III Concurso-taller de Historias de familia Fundación Escritura(s)
III Concurso-taller de Historias de familia
31/01/2017. Publicado el fallo del jurado sobre los premiados: ver aquí.
Lo difícil es dejarse fuera a la familia cuando uno escribe. La Odisea tiene mucho de historia familiar. También Hamlet, Macbeth o Romeo y Julieta. O Madame Bovary. O Guerra y paz. Funciona bien de saco de historias para el escritor, para buscar sus primeros temas, y con ellos su tono y sus metas. La familia es materia universal: lugar de respuestas para el que escribe y para el que lee lo que otros han escrito, en un ejercicio de introspección que sirve tanto para la autobiografía como para la pura ficción. Es territorio de exploración, porque las distintas fuerzas gravitacionales de cada familia apuntan a los grandes temas. Pero hay que acertar con el modo de abordarlo: saber dar con ese centro que pone en órbita todos los demás elementos.
Dos reflexiones vertebran esta nueva propuesta para escribir una historia de familia.
La primera (que hemos usado otras veces), de W. G. Sebald:
Los álbumes de fotografías familiares son un tesoro de informaciones, nadie puede reconstruir una novela familiar mejor que una imagen.
La segunda, de Sergio del Molino (de su narrador en Lo que a nadie le importa):
Yo tengo que convertir el presente de indicativo de mis abuelos en pretérito perfecto simple, y en la operación estoy obligado a inventármelo todo, porque el presente de indicativo no deja rastro. No recreo una época, sino que la creo desde la nada. Estas supuestas memorias familiares son lo más fabuloso y ficticio que he escrito nunca.
Es la fotografía familiar la que le da a lo cotidiano una permanencia sólida en el tiempo (de ahí muchas veces su carga de teatralidad). Hay muchas historias extraordinarias que son fruto del puro testimonio familiar o que se inspiran en hechos familiares en los que las imágenes -abiertas siempre a lecturas, interpretaciones y comentarios- fueron las protagonistas. Por ejemplo (en el ámbito puramente biográfico): El crítico de cine francés Serge Daney, que solo conoció a su padre, actor, en la pantalla de un cine. O la madre de Fernando Arrabal, que recortó e hizo desaparecer al padre de este en todas las fotografías del álbum familiar.
Nos interesa ese álbum tradicional como organizador de imágenes: Signo inequívoco de una iconografía cotidiana que fija la estructura familiar. Las fotografías tomadas de aquí y de allá convertidas en literatura, porque como álbum tienen un argumento y unos personajes, y la presencia tácita de un narrador que escoge y organiza las fotos de una determinada manera, las censura, hace sus propias elipsis en el tiempo, o intercala otras de otros fotógrafos.
Y nos interesa también ese segundo nivel que supone el tratamiento al que son sometidas por un nuevo narrador, quien tiene que reconstruir con esa imagen el momento que quiso captar el fotógrafo y llevarlo a su presente y usarla para apuntalar su recuerdo, para ubicarse también él (protagonista o no) en esa microhistoria: la actitud con la que el narrador se enfrenta a ese material, a las fuentes de su memoria.
Como en convocatorias anteriores, os proponemos para este concurso tomar de punto de partida una imagen familiar (una foto o una escena de una película doméstica, o incluso un dibujo u otro objeto que tenga para vosotros un claro valor simbólico), que debe aparecer expresamente en la obra. Dar con una imagen que contenga la génesis de una buena historia, sin caer en clichés, y extender luego su sentido con un texto, otras imágenes, vídeos o música.
Accede aquí al dosier Familia y literatura
CARACTERÍSTICAS
Los concursos-taller del Club de escritura buscan ser ejercicios motivadores, un modo sugerente de trabajar propuestas para la práctica de la escritura.
La plataforma del Club ha sido diseñada para facilitar la participación, la interactividad y la transparencia. Sus concursos son abiertos: desde el mismo momento en que se presenta una obra, esta se abre a la lectura, al comentario y a la recomendación por parte de cualquier visitante del club. Más adelante, la obra se somete también a la votación, en el entorno de un sofisticado sistema de programación y bajo el control de reglas destinadas a evitar abusos.
