Quédate y hablemos. Fue lo único que faltó en estos meses, vernos a los ojos y solo dejar fluir la honestidad. Quédate, tomate un café, un té un vaso de agua y hablemos de cómo deformar nuestro futuro ya entrelazado. Hablemos de cómo nos dejaremos ir, de como serás feliz y cómo seré feliz, de cómo reirás a carcajadas con los chistes malos y cómo me reiré cuando alguien diga una estupidez. Hablemos de cómo el sarcasmo dirigirá nuestra vida para siempre, de cómo el café frío en la mañana no esta mal, siempre y cuando sea de ayer. Quédate y hablemos, de lo mucho que nos amamos, no con nostalgia y desconsuelo, mejor como un hermoso recuerdo que llena el alma.

Ven, quédate unas horas más y abramos el corazón, dime lo que siempre te molestó, pero dejaste pasar, déjame decirte lo que nunca toleré, y tal vez así con la próxima, logremos permanecer más.

Hablemos.

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