Selenio
Advertencia
La siguiente obra puede contener escenas explicitas, desnudos, agresiones que deriven en la limitación física/mental de individuos y/o animales e inclusive en la muerte de estos, actos ilegales como trata de blancas, violación, relaciones sexuales no consentidas, faltas a la moral publica, uso de sustancias no legales, intolerancia religiosa, inmoralidad, entre otros. El autor no esta de acuerdo ni tiene intenciones de promover ninguna de los actos antes citados y, que pueden presentarse en la obra misma. Si el lector sigue con la lectura de esta obra, deslinda al autor de cualquier responsabilidad legal del uso inadecuado y/o daños derivados de la lectura de la misma. Lea bajo su propia responsabilidad. La siguiente obra esta dedicada a un publico adulto y maduro, si usted no es mayor de edad y/o no tiene autorización de sus padres/tutores legales para leer la misma le pedimos NO LEER LA OBRA.
Esta es una obra de ficción por tanto debe de verse como tal.
Prologo
La casa
Robusto…robusto era la palabra para describirla. Una puerta de gran altura y del tipo de madera que, sin ser una exageración, es del tipo cara, aunque no termina de ser difícil pensar que el dueño bien podría tener en posesión algo aún mejor. La perilla de color negro muy oscuro –da pensar que es de carbón-, y con detalles que empiezan de ella para terminar en el resto de la puerta por una esquina superior, contraría a esta. Quizá pensando demasiado y gracias al acercar la mirada se nota que no fueron hechas por mano humana o maquinaria convencional –un rayo láser, ¿puede ser? -.
. – El reloj marca las 12:00 pm. ¿Habré llegado un poco antes de lo esperado? –tomándose el pelo y girando la vista a un lado de la calle-
Justo en medio de la puerta se encuentra puesta una placa de metal grueso y letras escritas en fuente gótica. “3421” escrito. De un metal brillante y por el color se pensaría que es plata, pero la plata carece de lo que este si posee; un brillo rojo algo ennegrecido visto desde cierto ángulo.
Tras esperar un poco, toca la puerta. Le abre un hombre fornido, alto y con un traje a medida. Por los lentes oscuros no sabrías decir si su expresión era la de alguien enojado o sumamente concentrado, uno lo resume en “serio”. Inmediatamente le tira una pregunta.
. – La invitación, ¿la lleva consigo?.
. -Eh…ah, sí.–busca en su bolsillo derecho y desdobla un papel dorado con letras negras en medio-
El hombre trajeado lo revisa a detalle alrededor de 5s y con un movimiento de manos acompañado de unas palabras a buen tono ofrece la entrada.
. –Pase. Es la habitación al fondo, al terminar el pasillo.
. –Con permiso.
. –Que disfrute su estancia…
Un pasillo largo y con puertas a ambos lados, enumeradas bajo una placa de diferentes materiales. Algunas eran de plata, otras de madera, alguna en el fondo era de carbón. La que esperaba al final del pasillo poseía una placa rojiza con grabados a color verde. Podían contarse las puertas una tras otra. Quizá 10, 20 o hasta 50 quien sabe, solo te das cuenta que han sido muchas y el camino tarda más que unos simples segundos.
A diferencia de las puertas a los lados esta estaba acompañada de otro hombre con traje, aunque de menor altura al anterior. Basta decir que al parar frente a la puerta este le brinda un saludo y prosigue con abrir la puerta para dar paso al ahora invitado.
. –Le han estado esperando.
. –Ah, ¿sí?. –da un paso al frente de la habitación, duda un momento y da el segundo para después darse cuenta que le han cerrado la puerta tras de si-
La habitación era iluminada por un único foco que colgaba de un cable directamente del techo. Había dos sofás medianos y una mesa con vasos –pero sin nada dentro-. El resto de la habitación se encontraba a oscuras, pues esta era grande y un foco no sería suficiente para iluminarla por completo.
En seguida, de las sombras emergen tres figuras. Eran tres mujeres, una delgada y alta de piel clara, un pelo largo que le llegaba al vientre, la 2da más una niña que una mujer por su aspecto, a contra posición de la anterior esta no podría superar los 14 años de edad, de cuerpo delgado, piel muy clara al grado de ser más rosa que blanca –parecía una muñeca- pelo castaño, mediría 1,40 metros, y por último la 3ra que poseía un aspecto desalineado, un pelo acortado y sin fluidez, demasiado delgada para ser sano, y con altura ligeramente por debajo de la 1ra -1,65 metros-.
…
. – ¿Qué tal le parecen? –la voz de un hombre de repente sonó, sin avisar y sin saber de dónde vino-
. – ¿Es lo mejor que tienes por el momento?. –preguntaba a forma de respuesta-
. –Ah decir verdad hemos estado un poco cortos de material, y considerando la recomendación de quien ofreció tan grata invitación nos era preciso dar lo mejor que estuviera a mano. Como podrá ver, las tres…-aguantó una pequeña pausa para señalar a las tres chicas al tiempo en que, después salir de las sombras tras de ellas, se acoplaba al lado del invitado-
Dos de las tres vestían ropa a pieza única, tela blanca que se dividía en dos y con dos orejas a nivel de la cadera y debajo del pecho, una cinta les cerraba junto con esta a la altura del ombligo. La 3ra quien poseía el aspecto menos favorable llevaba una prenda única igualmente, pero manchada de tierra, polvo y una variedad de tonos que desentonaban el café original de la tela.
. –…aparte de llevar un buen físico para sus estaturas, también llevan consigo cierto nivel de afinidad. Por supuesto que no han pasado por el control de comportamiento y entrenamiento como se acordó antes con quien le ha invitado.
La 3ra chica se encontraba mirando al piso del cuarto, con la cabeza y una mano sobre el antebrazo del contrario, no hacia el más mínimo ruido. La respiración siquiera podía ser escuchada. Las demás, aunque rectas con las manos entrelazadas por delante, estaban moviendo constantemente la dirección en que miraban sus ojos, como analizando el cuarto en busca de algo en particular.
El ahora presentador continuaba hablando, aunque nuestro invitado parece más bien envuelto en sus pensamientos.
Recargado sobre una pierna y con una mano en el mentón observaba a las chicas. Hiendo de una en una analizaba sus propias peculiaridades, la alta seguro aguantará más y sin objetar mucho ya que sabe bien cuál es su situación además de lo que puede o no hacer, la más pequeña sin duda valdrá el precio pero seguro será necesario entrenarla de a poco a poco, su físico afecta directamente a su autoestima, y hablando de físicos es la que mejor se ve, una piel de muñeca que casi no se ve en estas áreas del continente además de que seguro no ha sido indebidamente mal usada por alguno de los preparadores, en cambio la 3ra quien de por si se da a distinguir entre las tres por la ropa diferente a las otras, bastante delgada, fácil de dominar, aunque su actitud desde que entro en escena no termina de convencer.
Dicen que la primera impresión determina el futuro de una relación, y si en ello tuviésemos que tratar el día de hoy, es más que seguro que la pequeña ha destacado (ligeramente por encima de la más grande; el apretar los puños disimuladamente en el momento en que la miras no es precisamente alentador. Seguro tendrá sus momentos).
.- Hmm…intentas verme la cara por estúpido o algo?. –nuestro invitado pregunta en tono retador-
.- Disculpe…?.
.- No, discúlpeme a mí por no ser más específico. Permita me ilustrarle mejor a lo que quiero llegar.–da un paso largo en dirección a las chicas, les ve de una en una y termina por la de en medio-
.- Esto, es a lo que me refiero…- le alza uno de los brazos y en este pueden verse moretones alrededor, empiezan por la muñeca y terminan en la unión del codo-
.- Mis disculpas joven Aldaír, no se me había informado de ese detalle.
A.- Sin embargo, lo eh notado y el que dejase escapar este mismo detalle no me habla del todo bien sobre su forma de trabajo. Veamos…*inhala con fuerza*…*exhala* dejare pasar este inconveniente-
.- Oh,de verdad…?