El nuevo editor de textos quiere servir de incitación al usuario para experimentar nuevas fórmulas narrativas. Lo que hemos hecho, por ejemplo, en “Escritura(s)”. Por texto entendemos también narrativas hechas a partir de fotografías, vídeos y música (registros que conviven a la misma altura).
Es obligatorio incluir la imagen (una fotografía, una escena de vídeo, etc.) que haya servido de inspiración al texto.
Las obras presentadas no pueden contener más de diez fotografías, más de 1000 palabras y vídeos (alojados en plataformas externas del tipo Youtube o Vimeo) de más de cinco minutos de duración. Pueden combinarse los tres registros hasta superarse en cada caso sus máximos.
Fechas: La convocatoria comienza el 7 de septiembre de 2016 y el plazo de admisión de originales abarca hasta el 12 de diciembre de 2016. Votaciones del 13 de diciembre de 2016 al 12 de enero de 2017. Fallo del Jurado: 31 de enero de 2017.
Para poder acceder a los premios será necesario haber puntuado al menos 10 obras en el periodo de votaciones. El club es un espacio para ser leído y comentado, pero también para leer y comentar las obras de otros.
La organización no mantendrá correspondencia sobre las bases del concurso. El participante debe leer detenidamente las bases completas. Puede consultar sus dudas también en Preguntas frecuentes.
BASES Y CONDICIONES GENERALES
La participación en este concurso, así como el registro en el Club de escritura, es gratuita. El concurso se dirige a las personas mayores de edad registradas en el Club de escritura. Se puede participar desde cualquier lugar del mundo. Este registro es totalmente gratuito y no supone ninguna obligación de compra. No optarán a los premios los trabajos presentados por los empleados de Paradójica SL -empresa gestora de Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja- o representantes de Fundación Escritura(s), ni sus familiares directos. En esta plataforma es necesario usar la identidad real, única forma de garantizar una única aportación por persona en cada actividad. Para optar a los premios se debe facilitar la dirección y teléfono que, en caso de duda, permitan verificar la identidad del concursante y/o votante y descartar la creación, por un mismo usuario, de varios registros bajo identidades diferentes.
Los participantes deberán registrarse en el club de escritura o en la aplicación de Facebook y enviar dentro de la convocatoria III Concurso de Historias de Familia obras en los formatos admitidos.
Cada participante podrá presentar un máximo de una obra que deberá ser original e inédita. No se puede participar con un relato de una convocatoria anterior.
El participante no podrá retirar su relato una vez cerrada la convocatoria.
Los autores cuyos relatos sean seleccionados para su publicación en un libro electrónico colectivo renuncian a recibir una cuantía económica por los derechos de autor que pueda generar el libro.
SISTEMA DE VOTACIÓN. GANADORES
Desde la apertura del plazo de votación a su finalización (de 13/12/2016 al 12/01/2017) se contabilizará el número de estrellas concedidas a cada relato.
En el periodo de votación popular cada votante debe puntuar a un mínimo de 10 obras (y, en la medida de lo posible, comentarlas). No se contabilizarán votaciones inferiores a 10. El sistema garantiza la no contabilidad de los votos hasta completar el número obligatorio de votaciones.
Para optar a los premios es necesario que el participante haya votado ese mínimo de 10 obras. La aplicación del Club controla dicha obligación.
Resultarán 100 obras pre-seleccionadas en atención a su puntuación y un jurado compuesto por profesores del Taller de escritura Fuentetaja será el encargado de distribuir los premios en atención a la calidad de los trabajos elegidos. El jurado se reserva la potestad de incluir entre los premiados o menciones obras no pre-seleccionadas entre los 100 primeros en atención a su calidad.
