Nuestro amor era extraño, no era como ningún otro… No éramos en nada a las demás parejas que se ven en el parque un domingo por la tarde derrochando miel por todas partes, no, no éramos así… nos defino como una especie de pareja diferente, de esas que ya no existen…
Éramos amigos, éramos novios, éramos amantes…
Éramos raros y esa rareza era nuestro común. No importaba las horas sin vernos, porque aprendimos a querernos de tantas formas diferentes, que con solo unas palabras y unos simples “Te Quiero” bastaba para reconfortarnos.
Éramos de ese tipo de parejas que soñaban en lo alto, que hacían planes a futuro, que escribían incontables listas de cosas por hacer, que les encantaba leerse fragmentos de libros, que preferían estar acostados bajo un árbol pasando el tiempo que ir al cine, éramos de esas parejas cursis en secreto que imaginaban darse un beso en medio de planeta.
Éramos de esas parejas que ante los ojos de los demás se notaba el amor del uno por el otro, sin escenas excesivas de afecto. Chapados a la antigua con una carta al día o una pequeña notita hecha en el momento, era una de tantas cosas que amaba de nosotros, tú amabas escribir y yo te amaba a ti,
Eras como el verano y yo el invierno, estaciones contrarias que se complementaban…
Éramos nosotros sentados en aquella banca conversando cosas sin sentido, a ti te gustaba hablar y yo amaba escucharte…
Éramos tú y yo ese día en el parque inventado un tipo de brindis extraño con pastel y cucharas, tú me dijiste que me amabas y yo era mejor persona por ti…
Éramos nosotros bailando un lento en medio del pasillo a la hora del receso, medio locos, medio cuerdos, tú eras feliz y para mí la felicidad eras tú…
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