1.El destino se divierte.
Entre en el bar, tarde como siempre, salir en hora del trabajo siempre era un caos. Algo a lo que mis amigos ya estaban acostumbrados.
-Hola chicos- al llegar a la mesa me derrumbé agotada en la silla, a mi lado estaba Mari y frente a nosotras Raul y Paul. Agarre la cerveza de Mari mientras le hacía una seña al mozo para que me trajera una.
-Al fin llegaste- me dice Paul con una mueca.
-si, chicos saben cómo es esto del trabajo me pongo a hacer las cosas y se me vuela el tiempo, y eso que esta vez me puse una alarma . Lo juro- Me reí mientras levantaba las manos.
El mozo se acercó a traerme mi cerveza y los chicos hablaban de su día como había sido. Cuando levanté la vista de mi jarra mientras tomaba un sorbo lo vi. De reojo por atrás de la cabeza de Raul. No tuve que mirarlo directamente porque lo reconocí en el mismo instante que al sentir que era él, mi corazón empezó a palpitar de una manera incontrolable. Maldición, no lo podía creer. Baje la cerveza a la mesa y levante nuevamente la vista para mirarlo directamente esta vez, me estaba mirando. Al cruce de nuestras miradas el dibujo una leve sonrisa en su boca perfecta, maldita boca que me volvía loca, le sostuve la mirada por un segundo y luego levantando las cejas y sin hacer una mínima mueca miré a mis amigos.
-Chicos lo siento pero me voy, luego les explico-
-pero no, porque si recién llegaste. Es nuestra noche de birras.-
-lo se, pero luego les explico- no dijeron nada más, siempre fui una persona que demostraba todo con su rostro. mis palabras podían disimular mis desagrados a personas, lugares o situaciones, pero mi cara no.
Me levanté y dejé un poco de dinero en la mesa, con tristeza por esa exquisita cerveza que dejaba atrás y sin mirar a ningún lado más que a la mesa de los chicos, me di media vuelta y salí del bar tan rápido como mis cortas piernas me permitieron.
Al cerrarse la puerta detrás de mí, el frío de la noche me tranquilizo de a poco los latidos del corazón, empecé a caminar por la vereda rumbo a mi casa cuando a unos pocos metros del bar escuche la puerta abrirse y cerrarse. Cerré los ojos por un segundo al escuchar ese sonido, y a los pasos que caminaban a prisa en la dirección que yo iba. Mi corazón empezó a latir fuerte, mi paso empezó a cambiar el ritmo siendo más rápido y torpe. Al llegar a la esquina una mano agarró mi hombro, yo sabía que era él, reconocí sus pasos, su perfume, su mano sobre mi hombro. Maldición, me di vuelta de golpe.
-que?- le dije con un tono un tanto violento
-Hola Andreita-
-hola? ¿Qué quieres? ¿a que saliste del bar? pensaste que te había dado alguna clase de señal? una invitación? que? que?- sí lo se, parecía una loca, hasta para mi fue demasiado. Mi cara debió de haber sido un poema.
-No. para, nada de eso. Yo.- hizo una pausa que se hizo eterna, quería sacarle las palabras que tenía trancadas en la boca a puros besos o golpes, no lo se- yo solo quería saludarte-
-ha bueno. ok. hola- y me gire sobre mis talones para seguir caminando. Pero su mano agarró mi brazo. Quede inmóvil, no me gire, no me salí, no me moví. No podía, mi cuerpo estaba cruzando una guerra interna, mis emociones estaban en plena batalla. Y el, tampoco se movió. Obviamente pasó un segundo que para nosotros fue eterno en esa incertidumbre de no saber qué hacer. Sentí como su mano apretaba levemente mi brazo y se acercaba cada vez más a mi.
Él es alto, muy alto. Para mi todos son altos, soy una pequeña cosa de uno cincuenta, aunque llevaba unas botas que me daban al menos cinco centímetros más de altura. Sentí como su cuerpo se acercaba al mío y su perfume me invadió por completo, entro por mi nariz directo al baúl de los recuerdo, le saco el polvo de un soplo y lo abrió desparramando por mi mente todas las sensaciones y los sabores, los lugares y los momentos. Su frente se apoyó sobre mi cabeza dejando su boca cerca de mi oído.
