Más ironía de la que puedo dibujar

Más ironía de la que puedo dibujar

Adrián Haro

14/02/2020

Se ligan las palabras «rápido» e «indoloro» a menudo, pero no me queda ni hilo para ligarlas, ni espacio para ambas. Hoy ha sido un dia… Ha estado bien, pero de un momento a otro, hacia el final de éste, se ha torcido. Ha sido rápido, y ojalá tuviese hilo y espacio para decir que indoloro.

Me siento estúpido. No me siento estúpido. He sido realmente estúpido aunque; por suerte, supongo, comprendo mi estupidez: la memoria es grafito y el ego goma de borrar. La mano que la mueve, el tiempo, y la muerte el soplar. ¿Cuál sería, siguiendo la metáfora, la conversión de un bolígrafo? Tal vez un trauma, más potente que la memoria y más potente que el ego…

Algo falla… No sé qué es, pero algo estoy haciendo mal, no me lo creo. «La memoria es grafito, y el ego goma de borrar…», «La memoria…», «Los recuerdos son grafito, el ego goma de borrar. La mano que la mueve el tiempo y la muerte, el soplar.

Soplando despoja al folio de esquirlas de goma entremezclada con grafito, soplando libera a la memoria de esquirlas de ego entremezclado con recuerdos. Esquirlas procedentes de borrar un texto, un dibujo, la forma que adopte dependerá de como hayas decidido invertir tu vida, o de quién seas, llamémosle, en cualquier caso, la obra.

La memoria habría de ser, por ende, los ojos que te permiten observar el grafito. ¡Cuán difícil es mantener una metáfora cuando aún en su extrapolación llegan dos conceptos a un mismo campo semántico, el ser humano! Huelga decir que es más difícil aún cuando el campo semántico eres tú.

¿Cuál es entonces, siguiendo la metáfora, la conversión del folio? Diría que soy yo, pero yo soy el ego. Aunque yo no puedo ser la goma de borrar. No soy el ego. Soy la finísima capa entre egos que se cuestiona acerca de sí misma, la autorreferencia sobre la que construyo un texto, un dibujo, la obra.

Habré de proteger mi obra del ego, aunque el tiempo dirá cuanto vaya este a moverse. Mas no habré de luchar contra el viento, pues cuando el ego haga desaparecer mi obra, ya no seré el mismo para defenderla del soplido de la muerte, ni tendré, siendo realista, ocasión alguna de hacerlo.

No me lo creo… No puedo dibujar sobre algo tan abstracto como la autorreferencia. Tal vez la memoria sea el folio. En él se posan los recuerdos de grafito, los tachones a boli.

Disculpa la inmodestia, querido lector, pero se me ocurre: ¿sueles guardar ordenadamente tus papeles (indiferentemente de lo que en ellos haya) o, por el contrario acaban abarrotados, arrugados, tachados, perdidos…? ¿Encuentras relación alguna con tu propia mente?

Volvamos al tema, que ya parece un acertijo. Si la memoria es el folio… Me quedan dos piezas sueltas. «Yo» y «autorreferencia», lo cual me resulta de una ironía deliciosa.

Creo que estos términos no tienen cabida en ninguno de los dos espacios metafóricos planteados. Se encuentran en un limbo, en un espacio intermedio, estando a la vez en ambas partes.

Creo que Yo y el folio deberíamos ser lo mismo, así como creo que Yo y la obra, deberíamos también. ¿Pues no es el soporte parte de la obra? Soy mi propia memoria, la superposición de todas mis experiencias y el remitir a estas, la autorreferencia.

La superposición de mis experiencias (el dibujar) va creando recuerdos (trazos de grafito) en el folio (la memoria). Es cuando, haciendo uso de la autorreferencia, dejas de dibujar y te paras a contemplar tu obra cuando te das cuenta de que estás vivo.

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