A.- Pero…no pagaré más de $$$* por la chica que elija.
.- Eso…me parece bien. Entonces, siéntase libre de escoger quien más le apetezca.
La conversación siguió con relativa tranquilidad, aunque en mayor detalle gracias al detalle. Las chicas fueron inspeccionadas de forma exhaustiva, tomando medidas, dando tacto en las zonas erógenas y observando centímetro a centímetro los rincones de cada cuerpo –con mayor razón, era necesario ver sus reacciones- . La elección era obvia, la chica con aspecto de muñeca es sin duda el mejor prospecto que podía elegir en ese momento –porque esperar a la siguiente ola no es recomendable considerando la zona y los horarios-.
Ahora ambos hombres se encontraban estrechándose las manos y asintiendo con palabras de despedida. Detrás de Aldaír estaba la chica, ahora vestida con un vestido de una pieza color blanco justo al lado de un auto negro –BMW de cuatro puertas-.
.- …me parece bien. Felicidades por su nueva adquisición joven Aldaír, si algo le incomoda puede hacérnoslo saber y nosotros nos encargaremos de mejorar la experiencia.
A.- Gracias, pero no será necesario. Las demás le harán saber bien su lugar, no debería de haber problema con ella.
Ambos se despiden con buen semblante en sus rostros, Aldaír hace subir a la chica en el asiento del copiloto y este tras tomar lugar pisa el acelerador para perderse en la acera al momento.
Capítulo 1:
El Guardián y dos Mariposas.
Texto re-editado el 22 de Junio del 2019
Ya era noche, las luces de los semáforos iluminaban tanto como los faroles en las avenidas. No había ruido, siendo raro en una ciudad tan ajetreada con calles de una gran afluencia. Para la zona en que se encontraba el BMW los colores de los edificios predominaban en escalas de grises y azules obscuros, daba un aire de vacío y soledad; del tipo que aboga a tu mente en ahondar en pensamientos al azar que inevitablemente te recuerdan que estás consiente.
Estaba muy oscuro ya – ¿habrán sido las 11pm? -, a lo que hacía que las luces te opacaran la sensibilidad a la luz –ver un punto obscuro y ver a detalle lo que hay te resulta difícil aun cuando no esté en la total oscuridad. La carrocería negra del auto reflejaba las calles, gracias a lo limpio de este.
El coche giraba por una calle, avanzaba de 100 a 300 metros antes de llegar a otro semáforo en rojo. A ese tiempo podía verse que los cristales estaban polarizados, tras este se encontraba una chica de piel blanca seda –tirando a rosa-sentada contra la puerta y observando hacia afuera del auto.
A través del espejo retrovisor se veían unos ojos afilados, cortados en una mirada fija y de parpados caídos, justo la mirada de alguien que se ha dedicado a su trabajo más allá de lo normal. No hace falta moverse más que unos centímetros de su asiento para ver ahora el reflejo de la chica en el asiento trasero.
A.- Tienes un nombre?…
No hubo respuesta, siquiera un pestañeo o una mirada de reojo. Solo silencio.
A.- No es necesario que lo lleves ahora; si es que tenías uno. Desde ahora te llamaras Cleud Jhanalí.
…
Ya han pasado cerca de dos horas de viaje a través de la carretera para cuando el camino empieza a volverse llano, con cada vez menos edificios en su contorno. Las luces artificiales decrecen rápidamente mientras que el pasto y árboles se vuelven más prominente en la zona.
Ahora el cielo carece de nubes de smog y las estrellas cubren hasta donde la vista pueda abarcar. En el asiento de atrás lentamente empieza a haber movimiento, la chica se ha despertado y lo primero que vieron sus ojos fueron las estrellas a la cabeza de un páramo ligero.
A.- La primera impresión siempre es algo bueno cuando sabes llevarla a cabo –susurra para sí mismo-
El camino recto empieza a tomar una curva a la derecha, ahora es de piedra cortada y este va en dirección a una ladera. Se alcanzan a ver varias casas a distancias considerables unas entre sí, tanto como para que el sonido de un auto como este no sea capaz de interrumpir la estancia de los inquilinos dentro.