-No me puedo olvidar de vos. Yo se que la cague, se que la cagaste y se la cagamos todas las veces, pero esta vez, podría ser diferente-
Mis ojos quedaron clavados en un punto fijo en la nada mientras trataba de reaccionar, procesar o intentar moverme. Sentía las pulsaciones de mi corazón en los oídos. ¿Había escuchado bien? había dicho eso? o solo lo estaba imaginando? estaba creando algo en mi mente que no existía. No supe qué hacer. Moví mi brazo para que lo soltara, y empecé a caminar. sin decir nada. solo camine, estábamos parados en la esquina. Así que al doblar el aun me veía marchándome. Me temblaban las piernas, mis manos estaban agarradas de la tira del morral que llevaba cruzado. No sabia que pensar, no pensaba, no estaba reaccionando, Andrea desperta! Levante la vista y mire para atrás, no deje de caminar, pero ahí estaba, parado en la esquina con unos jeans que le quedaban tan bien, unas botitas estilo leñador que lo hacían verse más fuerte por su barba y sus pelos enrulados casi rojizos, llevaba una camisa a cuadros de colores, y por arriba una campera de cuero negra, ahí estaba la persona que mas había amado, la que más me había echo sufrir, la que me robo muchas noches de sueño, ahí estaba viendo como me iba.
Llegue a casa, el silencio me ensordeció. Prendí las luces del living, me saqué el morral que cayó al piso al lado de mis pies mientras cerraba la puerta. Llegué al sillón y me desplome, la mente me daba vueltas, que había pasado, qué carajos había pasado! Para, era real, realmente había pasado?. Porque mi mente viaja. Pero no, si paso, yo sentí su brazo, su respiración, escuché esas palabras.
El sonido del teléfono me sacó del trance casi psicópata que estaba teniendo. agarre el teléfono lo desbloquee y entre a whatsapp era un mensaje de Mari.
-Amiga estás bien? ¿Dónde estás? que paso? Salió detrás tuyo, no me di cuenta que era él hasta que salió por la puerta. y cuando me asome estaban los dos en la esquina.
Amiga ¿Dónde está? estas con el?
Entonces si había pasado, deje el teléfono a un lado en el sillón y me quede ahí, inmóvil. No sabía qué hacer, no podía reaccionar.
2. La amistad
Es esa persona que se sienta a tu lado en silencio y te deja llorar.
Como una persona puede marcarnos tanto, el para mi siempre fue la imagen del amor. No sé porque lo puse ahí, en ese lugar, creo que fue porque nadie me demostro que me queria asi como el, o estaría dispuesto a jugársela por mi como el. Al menos en el pasado. El pasado cuando yo era tan pendeja que no supe ver que ese amor era el amor del bueno, ese tipo de amor lleno de pasión y lleno de todo lo lindo, la protección, la compañía, la parte bella. Que ciega que estaba y que encaprichada también.
Creo que estuve una hora sentada en el sillón sin poder moverme, sin tener ninguna clase de reacción, el teléfono quedó a mi lado, y sonó pero nunca me di cuenta que lo hizo. Mi mente quedó congelada en ese momento, el momento en el que sentí su respiración en mi oído, su frente apoyada en mi pelo, su mano tocando mi brazo. Cómo podía sentir tantas cosas después de tantos meses sin vernos, después de…todo.
Cuando salí de mi trance Mari estaba casi tirando la puerta abajo.
-Maldición- salte del sillón, ¡jamás le respondí! abrí la puerta y entró como alma que lleva el diablo.
-Vos sos tarada! como no me respondes, te deje mil mensajes, te llame. ¡Qué te pasa! casi muero de la ansiedad! y todavía no me abrís la puerta.-
Se desplomó en el sillón, no fui consciente de lo que podía provocarle al no responderle, y no es que sea una loca enferma de esas que si no le respondes te deja de hablar por un mes. No, Mari sufría de ansiedad y se que le puede llegar a provocar, es solo que no estaba pensando. Cerré la puerta y me dirigí a ella.
-Perdón, lo se. soy una pelotuda, es que no podía pensar, es decir llegue y me senté ahí donde estas vos, y ahí quede hasta que mi mente reacciono.- Me dirigí hacia la cocina y saqué dos cervezas de la heladera.
-perdón- Le di la cerveza y un abrazo, de esos abrazos que damos pero son más para nosotros que para la otra persona.
-Andrea que paso?-
-Nada, creo que me dijo que me quería, y que quería intentarlo- La cara de Mari fue una mezcla entre confusión, enojo, esperanza. no sé, me costó mucho descifrarla.
