Él, se instaló en las alas del silencio
ensordecido por las cicatrices del tiempo.
Y lloró, otra madrugada
arrullado por los brazos del perdón.
Estela de melancolía rasgada,
de noches vacías que la conciencia humedece.
Tela negra que empapa las venas
como celos que socava la sumisión
mezcla de engaños, de decepciones
tejidas sin prisa pero con furor.
Denso velo de dolor escarlata
de ocasos que sustraen vida,
de savia que afana el temor.
OPINIONES Y COMENTARIOS