Una sola alma

Entrelazando nuestras manos, aquellas miradas se cruzaron, deseando lo más profundo del otro, era un día lluvioso de los favoritos nuestros, me dijiste lo mucho que me amabas, anhelando las pecas de mi rostro, comentando lo hermosas que eran, al igual que las estrellas. Esa misma noche me prometiste jamás dejarme, supuse que solo eran palabras que desprendían de la boca de un enamorado, sin pensar en el futuro que nos convoca.

En aquel momento sentí el vacío más grande de mi vida, fue en aquel instante donde mire hacia el lado y no estabas, solo permanecía tu aroma, salí a buscarte desesperada, mis lagrimas desprendían de mi rostro haciendo que mi vista se nublara, mis pensamientos se apoderaban plenamente de mi, en ese entonces me di cuenta que no podía estar si ti, eras la pieza que completaba mi rompecabezas. Me dirigí a nuestro lugar donde comenzó todo, me quedé parada en la sima de una roca, sintiendo la brisa del mar que se acopla con el viento, el aroma de los árboles que atraviesan mis sentidos llegando a lo más profundo de mis pensamientos, apreciando el sonido de las olas que rebotan en las piedras, como si cada una de ellas fuesen una marca que me dejabas. Queriendo sumergirme en los recuerdos de nosotros, desato lagrimas sin testar. La hora marca el fin del camino recorrido. 

Te acompañaré a cualquier lugar, la vista desde arriba debe ser genial, mire hacia mi alrededor, despidiéndome por última vez de aquel lugar, sabía que sin ti mi mundo se caería a pedazos y la decisión que tomara no se volvería a pensar -«me despido una vez mas de este lindo lugar, llamado hogar.»-

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