PACTO ÉTICO
El usuario se compromete a aceptar en todo momento el pacto ético del Club. Sus consideraciones resumen su espíritu y las normas básicas de conducta en su seno. La no observancia de este pacto podría suponer la exclusión del proceso de concurso.
Pacto ético para participantes, votantes y comentaristas
HISTORIAS DE FAMILIA I: EL LIBRO
Puedes leer el prólogo aquí.
RECOMPENSAS Y PREMIOS
Valorados en 1.500 euros
1) Un primer premio a una obra elegida por el jurado:
–1.000 euros en metálico.
-publicación de la obra en un libro electrónico colectivo que reunirá una selección de relatos de distintos concursos taller del presente curso.
2) Un premio especial al ganador de la votación popular:
-un bono canjeable en publicaciones o talleres de Fuentetaja por valor de 150 euros.
-preselección para la publicación de la obra en un libro electrónico colectivo que reunirá una selección de relatos de distintos concursos taller del presente curso.
3) A los 25 finalistas elegidos por el jurado.
-preselección para la publicación de la obra en un libro electrónico colectivo que reunirá una selección de relatos de distintos concursos taller del presente curso.
4) Premio al lector más destacado, por la calidad de sus comentarios a las obras a concurso.
-un bono canjeable en publicaciones o talleres de Fuentetaja por valor de 100 euros.
5) Premio especial FILMIN para los cuatro vídeos elegidos por el jurado, consistente en una suscripción gratuita por un año a la plataforma Filmin de cine online con más de 10.000 títulos en catálogo, para cada uno de los cuatro autores de los vídeos.
GANADORES:
Primer premio
dotado con 1.000 euros en metálico y la publicación de su obra
Carlos Valenzuela Cordero, con “Dos chivos y cuatro yeguas”
El texto tiene varios méritos indudables. Bien escrito y con una estructura audaz, destacamos dos: El desarrollo y convergencia de las dos historias (las dos familias) que reconstruyen la genealogía del narrador, muy trabajadas, muy medidas, con un tono que prima lo informativo sobre lo emocional. Y los dos niveles con los que construye el relato, con las digresiones que le permiten los bocadillos para hacer de la escritura del texto un ejercicio más consciente de sí mismo, con un peso (o al menos una visibilidad) mayor del narrador.
Premio al lector más destacado
dotado con un bono canjeable en publicaciones o talleres de Fuentetaja por valor de 100 euros
Juan Beneito Abellán
Sus largos y numerosos comentarios lo muestran como un lector generoso (con su tiempo y con sus valoraciones) y perspicaz, con sus observaciones vitales pero también con sus anotaciones propiamente literarias: con las que comenta con criterio los elementos de las obras que mejor funcionan y comparte con sus autores referencias literarias o cinematográficas que puedan serles de utilidad.
Finalistas elegidos por el jurado
Junto a los ganadores del primer premio y del premio de la votación popular, las obras de los finalistas serán preseleccionadas para la publicación de un libro electrónico colectivo. En el acta aparecen sus nombres por orden alfabético.
Alejandro Martínez, con “Callado y lento”
Lo mejor del relato es su recorrido, hecho de pequeñas transiciones, para llevar al lector al momento que recoge la foto, en la que el propio narrador se reconoce como personaje. Con un tono muy trabajado, sincero, emotivo, pero contenido, reconstruye con unas pocas anécdotas -banales pero muy reveladoras- la vida y carácter de su abuelo (callado y lento), que, con su muerte en la historia, cede el protagonismo a su familia para cerrar el relato con el momento en que lo despiden.
Alfonso González Leal, con “Pastora”
Es un texto duro, sin concesiones, con una atmósfera y un tono desoladores: obvio en el desenlace, en el giro con el que la hija querida pasa a ser una desconocida, con esa distancia enorme que separa a ambas entonces, y los hechos que se suceden al final, pero también antes, en el fluir de esa confesión y desahogo de la madre (que el lector lee al principio descontexualizada) en la que hay tanto odio, y reproche, y nostalgia. Bien trabajado, con una tensión que resulta eficaz, aunque algunas imágenes y recursos parecen demasiado convencionales.
