¿Cuántas veces los momentos son capaces de determinar nuestras vidas? Que se supone que tendríamos que hacer para que nuestro tiempo fuese lo que esperábamos. Quizás todavía no somos capaces de descubrir lugares desconocidos, aquellos que nuestro interior nos esconde. Mírate y trata de encontrar lo que ves cuando te miras.

Mis días son como cualquier otro de mis días. Terry Rice mi nombre, un tipo normalito, trabajo, copita con amigos, cena, pijama y cama. Nunca he sido ambicioso, soy feliz con mi anodina vida. No espero ni anhelo nada mas, solo una vida tranquila.

Como os cuento mi vida normal, pijama y cama… Me despierto con el sonido de un silbato taladrando mis tímpanos: «Tout debout accuson». No entendía nada. Luego, mas tarde, entendí aquella frase: «Todos arriba es hora de atacar». Hace un momento estaba en mi cama y me desperté en 1916 en una trinchera en plena Primera Guerra Mundial y sin entender nada.

Que coño hacia yo allí. Otro toque de silbato:

-¡Bayonetas¡ Levántate y ataca, si no acabaré contigo yo mismo-  me grito un Sargento.

Las escaleras por las que subía desde el fondo de las trincheras eran como los peldaños de la muerte. Solo mi corazón palpitaba mas que el resto de mi cuerpo. Explosiones, sangre, alaridos y personas desmembradas.

Sobreviví. La guerra acabó. Fui herido y me trasladaron a un hospital de campaña, y ahí la conocí. Una enfermera que me atendía tanto cómo yo estaba atento de ella. Los tornillos fueron dolorosos, balas en mi espalda, pero siempre a mi lado ella. Sobreviví y ella conmigo, una vida juntos, hijos juntos, y después de muchos años, una muerte junto a ella. Postrado en la cama, acabándoseme la existencia y el amor de mi vida cogiéndome la mano, no podría despedirme mejor. Nos miramos a los ojos como la primera vez, y los dos supimos que era hora de irme, un ultimo beso y un adiós en silencio…

Me volví a despertar, no lo podía creer. Una ventana, una cortina. Me levanté, corrí la cortina, era imposible, ante mis ojos en todo su esplendor, el Coliseo Romano. Año 71,Vespasiano ofrecía a Roma sus primeros juegos. Bajé las escaleras, miré a mi alrededor y me dije: OTRA VEZ.

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