Dicen que te enamoras realmente una vez en la vida, y que las otras son solo pasajeras… Según una historia todos estamos destinados a una persona, unidos por un hilo rojo invisible ante nuestros ojos, que por mucho que se tense este hilo no se romperá, pero básicamente es una vieja leyenda japonesa, que solo da luz al misterio de las famosas “almas gemelas”, sin embargo existe una versión en la cual creó, según, si estamos unidos a una persona por un hilo rojo invisible, pero esta versión cuenta que hay dos tipos de amor, el primero es el por el cual te arriesgas a todo, por quien te juegas la vida, alguien con quien naciste conectado, pero que siempre perderás, sin importar lo que hagan nunca habrá un final feliz… hasta el punto de que dejen de intentarlo, rindiéndose… y encontrando a alguien más, será esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida juntos, pero con el sofocante deseo que opresiona a tu corazón cada noche de que fuera el primero.
– ¡Lograrás entenderlo cuando llegue, en el momento justo, en el lugar y tiempo indicado que la vida te pone, y lo sabrás en el instante en que crucen miradas!– decía mi madre, mientras desayunaba aquel 23 de enero. Lo cierto es que, fue ese día que lo vi y mi corazón fue flechado por sus ojos, por el hermoso color café de sus ojos, que resaltan a la brillante luz del sol en una mañana despejada, y me enamore… sabiendo que desde ese momento ese chico haría de mi vida un caos… un hermoso caos.
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