Dualidad Poética

Aunque sea a ratos

Mi amor, inmarcesible, vivirá por siempre arraigado al papel,

como prueba de que quise enamorarte, a veces, a ratos,

a letras de poemas, al ritmo de sus cantos,

al olvido de que el texto yace sempiterno siendo cartapel.

Aun así te escribo a diario bajo la guía del vaivén,

esperando encontrarte ente la marea de mis llantos,

entre los vestigios de tu amor y sus lejanos rastros.

Escribo a diario, sin descanso, a la sombra del ciprés.

Pues es en el letargo que me produce este amor andancio,

que puedo amarte sin recato, sin tomar descansos,

aunque te ame lento, aunque sea despacio.

Y aunque sólo sea en lo breve de este espacio,

me embriago a causa del deliquio de besar tus labios.

Aunque sólo sea mentira, aunque sólo sea un engaño. 



Sin Ti Hay Nada 

¿Qué hay? 

Hay nada, aún estando todo. 

Está tu ausencia que es mi nada 

y tu recuerdo que es mi todo. 

Está mi presencia que no basta

pues aun en compañía me siento solo. 

Sol naciente, matame en el alba, 

pues la luna habrá de guiarme 

al reencuentro con mi amada. 

Celoso ultrajador de los amantes 

no me alejes ni aumentes la distancia, 

pues pese a que en el camino sigo errante, 

ansío poder llegar al final de mi desgracia,

aunque de mi vida sea de quien se trate. 

¡Desgracia, tú, la más pura de las amantes! 

estrujame hasta romper el esbozo que me enclaustra;

rinde en cuenta mi alma, 

pues serán los brazos de la virtud 

quienes me abracen con una terneza apasionada. 

¿Qué hay? 

Ahora ya está todo, aun habiendo nada. 

Está tu presencia que es mi todo 

y el recuerdo de tu ausencia ya no es nada. 


Partida

Se me va el amor, se me van los días. 

Se me van las noches en desvelos, 

mientras doy pasos sin reverso 

por callejones sin salida. 

Se me va el amor, se me van los sueños. 

Se me van las esperanzas y todos mis anhelos. 

Mi alma se ha quedado adolorida, aterida 

a causa de su inevitable partida. 

Se me va el amor, se me va la risa. 

Se me van las palabras de los labios 

para perderse en lo profundo de los lagos,

para morir con el paso de la brisa. 

Se me va el amor. 

Y no es a causa suya ni es por culpa mía, 

pues ella no sabe que es el amor de mi vida. 

Se me va el amor, y yo, en su huida, 

no puedo más que mirarla y querer seguirla. 


Florecimiento

Implantate en mi corazón, echa raíces y florece; no como una extensión de mí sin la cual no pueda vivir, y cuyo desprendimiento no me deje más que como un suelo infértil que espera la llegada de su muerte; tampoco de tal forma que, si te marchas de mi huerto, te marchites por la falta de un suelo. ¡No! Implántate en mí y crece sobre la tierra de mi corazón sin que yo sea dueño de tus raíces ni de tus flores, sin que te ates. Deja que tu alma se nutra hasta que germine y de ella brote un arbusto de abundante cosecha. Absorbe todo de mí y dame todo de ti, para que así, si se separa el árbol del huerto, queden esparcida las semillas del amor y de estas crezca un árbol qué nos dé frutos nuevos. 


La belleza y su rechazo 

La gente dice que, al amar, sólo te debe de importar la belleza interna. Pero yo les digo ¿Quién de ellos ha tomado, sin rechazo, entre sus manos al gusano, aun sabiendo que dentro suyo yace el alma de una mariposa? ¿Quién ha caminado, sin desagrado, a lo más profundo del pantano, aun cuando cada noche se pinta hermosa aquella fosa a la presencia de las candelas y el resplandor de sus atavíos? 


Hombres

No hay hombre más culto qué aquel que entiende, con absoluta perfección, lo que deambular por su mente; y que es capaz de expresarle a los demás, con suma claridad, sin embrollo no rodeos, aquellos pensamientos. 

No hay hombre más puro que aquel que escucha, con absoluta atención, lo que musita su alma; y que es capaz de demostrarle a los demás, con suma sinceridad, sin miedo y sin trastabillar, aquellos sentimientos. 

No hay hombre más sabio que aquel que entiende que su cuerpo es alma e intelecto, y que es capaz de conjugar las dos partes de su ser en sus actos y en sus pensamientos. 


Amor eterno

Se amaron tanto y su amor era tan puro que, rompiendo con las ataduras que trae consigo el paso del tiempo, se buscaban entre vidas; no importaba qué reencarnaran en otros seres, en otras formas. Incluso entre la inercia de las flores se encontraban, siendo los pétalos los labios de ella, y él, en el rocío, quien la besaba insaciable tras cada aurora. Se amaro, se amaron tanto que reencarnaron, eternamente, entre la existencia y lo tangible, así como en la incoherencia de lo intangible; entre el mundo real y el de las ideas. Se aman tanto que, incluso, han reencarnado entre las letras de este poema. 


La muerte del hombre

Amo al ser humano como jamás había amado a alguien. Le amo tanto que espero con ansias su muerte, pues ahora, su vida, sólo le llevará a la perdición de su alma. Ansío la muerte de su soberbia, que se eleva más allá de la más alta de las cúspides de los grandes montes, y que se yergue con más orgullo que el más viejo de los robles del bosque. Ansío la muerte de su frivolidad que le llena el espíritu de deseos y de codicia, arrancándole todo el valor al bañar su cuerpo en la miseria del oro y la avaricia. Ansío la muerte de su hipocresía, cuyas mascaras mienten a los ojos del prójimo, mientras que en la soledad de su corazón maldice su suerte, pues ha perdido una moneda oxidada de su vano tesoro.

Amo a mi hermano el hombre, es por eso que ansío la muerte de su cuerpo, para que al fin pueda vivir, libre y sin miedo, con la belleza de su alma elevada al cielo.


Nocturna

Noches de café y de amor;

que no duermen, que no se fatigan.

De penumbra que da vida y da pasión.

Noches en que no nos miramos.

En que sólo nos percibimos, 

en imagenes borrosas y perdidas,

entre los párpados.

Noches en que nos reconocemos con el tacto,

pues la luz ya no nos guía.

Las sombras se encuentran extraviadas 

en la oscuridad que reviste nuestros cuerpos,

que reina en nuestro cuarto.

Noches de deseos y de caricias;

de laberintos que se forman entre las sábanas,

en donde se pierden nuestras manos.

Noches de siluetas que recorren nuestros labios.

Y mientras nuestras almas permanecen entrelazadas,

en el refugio de la penumbra, nosotros nos amamos.


De ti

El único poema está en tus labios; en la forma en que estos danzan cuando hablas. El único poema está en tus manos; en como forjan, con su tacto, representaciones de lo que es el mundo cuando amas. El único poema está en tus pasos; en como la vida queda ilesa tras tu encuentro, y se funde, en la esencia de tu rastro, hasta resultar en una metamorfosis de lo real y lo anhelado. El último poeta está aquí, transcribiendo el poema que nació de tu existencia, del que es dueño tu cuerpo, el que recitas con tu encanto. 


Sus labios

Miraba sus labios, era como estar en presencia del crepúsculo que se tiñe sobre la quinta tierra. Esa inexplorada y desconocida Antártida, donde las gélidas cumbres y los inmensos planos, magníficos y únicos, son adornados por el rojizo tono sangriento del sol, esbozando un par de líneas, de luces y destellos míticos e insoñables que, tras su constante contemplación, culminan en pensamientos y deseos por probar aquel reluciente tono cálido que sobresale de entre toda el alba.

Miraba sus labios, quería comprobar sí en realidad la calidez de aquel color no era un engaño, quería sentirlos, quería tocarlos.

Miraba sus labios, quería besarlos. 


Auténtica belleza

La única belleza del ser humano radica en su honestidad, cuando este es completamente sincero, no para con otros, ni siquiera para con sus propios ojos, sino con su alma. cuando se permite la sensibilidad y siente y quiere sin interés. Cuando desea y ama sin poseer. Cuando actúa con empatía y no por compromiso o por deber.


Suspiro


« ¡Ah!»

Que corta

Es la palabra y

que larga su expresión,

pues se escribe en dos letras

pero denota la complejidad de la

emoción. Tan engorrosa es su estructura

que se inhala en el intento de expresarle y se

exhala en completa confusión. Que corto es su testimonio

y que extensa su declaración, que en tan solo lo breve de un 

suspiro oscila entre la presencia de la tristeza o la llegada del amor.


Significados

El amor es, en esencia, una especie de sustancia perfecta e incomprensible que va más allá del razonamiento humano; pero que, pese a su razón inescrutable, permanece siempre inherente al cuerpo, a su sentir, y que lo mantiene en un ciclo eterno donde se sufre y se soporta, en el que también se cede y se goza. Es, la definición perfecta de la paradoja, de la pasión que domina y que funde en un solo ser, cuya naturaleza se basa en la metamorfosis de los extremos, a la dicha y la tristeza. Que puede ser un deleite y una pena. Es poesía y es tragedia.

Pero quizá  estoy exagerando y, el amor, sólo es una palabra, no más que una expresión, un concepto que nos da sentido y que nos mantiene vivos, aunque a veces parece que nos mata.


Fotografías

Todo era tan melancólico en nuestros recuerdos que, incluso mirando las fotos de nuestros momentos más felices, lograba ver la presencia de la tristeza en las capturas del tiempo. Podía mirar como el fondo, en su borroso desenfoque moteado, se corría con suaves manchas blancas. Parecía llorar a nuestras espaldas, como si él ya hubiese sabido nuestro destino; como si, desde entonces ya nostálgico, hubiera predicho el fin de nuestro amor.


Algún día

Quizá, algún día, tú llegues y al fin pueda dedicarte mi poesía, y la leas. y entonces sabrás que la escribí especialmente para ti; y al terminar comprenderás la falta que mi alma sentía de ti, y entenderás lo feliz que me hace la llegada de nuestro encuentro a través del verbo. Quizá, algún día, nos amemos, ya sin desconocernos, sin las incertidumbres y los miedos, sin que sea necesario que nos busquemos. Quizá, aquel día de nuestro anhelado encuentro sea cuando yo ya no exista, mientras tú me lees en otro tiempo, en otra vida.


Enamorado

Me gusta el amor y aquel que me hace sentirlo. Amo a quien me hace sentir la belleza, el fuego y la pasión del amor. El cuerpo no es el inicio ni el fin, sino el medio de expresión para amar al amor, que no es más que la afinidad de dos pensamientos, de dos almas a través del encuentro de dos cuerpos. 


¿Cuántos mueren? 

¿Cuántas personas mueren en un día, en un mes, en un año? 

¿Cuántos segundos preceden tras cada fenecimiento? 

¿Cuáles son las palabras y los actos que provocan el fallecimiento del alma aun cuando el cuerpo queda intacto? 

¿Cómo es qué el hombre, aún más cruel qué el tiempo, deja vivo al elemento mientras inmola, lentamente, todo residuo etéreo; eliminando todo sentido y todo fin hasta culminar en un vaivén perpetuo? 

¿Cuántos hombres, ya finados, no viven a diario inmersos en el vacío de sus vidas, en el sinsentido de los días caminando ciegos, a tientas de encontrar, en lo mismo que los a cegado; que los ha dejado sin voluntad, sin deseos y sin sueños, las razones para continuar viviendo mientras se está completamente hueco?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS