Las voces de tu conciencia

Las voces de tu conciencia

Era mi primer día de trabajo remunerado en una empresa de tele-operadora, después de haber hecho prácticas en empleos en los que yo misma tuve que financiarme de una índole muy diferente (educación infantil, núcleos zoológicos y peluquería canina). Después de una formación teórica de 3 días al fin iba a coger mi primera llamada, estaba nerviosa, sabía que tenía que decir pero no lo que me encontraría tras esos cascos que hoy después de 9 meses me coloco de forma cotidiana cada día. La primera llamada fue corta, las personas muchas veces no tenían tiempo para atenderte y en otras ocasiones estaban cansadas de tantas llamadas que no querían directamente. Después de unas semanas de desesperación leyendo un texto nerviosa mis compañeros que a día de hoy considero una pequeña familia me aconsejaron que actuara con naturalidad y al ser yo misma muchas personas comenzaron a atenderme cuando antes no lo hacía nadie. Debo mencionar que la tarea concreta de mi puesto es realizar socios para una fundación de ayuda infantil, algo que encajaba con mi personalidad ya que siempre que puedo ayudar a alguien no dudo en hacerlo, y más si se trata de niños por los cuales decidí estudiar educación infantil porque me parecen el aspecto más puro de la raza humana que existe. Antes de comenzar este trabajo yo creía en la bondad de un niño, en la bondad de un animal, pero carecía de la creencia en la bondad de las personas adultas, debido a las malas experiencias que este camino llamado vida me había brindado a lo largo de los años. Con el paso de los días comencé a conocer a personas no solo dentro de mi trabajo que me brindaban su confianza y su mejor faceta hasta convertirse en pilares fundamentales de mi vida a día de hoy. Con el paso de los días descubrí a personas al otro lado de las llamadas que realmente eran personas que merecía la pena conocer. Ver cómo personas que en situaciones muy difíciles querían ayudar a estos niños con todo su corazón realmente me hizo ver esa faceta que llevaba años intentando ignorar de la raza humana, ese ejemplo de solidaridad que ante cualquier adversidad deslumbraba como un rayo de luz entre toda la oscuridad que había vivido. Así llegó una palabra sobre esta especie en concreto que daba por perdida: Esperanza. Esas voces poco a poco se fueron haciendo más fuertes, y esa luz cada día brillaba con más potencia entre aquella penumbra que mi propia voz interior creó en mi pensamiento. Desde entonces esa esperanza perdida resurgió del mismo modo que un destello entre las olas de un mar tormentoso, mi voz interior había cambiado hacia la idea que en un pasado tenía sobre el ser humano adulto. Esta voz ahora me invitaba a abrirme ante las personas de un modo que antes no lo hacía, esas voces consiguieron que mi voz interior creara un nuevo concepto en mi mente que antes había olvidado. Anteriormente era capaz de ver el lado bueno de todo menos de dicha especie, mi propia especie. Esto era algo contradictorio ya que si no creía en ese lado bueno me incluía en cierto modo a mí por mucho que no quisiera considerarme humana. Desde entonces este trabajo cambió mi vida, ya que esa bondad que yo mostraba no era una bondad en la creyera, pero ahora puedo decir que esa bondad realmente existe, que ciertamente siempre existió y nunca se apagará. Esas voces me enseñaron a conocerme a mi misma a través de los demás, a distinguir que aunque existan personas malas siempre vencerá la bondad de esas personas que existen y son más de las que yo creía. Esas voces me enseñaron finalmente una lección: conocer mi voz interior.

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