Compañero del alma,
Aquí estoy, sentada entre juncos y plantas silvestres, sintiendo bajo mis pies la esponjosa hierba campestre. Aquí, fiel amigo, donde tú y yo conseguíamos escapar de la rutina y llenarnos de felicidad. Cierro mis ojos y escucho las aguas cantarinas del pequeño riachuelo en el que poco a poco introducías tus patitas y chapoteabas alegremente. Recuerdo con nostalgia cómo venías después junto a mí, te tumbabas y levantabas tu hocico olisqueando el suave viento que golpeaba contra las hojas de los chopos, creando un ambiente sin igual. Los dos sentíamos paz y felicidad. Ahora le sumo la tristeza, pues añoro tu fiel y noble compañía, aunque llego a sentirte tan cerca, que casi escucho tu respiración junto al piar del pájaro cercano. Te extraño, pero me siento agradecida de haber disfrutado junto a ti de estos momentos mágicos.
Me despido sabiendo que nos volveremos a encontrar, aquí, en nuestro lugar favorito.
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