Cerca del final del camino se logra apreciar una casa bastante grande para el promedio, hecha de madera y piedra. El aspecto hace recordar a una casa de alta gama de la actualidad, pero no interrumpe el ambiente del bosque en que se encuentra.
Los frenos hacen que las llantas griten al raspar la tierra y piedra bajo ellas. El auto se detiene a pocos metros de la casa, -le detiene una valla de madera frente a la casa- este gira para colocarse a un costado de la valla donde la superficie cambia a asfalto. Asegura los controles, apaga el motor y sale del auto tras sacar las llaves. Ahora este se encuentra en la puerta trasera izquierda, abre la puerta y ofrece su mano en ayuda para que salga la chica.
…
A.- ¿Saldrás o prefieres que te ayudé en ello?.
CJ.- Ehmm… -toma un segundo levantarse del asiento y tomar la mano de Aldaír-
Ahora que lo ve con detenimiento, es bastante alto y fornido, aunque no tanto como los hombres de traje que estaban en La Casa. Sus manos eran grandes, se lograban ver cicatrices en sus nudillos y palmas. Aunque su toque era gentil, igual podía sentirse un ambiente pesado estando cerca de él.
Aldaír volvió al auto para sacar un maletín del cofre, luego prosigue caminando a la entrada de la casa. Su maletín era sostenido en la mano izquierda y con la derecha, a palma abierta, daba un ligero empuje en la espalda de la chica para que camine a lado de él. Mientras esto pasa el empieza a hablar.
A.- Eh de aclararte. Te he adquirido con todas las de la ley, careces de identificaciones que comprueben tu procedencia, desconoces el lugar en el que estás y de intentar huir serás atrapada antes de que llegues a la primera casa. Pensemos que lograrás huir y algún oficial, que de algún modo llegase a ti antes que yo, te ayudará…está más que garantizado que su superior te entregue a mí. Por otra parte…
Han llegado a la entrada, mete su mano en el bolsillo y saca un llavero. Empieza a buscar la llave de la puerta y continua.
A.- …tengo que recomendarte que asumas tu situación actual como es debido. Me temería tener que ver una pertenencia mía siendo desaprovechada, aparte de mal invertida. Ahora, espero disfrutes de tu nueva vida.
Terminó de decir esto al tiempo en que da vuelta a la llave dentro del cerrojo y dejar salir la luz de dentro. La chica siente su primer golpe de realidad producto de la cantidad de información lanzada de improvisto y solo deja salir un “si” algo apagado en su tono. Escapar no es una opción ahora, menos una posibilidad.
Dentro de la casa el piso era de madera oscura, un aire de olor a pino venia de las paredes. Una pequeña chica se encontraba sentada a lado de la puerta, esta volteo al ver que el hombre de la casa había vuelto, se levantó y se lanzó a un paso de este para abrazarlo de lado a lado sin decir nada. Vestida con un vestido a una pieza, de tirantes a color azul cielo.
¿Quién era esta chica?,¿Por qué reaccionaba así?, ¿Cuándo tiempo llevaba sentada junto a la puerta?, preguntas así le empezaban a llover a CJ en mientras veía la escena.
A.- Como tu dueño, amo y señor has de serme de utilidad además de acatar cada orden que te dé. Poco a poco iras aprendiendo tus modales y quehaceres dentro de la casa, hasta entonces no te es permitido abandonar el terreno de la casa. Entonces, Isis , ¿dónde está Björn?.
La chica más pequeña levantó su brazo izquierdo para apuntar a las escaleras que se encontraban al final del pasillo, encima del primer descanso se encontraba un perro negro, de cabeza y hocico chato que por su físico y ojos fijos te hacían ponerte recto cual si de un comandante se tratara.
