¿Dónde viven las emociones? ¿Tienen una casita en el corazón y conviven todas juntas? ¿O quizá ahí solo vive el amor?
¿Vive el miedo en el estómago que da un vuelco cuando nos asustamos? ¿O la rabia en la mandíbula que se aprieta cuando nos enfadamos?
¿Tus emociones viven en el mismo sitio que las mías?
¿Quién las empadronó en sus hogares? ¿Soy yo su casera? ¿Puedo desahuciarlas?
¿Acaso tengo yo el control del vecindario? ¿Está la llave maestra de la ciudad en mi bolsillo?
¿Dónde vivo yo? En el cerebro, supongo. El lugar del que sale esta voz que hace preguntas.
Si el cerebro es mi hogar,
¿puedo ir a cada rincón? ¿Mover todos los hilos?
¿Y si la inquilina soy yo?
¿Tendrá la llave maestra la rabia?
¿Quién controla el vecindario?
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