Carmen Álvarez, con “Nosotrxs jóvenxs y huérfanxs”
El relato tiene altibajos, con una reflexión a veces demasiado gruesa, hecha de argumentos que resultan manidos, pero el tono introspectivo, sincero, muchas veces audaz, le dan al narrador una voz atractiva, muy sugerente. De hecho, la reflexión misma tiene algo de biográfico que conecta bien con el final del relato, donde lo personal se impone a lo abstracto de la reflexión, con los perfiles de su familia: un conflicto intergeneracional que, con el recuerdo de su padre (más ambiguo, con más aristas que la madre), le permite ahondar también en sí mismo, en su identidad como respuesta o reacción a las expectativas del entorno inmediato.
Carmen Bartolomé Asurmendi, con “El taller de tonelería de mi abuelo”
El texto, amable, no demasiado ambicioso, tiene como punto fuerte la sinécdoque del principio con la que asocia al abuelo a su trabajo y su lugar de trabajo, que la narradora recuerda de su niñez: ese taller de tonelería que le permite recuperar primero la vida y carácter del abuelo y, desde él, una genealogía de emigrantes que lleva hasta ella misma. Algunas digresiones entorpecen el hilo conductor del relato, pero la cadencia con que recorre la historia resulta efectiva.
Clara Jarbolés Pellejero, con “El frío y los nervios”
Es interesante cómo se organiza el texto: su apariencia es casi anárquica con los saltos entre las historias y los personajes, pero resulta eficaz, como si cada una de ellas fueran los distintos flancos para abordar la vida de su padre, al final con los recuerdos del propio narrador, lo que hace más cercano al protagonista. Bien escrito, su narración es ágil y sugerente, con anécdotas bien seleccionadas y un buen inicio, con ese recurso con el que el narrador reconoce haber obtenido nueva información con la que poder corregir la historia que había conocido hasta entonces, un hallazgo que coincide más o menos en el tiempo con el fallecimiento del padre.
Gelines del Blanco Tejerina, con “Mi abuela Julia, la soltera”
La aparente contradicción del título (al menos social, en el contexto en su tiempo) funciona de ovillo de un texto bien trabajado, de gran calidad, con varios elementos valiosos, como el paralelismo entre el viaje físico y el viaje sentimental del narrador, a Las Muñecas y al pasado de su abuela, que recupera al heredar la casa y los diarios de esta tras su muerte. El relato supone un progresivo descubrimiento del personaje para dar una respuesta al título y deshacer la paradoja, para lo que, con un ejercicio de intertextualidad, el texto pasa a tener un segundo narrador: Julia, que escribe en sus diarios directamente su historia de amor truncado y su embarazo y su condición de madre soltera.
Ignacio Muñoz Delgado, con “El destino”
El relato, simpático, intrascendente, irónico, le permite al narrador recrearse en la propia narración, sin prisas por llegar al desenlace, exhibiendo músculo con algunos recursos estilísticos que le funcionan muy bien para colocarse, como narrador y como personaje, en el centro del relato con las idas y venidas de la decisión de su nombre. Que narrador y autor coincidan y que, por tanto, el lector pueda prever desde el principio el nombre final, es una cuestión extratextual de la que no tiene culpa el relato.
Ignacio Romero Laviña, con “El tangerino”
El texto se desenvuelve bien con el suspense, de un lado pausando el ritmo de la narración con el alzheimer del padre y los acontecimientos que se suceden en ese segundo tiempo del relato, el último verano del padre, con las interrupciones de su cuidador y el destinterés general de la familia, y del otro las fotografías y el interés del narrador por hurgar en su memoria para saber quién fue el tangerino. Entrecortadamente, inconscientemente, el padre acabará confesando, a medias.
Inti Martínez Gaytán, con “Diciembre, la navidad de los ateos”
El primer párrafo, al menos la primera frase, es demasiado artificioso, queda forzado, tanto que es incluso difícil de entender. El resto del relato es muy bueno, con una prosa excelente que trasmite la emoción y el desgarro de un diálogo que a la fuerza tiene solo una dirección: el hijo le habla al padre muerto cuando él era todavía muy pequeño. Pero, junto al padre, como tema está el ejercicio del propio narrador por buscarse en el padre, en sus principios, en su lucha, y su necesidad de volver al pasado para pasar página y poder mirar adelante, ahora que también él es padre.
Juan Cristóbal Espinosa Hudtler, con “La equivocación”
Texto potente, bien escrito, bien medido, también cuando mezcla las ensoñaciones del torturado, que son los recuerdos de su vida, con el momento que sucede a la tortura, o cuando remite a Cuauhtémoc, con su sufrimiento paralelo. El relato, en principio la historia de un secuestro (fruto de una equivocación, de ahí el título), se desvela como un capítulo en la existencia del tío del narrador: casi principio del fin, el primero de varios hechos lamentables que lastraron su vida.
Juan Cruz Lara, con “La familia es lo primero”
El relato tiene dos partes bien diferenciadas: una primera, que resume la vida de la protagonista, volcada en su familia, y una segunda, en la que con un giro indica las nuevas condiciones (lastimosas) que tiene que asumir al ser trasladada su pareja. El texto está bien escrito, es sugerente, busca el suspense, aunque también tiene limitaciones, principalmente su falta de claridad, ser tan oscuro (sin razones de peso) con la información acerca del nuevo destino, la nueva vida que les espera y las condiciones del chantaje.
Julia Lucas Sánchez, con “In-pactos”
Un buen texto, en el que la indignación de la narradora se vuelve humor (¿negro?). Con una estructura eficaz, y un comienzo prometedor, la imagen inicial de la protagonista enfadada ante la tumba de su paciente va aclarándose con el relato de la historia inmediatamente previa (de amor), marcada por dos engaños: el de él, por haberle hecho creer a ella que a su muerte sería su heredera, y el de ella, por no acabar con su sufrimiento anticipadamente.
Julián Collado Morales, con “Cartas de un abuelo políticamente incorrecto”
En los márgenes del género epistolar, el texto es un ejercicio de confesión o desvelamiento de un abuelo a su nieta: no tanto sobre su abuela, como indica al principio, como sobre la historia de amor que unió a ambos un tiempo: una historia que se recrea en lo sexual y en la tórrida atmósfera del París libertino que asediaban los nazis. Con todo, la voz del narrador, con su tono irónico y desvergonzado y el buen uso de los bocadillos, trasciende a la historia.
Mar Rodríguez, con “Refugio”
Un texto bien trabajado, con una prosa muy medida: con las frases cortas, casi filosas, para ir dando noticia de una situación que en su clímax, con todos los personajes al límite, se vuelve confusa al estar el narrador en un estado de semiinconsciencia. Bien escrito, capta con destreza la atmósfera épica de la montaña, la angustia de perder el control de la situación. Pero también, por debajo de la acción de rescate, plantea un ejercicio de reflexión sobre la familia, con sus deberes y riesgos, más explícito en la última parte del relato.
Mónica Lozoya López, con “De purísima y oro”
La historia de Luciano, comprimida en una sola jornada, posiblemente el día en que muere (hecho que no se concreta en el relato), apunta a la bisagra que une la realidad durísima y los pequeños sueños que permiten sobrellevarla. Ambientada en la España rural de la posguerra, Luciano, que trabaja de chófer para un señorito extremeño clasista, perezoso y putero, confronta la realidad que lo oprime (también como vencido tras la guerra) con los toros, que lo permiten evadirse, coger fuerzas: dos mundos que solo se funden en el delirio que viene tras su infarto. Un buen trabajo de denuncia social: la realidad de Luciano como ejemplo de la realidad de la España de los años 40, que recoge muy bien.