A.- Björn, ve a despertar a Örn. Y tráelo aquí. Tenemos un nuevo integrante en la casa.–Aldaír dijo esto mientras volteo a ver a CJ a la vez que se coloca a sus espaldas y le tomaba de los hombros-
Aldaír le llevaba de los hombros en dirección a una cocina situada a su derecha. Le hizo sentar en una de las sillas y volvió a la conversación de antes.
A.- Permíteme presentarte a los miembros de la casa. Isis –toma a la chica que antes CJ vio abrazarle en forma de bienvenida- ahora tu hermana y quien te ayudará a entender como irán las cosas dentro de casa. Espero puedan llevarse bien juntas ya que ahora serán los principales miembros de la casa.
Isis es una chica menor a CJ quizá uno o dos años, de aproximadamente unos 1,30 metros. Complexión media, piel aperlada y de pelo negro lacio. La mirada de sus ojos negros muestra una tranquilidad inusual, como la de un cachorro dentro de una nueva casa, no para de ver con detenimiento lo que se encuentra en su entorno. Del tipo analítica y reservada.
Pisadas y el sonido al raspar madera resonó a través de las paredes, seguido de un ladrido vuelve el perro de antes acompañado de otro de menor tamaño, no tan robusto, pero igual de largo. Este de pelo negro con manchas blancas parece ser más tranquilo en comparación al primero visto.
A.- Ah, y aquí está Björn quien será el encargado de la casa en cuanto yo no esté. El dirá que se hace y que no, así pues, deberían de hacerle caso si no quieren que les muerda o algo peor en lo que yo no estoy. Su hermano menor Örn por supuesto también estará, aunque yo no me fiaría tanto de este último… -terminó en tono bromista-.
El día terminó sin muchos más ánimos que en su principio. CJ fue llevada por Isis al cuarto que compartirán; una habitación de 5mx5m con dos camas, 3 muebles para guardar ropa y una mesa de trabajo con su respectiva silla. La iluminación era proporcionada por una ventana fija –esta daba vista al bosque tras la casa- y dos focos circulares de luz blanca al igual que casi todos los cuartos de la casa.
En el baño que había en el 2do piso la iluminación era más bien tenue a tono sepia y de gran tamaño, con dos partes, una del tipo de baño occidental cerrado y la otra con un jacuzzi tipo piscina que abarcaba de esquina a esquina el final del cuarto.
A ambas chicas les fueron encomendadas diferentes tareas domésticas durante la tarde –por supuesto Isis iba de vez en cuando a ver como avanzaba la nueva con ellas- al tiempo en que Aldaír paseaba por la casa haciendo otras cosas. Solo se perdió la calma un momento en que se escucharon ruido en un cuarto bajo las escaleras, era un gimnasio adaptado en lo que alguna vez fue el sótano.
Cuando CJ intentó ver lo que pasaba, atraída por su curiosidad y las ya aburridas tareas ininterrumpidas, esta fue detenida por Björn al llegar frente a la puerta del cuarto. Asustada, fue al cuarto de descanso para preguntar a Isis sobre que era el cuarto de abajo y porque no dejaba Björn entrar o siquiera ver dentro. Esta solo le miró fijamente y volvió a su trabajo sin siquiera decir una palabra, dándole a pensar que quizá le estaba evitando –eso o era irrespetuosa-.
Casi dando las 8 de la noche fue que salió Aldaír del cuarto de abajo y tras tomar una ducha caminó a la cocina con solo unos pantalones cortos. Llamó a los perros e Isis trajo de la mano a CJ para tomar asiento en la mesa cerca de la cocina. Aldaír saco unos platos para perro y sus respectivas croquetas para servir a los perros, acomodó un par de sartenes y abrió la alacena tras servirles.
A.- ¿Les parece algo de verduras y huevo?.–Ninguna negó ni afirmo dicha propuesta- Vale, pues será eso…
Encendió dos hornillas de la estufa, en una mete verduras mezcladas a una hoya y agua para hervirlas mientras que en la 2da vierte varios huevos en un sartén con aceite, espolvorea algo de sal en ella y vuelve donde el refrigerador. En su momento CJ pudo observar las manos de Aldaír pero ahora que se encontraba vestido solo con un pantalón corto y descubría su torso, puede ver mejor su aspecto.
Era magro, aunque no se veía como una mole de músculos es seguro que estaba muy ejercitado, tenía varias cicatrices por todo el cuerpo, unas blancas otras se veían con el brillo de la luz y pocas que fueran recientes. De pelo negro y voz pesada, no suele alzar la voz, pero lo que más le temía eran esos ojos, esa expresión que casi nunca ha cambiado desde que se presentó en La Casa.
CJ estaba sentada en una silla frente a Isis, esta solo se quedaba viendo a Aldaír atentamente y sin apartar la mirada. Le escaneaba con los ojos de un lado a otro, le seguía con la cabeza. Mientras terminaba de cocinar y sacaba platos para servir ella misma se preguntaba para sus adentros por qué Isis no ha pronunciado una palabra desde que entro a la casa.
No exclamo o se quejó cuando se le cayeron aquellas cajas con zapatos en el cuarto de arriba, tampoco cuando Björn le ladro al pasar por la puerta del cuarto de abajo.
A.- Ya está lista la comida, siéntanse libres de pedir más si es que lo desean.
Con los platos en la mesa ya servidos, todos se dispusieron a comer, CJ comió con energía pues la comida de La Casa no era mucha y carecía del sabor de algo bien preparado o mínimamente cocinado. Por supuesto no duró mucho.
Isis termino antes que ella. Ya había llevado su plato en el fregadero y limpio sus labios con agua. Volvió donde la mesa, Aldaír se encontraba en medio de esta –la mesa era rectangular- y continuaba comiendo lo que le restaba de comida en su plato. Isis se metió por debajo de la mesa y avanzó hacia Aldaír hasta llegar a sus pies.
CJ no entendía que estaba pasando hasta que Aldaír empezaba a moverse un poco desde sus caderas y sonidos tal cual como se hacen al apretar una botella de crema que ya casi se va quedado sin relleno o al destapar el biberón de un bebe. Los perros han terminado de comer hacer rato y ahora se disponen a salir del cuarto, para luego ir arriba. La situación se volvía cada vez más incómoda con tales sonidos –por lo menos para ella ya que ellos no parecen darle importancia-.
Estando así varios minutos, que para ella parecían horas. Se preguntaba si luego él le haría hacer lo mismo así ella no quisiera. ¿Para esto fui vendida?, ¿Para saciar los deseos de un degenerado, un pervertido, un criminal?, no soy más que un vil objeto para saciar sus propias fantasías y deseos y ¿siquiera importa?.
No logra aguantar más la escena y se levanta para intentar caminar fuera de la cocina pero es interrumpida por la voz de Aldaír.
A.- ¿Te vas?…oh, cierto. Aun no te he dicho todas tus obligaciones. Espera un momento.
Él se viene dentro de la garganta de Isis y se dirige hacia CJ, no sin antes recibir una “limpieza” primero. Le toma del brazo y le jala para llevarla rumbo a las escaleras que dan al 2do piso. Por supuesto ella no está para nada cómoda con la situación anterior y el cambio repentino de actitud no le daba tiempo para analizar el ambiente ahora.
CJ.- Eh…?,no!. No!, déjame!.
A.- Estas sucia, necesitas limpiarte para lo que sigue. No me gusta sentirlas así. Ven.
Capítulo 2:
El 2do incidente
¿Alguna vez has golpeado un tablón de madera?. Cuando golpeas un tablón de madera, dependiendo del tipo y grosor de la madera, suele ser producido un sonido grave y seco; razón por la cual no es tan atractivo los hogares hechos de madera netamente. Al igual que en las películas de terror, la madera rechina y produce sonidos particulares.
Ahora imagina como sonaría los ruidos producidos por 40kg siendo casi arrastrados, además de los pataleos y uno que otro golpe en el forcejeo. Afortunadamente el que la casa esté tan amueblada hace que no se mantenga el eco o resuenen los ruidos en las paredes.
La parte más difícil fue subirla por las escaleras, una pierna totalmente extendida a contra escalón y de espalda al piso hace muy difícil moverla, era repetir la acción cada 4-5 escalones. Es lo mismo que pasa cuando alguien más grande y pesado intenta moverte tomándote de uno o ambos brazos, uno solo tiene que bajar un poco, extender los brazos y formar un V en horizontal, simple física pero efectiva.
Ya entrados en el cuarto de baño, fue otra cosa. No forcejeaba tanto -mayormente porque se le había acabado gran parte de su fuerza-, pero ello no quería decir que no fuese a intentar irse, por ende, la puerta tenia seguro con llave. Había que desvestirla y abrir la llave para preparar el baño. Conforme cada prenda caía al suelo se tapaba con alguna extremidad, intentando ocultar de la vista aquella piel al descubierto.
El caer del agua era el único sonido dentro de la habitación, los ahora ocupantes de dicho lugar guardaban silencio pétreo tal como si un par de niños tras pelear y verse en medio de la reprimenda de su madre. Que viene ahora, ¿darse la mano?. Tras poco tiempo la llave para y solo queda el goteo, Aldaír se giró en dirección a la chica y le toma de las manos, separándolas de su cuerpo, agachado toma ambas piernas de los tobillos y como si de un bebe se tratase le cargó con ambos brazos.
Aunque a fuerza y sin pedir su consentimiento, el toque era delicado y eso aun en el momento en que le deja en la tina de baño, dejando bajar de último la cabeza que se encontraba descansando en el ante brazos. El agua no era fría, ligeramente caliente más bien –al tiempo, le dicen-. Aldaír empezó a sacar artículos de higiene personal de un estante cercano, colocándose a un costado de la tina fue ordenando los artículos.
La escena producía incomodidad, C.J. era incapaz de mantener la vista en la dirección de Aldaír, -no pensemos siquiera el verle directamente- todo ello recordaba a los baños nocturnos que una madre le hace a los hijos más pequeños. Abrazando ligeramente sus piernas, inclinada, con el agua hasta el cuello y con ojos atentos, esperando un cambio en la escena o el goteo de rítmico de la llave.
Ya pasado un rato bajo el agua es que empieza el baño, la esponja pasa de abajo a arriba en el “aprieta y absorbe” del agua. Va tocando cada parte de su cuerpo con suavidad, sin dejar la firmeza, buscando, en un rastreo cada rincón. En el principio al final es que poco a poco va tocando las zonas más erógenas, una tras otra.
En ellas el tacto es diferente, una de otra, tratándolos con sumo cuidado y de forma supone, ella, es la adecuada. Tras el sexo y llegando la esponja al nivel del ombligo es que para no solo la resistencia sino también la vergüenza y timidez de su exposición al desnudo. Ahora solo queda el disfrute del tacto de la esponja y la cálida agua que brota de esta.
Quizá por el ambiente, el trato al bañarle o el cambio del arduo y prolongado trabajo al ahora cálido y placentero baño, es que se empieza a calentar; tal como un ligero resfriado de verano que persiste a pesar de la medicación. Dejarse llevar por el momento puede no ser lo mejor, pero… la tentación es demasiada.
Aunque la situación no haya sido producida de la mano de su propia voluntad, ello no evita el gusto por la misma. El rose del agua, el tacto de la esponja, el toque rítmico de la mano entre el paso de la esponja y su posterior exprimida para cambiar el agua…todo ello se vuelve cada vez más y más placentero. El cuerpo suele ser traicionero pues la piel sabe lo que desea, y ello no depende de nuestra decisión.
Aldaír toma un poco de shampoo en una mano y lo revuelve entre ambas para después tomar del cabello a C.J. y tirar de su cabeza hacia atrás haciéndola reposar sobre el borde de la tina, extendiendo todo el cabello y revolviendo el shampoo en círculos en toda la extensión de la cabellera.
Enjuaga y repite dos veces más. Cual son de la música el corazón sigue un ritmo y este aumenta en sintonía, pero como todo ha de terminar. El agua para junto con el tacto, de forma extrañada pues, termina por ser confortable al grado de ser una distracción.
