Mío amore, siento cómo me asalta repentinamente un amor tan ferviente e intrusivo que me desgarra el alma, entumece mis dedos, dilata mis pupilas y presiona mi pecho hasta dejarme sin aire, obligándome a escribirte desesperadamente porque me inunda el amor que siento por ti y, de no hacerlo, siento que moriría.

Me pierdo en nuestros recuerdos añejos, dejándome absorto por largos minutos, y quedo paralizado al imaginar un futuro juntos. Maldigo los días, las horas, cada minuto y segundo, ya que esa barrera es la única que me impide tenerte. Ojalá el tiempo se compadezca de mi corazón cuando estemos reunidos y reduzca su marcha, permitiéndome disfrutar de ti cada segundo como si fueran horas.

Te odio por lo injusta que eres, pues te atreves a dar amor a un indigno de afecto, a entregar tu lealtad a un mercenario y a brindar tus caricias a un masoquista. Y más aún, te odio porque crees amarme más de lo que yo te amo.

Soy un cínico y egoísta; soy, seré y fui capaz de decirte que ya no te amaba solo para evitar que tu amor me destruyera primero. Mi corazón no puede hablar porque yo no le permito hacerlo, solo puede escribir; es él quien, por sí solo, te escribe. Quien te habla, te susurra y hace enervar tus orejitas es Gabriel. Gabriel no puede escribir. Mi corazón amenaza con entrar en huelga si continúo censurándolo e, incluso, con dar un golpe de estado. Si llegara a tomar el poder por la fuerza como un revolucionario, no dejaría ni los cimientos de lo que alguna vez conociste.

Cuando me toque morir, quizá por un acto violento, ojalá me apunten a la cabeza para que mi corazón quede intacto y, de esa forma, no muera mi amor, el cual eres tú… mi amor.

Angel.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS