Hiero con indiferencia,
y disfrutarlo para después lamentarlo
es el precio.
Sé que esta indiferencia es la declaración de nuestro próximo odio temporal,
mismo que nunca tiene una fecha de caducidad exacta,
pero que nunca tiende a durar demasiado
pues cada que nos volvemos a ver
expira en automático.
Somos un ciclo vicioso
y lo mismo que nos unió al principio será lo mismo que nos volverá a juntar
una
y otra vez,
acuérdate de mí,
y de que aún a costa del resentimiento
o del dolor
o de la pena,
siempre nos volveremos a encontrar
y será como la primera vez.
Las heridas sangrarán como si acabaran de ser abiertas
y las percusiones nos delatarán
y querremos que el tiempo nunca pase
pero nuestros egos saldrán corriendo al verse.
Probablemente este poema sea tan corto
como el tiempo que tardamos en desertar uno del otro,
o tal vez sea intermitente
y
alguna vez regreses.
Entonces te escribiré algo mucho mejor,
algo que le combine a tu sonrisa.
Quizá unos cuantos versos
que te hablen
de cuánto me gustaban nuestros cursis besos en el metro,
o quizá un soneto
de cuánto te ha extrañado mi audífono derecho.
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