Cómo sobrevivir el camino a casa

Cómo sobrevivir el camino a casa

Luci Medez

03/01/2025

Era agosto y pasadas las seis de la tarde. El sol estaba por caer y Carlitos apenas iba en camino a su casa, pues se le había hecho tarde por su práctica de fútbol. Aun viendo que la noche estaba cerca, decidió tomar el camino que lo llevaba por el bosque. Todos los días antes de llegar a su hogar le gustaba jugar a que era el presentador de su propio programa “Cómo sobrevivir el camino a casa”.

– Si estás perdido en la jungla, tu mejor opción es ir a lo más alto y hacer señales para pedir ayuda– dijo mientras saltaba para tomarse de la rama de un árbol que tenía en frente y volteando a un lado suyo como si alguien lo siguiera con una cámara –. Les mostraré como llegar a la cima para- se detuvo cuando vio como caía una esfera resplandeciente del cielo, la siguió con la mirada hasta verla rebotar en el suelo, volteó hacia arriba para ver si no caían más, pero solo vio oscuridad. Bajó apresurado de entre las ramas que había escalado y al llegar a la última dio un brinco que lo hizo quedar a solo un par de metros del objeto.

– ¡Wow! ¡Es increíble! – exclamó al mismo tiempo que se acercaba–. Pero qué rara pelota, nunca había visto una con picos. Parece puercoespín.

El color azul y el resplandor del artefacto tenían a Carlitos hipnotizado. Se acercaba cada vez más, pues entre más cerca estaba, mejor lo distinguía. En el centro vio una especie de remolino de luces. Se movía lenta, pero constantemente, y recorría muy poca distancia de un lado a otro.

– Me la voy a llevar– dijo emocionado en lo que abría la mochila y sacaba colores y cuadernos para hacerle espacio –. Le va a encantar a mi mamá.

Tan pronto la yema del dedo índice de Carlitos rozó la “pelota”, esta misma se estremeció, a los pocos segundos hizo un sonido como si algo se desinflara, salió gas de los picos, se partió a la mitad y explotó. Era tan potente la luz que Carlitos se tuvo que tapar los ojos con su antebrazo. Después de unos minutos de ya no escuchar nada, y sentir una brisa caliente y húmeda bajó su brazo, abrió los ojos poco a poco. Creyó que seguía viendo la luz de la explosión, pero al abrirlos más se dio cuenta de que era el sol, de que estaba en una selva de verdad y tenía que encontrar el camino a su casa.

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