“Madre, te hablo”

“Madre, te hablo”


A veces despierto, 

asustado, 

lloroso, 

desarmado, 

pedazo a pedazo, 

me armo, 

revivo, 

no existo.

Mi corazón se extiende en el piso, 

momento por momento juntando, 

ninguno brilla, 

eso no es bueno, 

tampoco malo,

es solo, 

lo poco que me mantiene vivo.

¿A caso será posible revivirlos? 

¿Sentarse y activarlos? 

¿Llorar por un rato? 

¿Reír despacio? 

Eso sucede, 

y sucedió 

solo es cuestión de creerlo.

Agarro mi último pedazo, 

mi madre se aproxima a lo lejos, 

nada puedo hacer, 

solo recordar.

Recuerdo que tan solo tenía 6 años, 

soleado, 

petricor, 

almendras, 

manzanas y caramelo, 

ridículos campos, 

todos lloviendo. 


Mi madre se aproxima a lo lejos, 

“es tu último intento, confía” 

y ahí me lancé, 

recuerdo que por fin, 

las rueditas no tocaban el suelo, 

al fin podía volar, 

sentía, 

mi madre reía, 

ya sé, 

yo podía, 

solo quería, 

ver su sonrisa una vez, más.

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