Moraima Feijoo Méndez, con “El día más triste”
Un relato desgarrador en el que el recuerdo del suicidio del padre, 25 años atrás, desencadena en el narrador una reflexión sobre la dictadura del tiempo (pertinente, aunque hecha de lugares comunes) que, con su poder también cicatrizador, le permite a su vez interpelar a su padre, y recrear el momento de su muerte y las consecuencias devastadoras para la familia. Escrito con cuidado, con un tono íntimo, pero midiendo mucho su patetismo, es un ejercicio de sinceridad y de contención muy bueno.
Paulina Bouzas, con “Las tres muertes de mi abuelo”
Con esa primera frase (y título) tan potente, el relato apunta desde el comienzo a la vida excepcional del protagonista. Además, que el narrador, que apenas tuvo relación con él, conozca su historia por referencias indirectas, le confiere a su figura una aura más mítica. El grueso del relato son cada una de esas muertes truncadas: tres buenas historias bien narradas, un buen ejercicio de síntesis en los que la parte (cada una de esas aproximaciones a la muerte) sirve para explicar el todo (su vida ajetreada) como una sinécdoque con varios flancos.
Pilar Daniel i Gubert, con “Contra el humo del olvido”
El texto es quizá demasiado ecléctico, con demasiados virajes, pero funciona bien, con ese tono apelativo que le permite al narrador divagar sin tener que justificarse, con la autoridad que le da su posición ante su interlocutor. Con todo, el punto fuerte del relato es el repaso a la genealogía familiar a partir de unas pocas fotografías muy distanciadas entre sí en el tiempo: con su descripción cuidada, muy detallada, recompone las distintas vidas de los personajes con un uso soberbio de los tiempos verbales.
Rosa Estefanía, con “La hermana pequeña”
Un narrador omnisciente recoge el primer momento del duelo de un hombre adulto por la muerte de su hermana pequeña. Su detención en cada movimiento, en cada gesto (con lo rutinario de las fórmulas sociales en estos casos), ralentiza el tiempo hasta dar la impresión de haberlo detenido. Bien escrito, busca el paralelismo entre el tiempo atmosférico (una lluvia pesada que los martillea a todos) y la tristeza de los personajes: un recurso que le funciona bastante bien, aunque tiene sus riesgos por manido.
Salvador Murillo Fernández, con “Mi primo ‘El Sebas’ (la familia no se elige, viene en el lote)”
Un buen relato, que resuelve bien la transición desde un tono inicial desenfadado, con la figura esperpéntica del primo y la atmósfera del bar en el que se encuentran, hacia el peso del drama de las drogas y sus consecuencias, con un episodio de violencia doméstica (que aparece más o menos elidido) que le demuestra al narrador la repercusión que ha tenido la heroína en el cerebro trastornado de su primo Sebastián.
Premio de la votación popular
Dotado con un bono canjeable en publicaciones o talleres de Fuentetaja por valor de 150 euros
José Luis Chaparro, con “Dos gardenias”
Con una prosa muy cuidada, el relato hace de una jornada cualquiera en la vida del protagonista y su familia una presentación general de sus condiciones de vida: la realidad social de la pobreza, pero también la seguridad que le trasmite al narrador la madre o el sacrificio que reconoce en el padre, o sus propias dudas ante un Dios omnipresente que no actúa. La nitidez de los recuerdos (con el uso incluso del presente) le confieren al texto solidez, una autoridad convincente, aunque la estructura podría ser más audaz.
Premio especial FILMIN
Claudio Banchelli, con “… ni un minuto de no amor”
La dificultad para comunicarse padre e hijo, o el desdén del hijo con su padre, que se revela en la superficie del corto, supone también otros temas: la soledad del padre, la ausencia de un pilar importante para la familia (¿la madre?), la angustia ante la posibilidad de que le suceda algo al hijo y, como desenlace feliz, el perdón y la comprensión. El corto resulta eficaz, bien medido, capaz de trasmitir el proceso emocional del protagonista sin caricaturizarlo, aunque técnicamente es un tanto limitado.