PADRE…. SOLO VIVIMOS NUESTRO TIEMPO

PADRE…. SOLO VIVIMOS NUESTRO TIEMPO

Atravieso un momento difícil de mi vida. Todo se ha vuelto complejo, distorsionado, poco comprensible. Al menos para lo que mi pobre cabeza define y puede soportar con estas menguadas estructuras lógicas del pensar. Soy un adolescente de 19 años, recién egresado de un colegio secundario típico de una ciudad importante, sin que ello sea indicativo de una buena calidad educativa. Es más, desde hace años, escucho a mis padres y conocidos del entorno comentar sobre la decadencia de la educación media y las consecuencias que ello trae aparejado para mi futuro en particular y el de los jóvenes y la sociedad en general.

Entre la confusión que cargo para adaptarme a un mundo internacionalizado, a las noticias preocupantes del mundo laboral, al generalizado cuestionamiento de los principios y valores propios de la dirigencia política y la justicia, al accionar de los grupos terroristas que pretenden “volar” el mundo, la tensión entre las grandes potencias que auguran posibles guerras mundiales y el rimbombante “aliciente” social que me grita y recuerda: eres un ignorante, mi cerebro, poco entrenado para este entramado, explota y me sacude la paciencia.

Para colmo, con mi padre y sus amigos, mantengo fuertes discusiones tratando de que reviertan ese paradigma estúpido y estigmatizante que acusa y responsabiliza a los jóvenes de constituirse en una “juventud perdida”. Así es: esta juventud está perdida, no sé adónde vamos a llegar. En todo caso, esta juventud está ubicada justo donde la situaron los mayores. Ustedes, los adultos, construyeron una pesada cruz y ahora nosotros, los “perdidos e ignorantes” tenemos que portarla rumbo al Gólgota.

Cómo hacerles entender que los jóvenes que tan alegremente crucifican, no discutimos ni aprobamos las políticas educativas, ni diseñamos e implementamos los planes de estudio, ni designamos maestros y profesores que imparten la enseñanza, ni ponemos o imponemos las reglas, ni evaluamos la calidad de las instituciones. Los jóvenes solo somos “usuarios”, simples “consumidores” de lo que producen: “para nosotros”, los Pilatos que nos juzgan.

No elaboramos las bebidas alcohólicas, ni cocinamos las drogas, ni diseñamos los “éxtasis”, ni participamos de las pingues ganancias de las alocadas y “orgiosas” megafiestas. Solo consumimos.

No generamos la infernal propagando publicitaria engañosa que promete el cielo y te lleva al infierno. No emitimos los mensajes políticos subliminales que ofrecen oro puro para terminar finalmente en el barro.

Solo somos consumidores. Puedes decir: “consumidores estúpidos e ignorantes”. Lo acepto. Pero al fin, víctimas de ese modelo que ustedes, los adultos, nos imponen desde niños.

¡Debes seguir una carrera universitaria o ir a trabajar! dicta mi padre. Jaja. Muy fácil. Como si el mundo fuera una maravilla que te garantiza que un título universitario, cualquiera sea, es laburo seguro. O que sales a la calle y alguien te toma del brazo y te obsequia, fortuitamente, un puesto laboral en su empresa.

Casualmente, hoy entré a internet y leí un artículo, entre muchos, sobre las nuevas tecnologías y el mundo laboral del futuro. Muy interesante. Un desafío para quienes tenemos que elegir y somos “estúpidos, perdidos e ignorante: “Inteligencia artificial versus destrucción de empleos”; “las carreras que demandará el mercado laboral en un futuro cercano todavía no han sido creadas”; “parte de las actuales carreras y por lógica de esas profesiones, desaparecerán en no mucho tiempo”; “un individuo, dentro de no más de diez años, deberá plantearse reiniciar su formación al menos seis veces en su vida útil”; “la estructura universitaria actual solo crea futuros desempleados”.

En fin. Todo fascinante. Además, las nuevas formas de la enseñanza superior universitaria están aún en experimentación, incluso, en los países más desarrollados.

¡Y mi padre quiere que mañana, a más tardar, decida sobre mi futuro!

Oye padre ¿Cuánto tiempo hace que trabajas en la que dices es tu empresa y parte de tu casa?

¡Cuarenta años!. Toda una vida…

Sabes, en ese tiempo yo tendré que sumar, al menos, seis títulos universitarios para ver si puedo sostenerme en un trabajo, y probablemente pasajero, porque nada me garantiza estabilidad. Por supuesto que no es tú culpa. La vida a ti se te consumió encerrado entre cuatro paredes, sin saber si era otoño o primavera. Digo, porque pasabas muchos días que ni siquiera habías visto la salida o la puesta del sol.

Lo que no entiendo es porqué tu generación culpa a los estúpidos e ignorantes consumidores de ser parte de este berenjenal. ¿Por haber nacido en este tiempo?

Al final, tú pierdes la vida y el tiempo entre los problemas de la empresa y yo espero que el tiempo me aclare la razón. Vaya paradoja, los dos somos víctimas del tiempo.

¿Dices que no trabajo? Acaso crees que es fácil pasar horas y horas pensando ¿qué va a ser de mí? Lo tomo como un trabajo. Un trabajo cerebral destructivo y perverso. Descifrar el futuro demanda un intenso trabajo intelectual donde se entrecruzan múltiples variables, impredecibles aún en el corto y mediano tiempo.

¡Ya lo sé!…. Para ti eso no es un laburo. Claro, porque no ocurría cuando eras joven. Era más fácil cuando podías resolver tu futuro en un par de días. En el tiempo suficiente para salir y ofrecer el oficio o servicio que escasamente dominabas, pero satisfacía las necesidades de la demanda. Además, conseguido, eso te relajaba, porque podías mantenerlo por cuarenta años.

Dime si no tengo razón. Pero no puedo juzgarte. Esa no era tu culpa. ¡Oh, no! Esa era la forma de consumir del modelo diseñado por los adultos de tu tiempo.

Pero la tierra sigue girando alrededor del sol y la luna alrededor de la tierra. Y todo tiene un tiempo. Y tu tiempo pasó y también pasará el mío. Y siempre habrá un lugar para compartir la realidad que nos toca vivir y para discrepar opiniones.

Sabes padre que te amo y sé que también tú me amas. Eso es lo valioso, suficiente y trascendente para calmar nuestras ansiedades. Ni tú ni yo somos culpables. Solo vivimos nuestros tiempos.

José Manuel BRUSERA

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