Amor al volante
Un largo año anduve detrás de Amparo, la más dulce, la más bella, la más tierna. Estaba locamente enamorado de ella y nunca encontraba una ocasión propicia para estar a solas. Miradas furtivas, sonrisas cómplices, pero cuando no era la madre, era el hermano. Cuando no, la prima. Siempre alguien impedía mi acercamiento. Hasta que un día se dio. Estaba a mi lado y le dije: “¿Damos una vuelta en auto?” Me miró con esos maravillosos ojazos celestes mientras respondía suavemente: “Bueno”.