-o-s-o-t-r-o-s m-e a-s-e-s-i-n-a-s-t-e-i-s, c-a-b-r-o-n-e-s»

Un murmullo recorrió el plató y el público comenzó a revolverse en sus asientos. A Ingrid le ardía la cara. La de Ventas la miraba con verdadero desprecio.

—Señora Jiménez, es una broma de muy mal gusto. Cuarto Trienio siempre busca el sensacionalismo, pero esto resulta excesivo.

El vaso se movió de nuevo y la de ventas enrojeció. C-o-n-e-j-i-t-a. Empezó a gritar. ¡Nadie sabía que Stef me llamaba así!, dijo. Luego chilló al aire.

—Stef, no tiene gracia. Deja de burlarte. Sabes que yo te quería. Ellos dijeron que era lo mejor y les hice caso. No pensaba que llegaríamos tan lejos. ¡Oh, Dios mío!

Lloró con las manos en la cara. Andrada, el de sistemas empezó a gritar.

—Stef, eras un maldito tirano. Nunca nadie era lo suficientemente bueno para ti. Nos ridiculizabas, llamabas a cualquier hora del día o la noche y amenazabas con despedirnos. «No volveréis a trabajar nunca más en este sector, me ocuparé de eso», decías. Y te descojonabas. ¡Era horrible! No podíamos más.

Le interrumpió el asesor jurídico.

—Andrada tiene razón. Yo estoy en tratamiento. Ansiedad y depresión crónica. Mi mujer me ha dejado porque he desarrollado anhedonia y ya no la toco. Todo es por el puto estrés. ¡Aún tengo pesadillas con tu cara!

La última directora se levantó, y levantando el dedo corazón exclamó: Púdrete en el infierno, Lavoro.

El vaso se movió y formó un nuevo mensaje:

«Acabo de mandar a Samsol, el prototipo del Gastro 8 S Plus. Mañana las acciones valdrán la mitad. Púdrete tú en el paro»

En ese momento, los cuatro directivos se levantaron como un resorte y se pusieron a chillar obscenidades al fantasma, que reía como un loco. Junto a su risa metálica, fuertes corrientes de viento derribaban los objetos por el plató e hicieron caer los focos. Uno de ellos prendió junto a una cortina y, pronto, todo fue pasto de las llamas y tuvieron que desalojar corriendo las instalaciones. Los cuatro directores quedaron atrapados dentro.

Venganza, lo titularon los periódicos al día siguiente. Un gráfico de barras mostraba la abrupta caída de las acciones de COLES S.A.

Ingrid contrariada, recordó la llamada que le había anunciado su despido. La ejecutiva del programa dijo que alguien debía asumir la responsabilidad de lo ocurrido. Así de cruel era el mundo del trabajo.

Dejó el periódico y empezó a escribir a Lavoro.

FIN

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