2. Lody o Melody…

2. Lody o Melody…

_melly

15/12/2020

Zapatillas de charol negras, relucientes todo el tiempo, podría ver mi rostro perfectamente reflejado en aquellos relucientes zapatos… relucientes (bufo) o más bien cegadores (cual espejo reflejando la luz del sol) …si, cegadores era la palabra ¡correcta! qué pensaría dos veces cualquier persona normal, o con sentido común por el buen vestir, antes de calzar aquellas relucientes zapatillas justo el primer día de clases, – ¡Atroz!- Fue lo que pensaron… fue lo que pensó el chico del cárdigan azul de cabellera larga y ondulada negra como azabache, que parecía que se ocultaba de las personas, recargado en aquel viejo árbol justo a la entrada del instituto, apartado del mar de personas que se movían incesantemente dentro del lobby del Instituto, y justo dentro de ese mar de personas noto esos zapatos del ¡asco!.. subiendo su mirada encontró un par de medias tan nítidamente blancas que terminaban a media rodilla, era obvio medias notablemente blancas para zapatos tan pulcramente limpios, era la típica chica que se creía perfecta, pensó sin duda – chica tonta – afirmo bufando, levantando levemente las comisuras de sus labios, formando una sonrisa irónica tal vez, sin terminar de subir su mirada y reconocer el rostro de la chica de los zapatos de charol, desvío su vista hacia una rubia melena que se movía junto con el viento, caminando a paso lento en su dirección, volteo los ojos irritado, emprendiendo camino en búsqueda de su salón de clase, rezando interiormente que la chica rubia no lo encontrara, culpándola por no permitirle conocer el rostro de la chica de los zapatos de charol, aunque tuviera mal gusto en zapatos le parecería interesante conocer su rostro.

Dirigiéndose hacia las escaleras para ir al tercer piso, a perder el tiempo antes de iniciar clases, le sobraba el tiempo, su padre lo había ido a dejar muy temprano, exagero para ser el primer día, pero era una condición de su trato, ya que siempre acostumbraba a llegar tarde y su padre no lo permitiría otra vez este año. Subió las escaleras cuidadosamente ya que esa área no era exclusiva para los de primer año, no quería terminar su primer día de clase en la dirección y con un acta, sentado frente al director aguantando una charla motivacional y sermón a la vez, ya de por si tenia que aguantarlo cuando visitaba a su padre cada tercer fin de semana del cada mes, porque sí… a parte de ser el director, era el mejor amigo de su padre -Espantoso- se dijo para sí mismo, pero prefería correr el riesgo estando en el tercer piso solo a convivir con personas. Era un chico solitario, tenia amigos, muy buenos amigos, pero amaba su soledad, prefería leer un libro o reflexionar para si mismo, que compartir con los demás o irse de fiesta. Se excluía, porque sentía que no encajaba en el estatus al que pertenecía. Asegurándose de no ser visto camino a la esquina, al final de unos salones que lucían abandonados, pensó que era el lugar ideal para un ser solitario como el, esperando no ser visto y si fuera así pensaría en una excusa de porque se encontraba ahí, diría que se perdió buscando el baño, era absurdo, pero algo tenía que decir y debían creerle ya que era de primer año y no estaba al tanto de las reglas escolares, aparte era primer día, así que debían creerle.

Le gustaba pensar en la vida, hacerse preguntas existenciales… pensar en cuál era el propósito de cada ser humano existente en este mundo, en cual era su propósito. De pronto sus pensamientos fueron interrumpidos por un ruido que al parecer era alguien que se acercaba – ¡Mierda! me descubrieron- exaltado, se puso de pie de un salto, tratando de inventar una excusa por si era algún profesor que lo había visto desde el primer piso, pero era imposible no se lograba ver, era un buen escondite para no ser encontrado tan fácilmente desde abajo, pero desde arriba era imposible esconderse – ¡Mierda! ¡Mierda!… que hago! – Trago fuertemente – ¡Tranquilízate! – se dijo así mismo. Pero como si de una señal divina se tratara vio la puerta del ultimo salón entreabierta, ¡cómo no se fijó antes! Se maldijo así mismo, sin pensarlo dos veces prefirió ocultarse ahí, que terminar en la dirección y con doble sermón, era obvio que el director llamaría a su padre para informarle, justo al momento de abrirla y entrar choco con alguien, conectando su mirada con aquellos ojos color avellana y el tiempo se detuvo. Fueron micro-décimas de segundos para entrar en razón, pero esos ojos eran los más hermosos que jamás había visto en su vida, sintió el corazón acelerársele, no había estado tan cerca de una chica en un largo tiempo, noto su nerviosismo, quería separarse, pero era como un imán, no podía o no quería… la expresión en los ojos de la chica era sorpresa, la había asustado un poco y eso solo hizo que sonriera inconscientemente, siempre tenia esa reacción con todas. Pero una voz hizo que ese momento especial se esfumara en un segundo, no lograba entender lo que decía la voz, pero poco a poco fue tomando forma… – ¡Melody! ¡Melody! – escucho, y la chica de los ojos avellana reacciono, separándose lentamente de él, desviando su mirada hacia la puerta, buscando la voz que la llamaba, observo su rostro delicado, su nariz pequeña… cómo podía escanear tan rápido su rostro, era extraño en el… ¡Melody! – escuche más fuerte, y vio a una chica algo bajita, de cabello largo, su voz era chillona y escandalosa, se tranquilizo al caer en cuenta que era ella a quien había escuchado subir y no un profesor, se había salvado, – ¡Melody, encontraste la escoba! – Pregunto la chica de voz chillona, a lo que la otra solo asintió en respuesta, – La encontré, vamos – su voz era nítida y suave, encantadora pensó el chico – Tu, no deberías estar aquí, no está permitido – dirigiéndose a el chico del cárdigan azul, volvió a conectar su mirada con la de ella y solo se limitó a verla – Ten cuidado, o te ganaras una amonestación, faltan 5 minutos para iniciar clases, deberías bajar pronto – fue lo ultimo que dijo, antes de salir del salón, que en realidad era una bodega de utensilios de limpieza, – Claro, lo tendré en cuenta… Lody – se limito a decir, a lo que ella se tenso, lanzándole una fría mirada, pero aun así fría noto lo blanda que podría ser y sin decir nada desapareció de su vista. Sabia su nombre y antes de verla bajar por las escaleras, noto esos zapatos negros relucientes, una sonrisa desconocida para él, asomo sobre sus labios, era la chica de los zapatos de charol que le había robado los pensamientos desde el monto que los noto entre el mar de personas que vagaban por el Lobby, agradeció mentalmente a la chica de melena rubia, sino hubiera sido por ella, no hubiera tomado la decisión de ir al tercer piso a perder su tiempo, quizá fue la mejor decisión que tomo en el día, pero pareció que no le gustase que le llamara Lody. Se quedo ahí, sintiéndose cohibido, tenía interés en saber de la chica, le pareció extraño, no había sentido interés en conocer a alguien desde hace tiempo.

-Lody o Melody…

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