-ha- y se puso a tomar su cerveza con la espalda apoyada en el respaldo del sillón
-ha?- le dije mientras me sentaba al lado suyo-solo ha?-
-si, solo ha-
Ese ha venía cargado de un rosario. Ella siempre fue quien me dio los mejores consejos, la que me vio en el suelo llorando con el alma rota y la que se alegró hasta las lágrimas con mis logros, Mari estaba en mi vida desde que nací.
-No lo sé. Tengo ganas de salir corriendo y abrazarlo, acurrucarme en ese huequito debajo de su cuello que está hecho a mi medida. Pero se que no lo puedo hacer. Lo quiero, sabes que lo quiero. Pero….-no lo quería decir, no quería decir que no era bueno que estuviéramos juntos, porque solo nos lastimábamos, no estaba lista para decir eso. Y no creo que algún día lo esté. -se que no puedo hacerlo.-
En ese momento sentí como bajaba a mi cuerpo toda la tristeza, todos los miedos, sentí culpa por no haberme dado la vuelta y abrazarlo, culpa por no responderle, culpa por no tener el valor de intentarlo una vez más. Otra vez más. Miedo, por que saliera mal, miedo por lastimarlo, y miedo por terminar lastimada, mal, triste y que el mundo se me volviese a caer, tener que juntar los pedacitos que dejaban nuestros intentos por querernos, Me sentía rota, sentía que a mi corazón le faltaban partes, que las grietas que había unido se estaban quebrando de nuevo.
Las lágrimas empezaron a salir, apoyé la cabeza en el respaldo del sillón mirando el techo y sentía como recorrían mis cien y se metían por entre mis pelos. Empecé a sentir esa opresión en el pecho y el nudo en la garganta, quería que él entrase por la puerta y me abrazara fuerte, me sostuviera entre sus brazos y no me soltara, quería que me dejara llorar mientras me acariciaba la cabeza.
Mari y yo aprendimos que llorar estaba bien, que sacar la angustia, sacar el dolor, gritar, estaba bien. Tanta represión que la gente le provoca a sus emociones no es sano. Guardamos y guardamos con la esperanza de que el dolor se olvide o el frasco en el que lo ponemos nunca se llene . Pero eso es imposible, porque el frasco se llena y explota dañando a todas las personas a su alrededor.
Nos quedamos ahí por un rato largo. mientras mis lagrimas salían y mi boca dejaba salir el dolor. Mari se paró se llevó las cervezas y puso agua en el fuego, me tapo con una manta que había en la vercher y fue a la cocina a preparar el mate.
Si lo se, eran la 1 y ella preparaba el mate, es algo característico en ella toma mate las 24hs del día. La amo por eso.
Cuando me recupere un poco estaba sentada en el sillón frente a mi, cebando. Me paso un rollo de papel higiénico y me dijo
-Te voy a dar mi opinión- y era lo que quería pero no estaba segura de que me reconfortara lo que me iba a decir – Yo se como lo queres, se que queres ir corriendo a buscarlo, se que queres que el venga y todo sea mágico, pero lo que yo se, es que te vi hecha mierda, te vi llorar, te vi caer en un pozo oscuro, te vi dudar y te vi mal. – sabía que me iba a doler – pero como vi eso, también te vi en su momento entusiasmada, feliz, radiante, sonreías, eras feliz, no tenías una razón solo te sentías feliz, y sabía que era porque él estaba en tu vida de vuelta, y yo era feliz por vos. –
Mi mente viajó a esos meses hacía ya un año, en el que me sentí así, en el que me sentí feliz, con energía, viva. Y la sonrisa que había dibujado en mi boca con esos recuerdos se fue desvaneciendo
-Andrea. Andrea! – levanté la vista para verla a los ojos, y mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas- Quieres jugártela? hacelo! ¿Quieres saltar? Salta! yo voy a estar acá! para verte volar feliz o para abrazarte y pasarte el papel higiénico para que te suenes los mocos y te limpies las lágrimas. – me empecé a reír mientras las lágrimas caían por mis mejillas.
No sabia que hacer, y no lo iba a resolver en ese momento. Así que preparé la cama, y nos fuimos a tomar mate, a hablar de cualquier cosa sin importancia. A tratar de que el cansancio le ganara al insomnio.
Pero para mi no fue así, el cansancio no ganó.
……..
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