Aldaír con una toalla en hombro le extiende la mano a C.J. , está acepta con menor incomodidad a la que antes mostraba. Le rodea con la toalla mientras gira la perilla de la puerta, al abrir la puerta Isis estaba parada a lado de ella. Sin decir nada camina a lado de ambos en lo que Aldaír toma a la recién bañada C.J. en brazos camina un poco en dirección al pasillo de fondo y entra a una habitación –Isis no entra con ellos, ella se queda fuera de esta-.
La habitación es bastante grande, unos 5×8 metros, completamente amueblado y una ventana panorámica que apunta a las afueras de la casa, un par de muebles para ropa u otro uso, una gran cama que llega a las mediaciones de la habitación –con soportes en cada esquina y adornos en la madera ya de por si decorada con grabados-.
Aldaír giró en dirección a un armario en mitad de un muro, este al abrirlo nota que va aún más al fondo del muro, multitud de ropa estaba doblada y bien ordenada a través de ganchos o cajones expuestos. Se podía apreciar distintos tipos de ropa en variedad de colores –aunque predominaba el blanco-.
Toma un conjunto de ropa situada en uno de los cajones, era una camisa de tirantes y unos shorts cortos con doble tela que daba impresión de ser una falda con bike-shorts por debajo. Rebusca un poco más entre los ganchos y toma un par de calcetas largas de licra color blanco a rayas rosas.
Una vez con la ropa puesta, C.J. se ve por demás tierna con el conjunto seleccionado. Si no se moviese parecería ser una de esas muñecas de porcelana cuyas mujeres adineradas de avanzada edad tanto buscando acumular de forma egoísta en una vitrina a la vista de los demás.
.- Toma asiento.–le dice Aldaír mientras coloca dos banquillos a lado de la cama que saco por debajo de la misma-.
Ella asiente sin más, él se sienta tras de ella y empieza a cepillarle el cabello, tomándolo de poco con la mano contraria a la que ya lleva el cepillo. El paso entre el cabello es continuo y sin mucha fuerza más que la que toma al trabarse con enredones del mismo –extrañamente-.
Su pelo castaño parecía brillar tras el baño, el aroma del jabón aún se percibía en el aire que le rodeaba. Un reloj en el cuarto, encima de la puerta sonaba cada segundo, ya había llegado la total oscuridad fuera de la casa y los grillos empezaban a sonar poco a poco.
Entra un poco de viento por uno de los paneles de la ventana, fresco, por la altura en que está la casa. Poniendo atención al sonido se puede escuchar el sonar de las hojas en los árboles, agitadas por el aire. Un lugar tranquilo, le hace sentir calmada consigo misma.
.- Hoy dormirás conmigo.
.- …?!
Fue lo único que dijo tras terminar de arreglarla, no era una orden, era una afirmación. “¿Por qué?” no era la pregunta, “¿Y luego de eso?” más bien. Claro está no fue sino hasta llegada un poco más la noche y el ya cambiado es que fueron a la cama.
El llevaba puesto un short de tela delgada pegada al cuerpo, sin camisa. A ella no le cambio la ropa ya que al no estar acostumbrada al clima sería mejor para ella estar bien arropada. Acostados, juntos, boca arriba ambos miraban el techo de madera. Aldaír bajó a C.J. debajo de su hombro y rodeándola con un brazo, hace que repose su cabeza en su pecho.
Terminar así tampoco es que haya sido fácil ya que tímidamente y gracias a las mismas sospechas de sus intenciones, la chica no le cedió sin más. Rígida y pasando del temor al repudio por su tacto, como mover una puerta oxidada; a fuerzas. Lentamente quedaron acostados, cubiertos por las sabanas, al nivel del pecho para Aldaír, al cuello para C.J .
Queriendo o no cae dormida bajo las sabanas que les cubren. Pasado un tiempo indeterminado despierta, aun sujeta por el brazo de Aldaír –¿no se ha movido nada mientras dormía? -. Aún siguen los sonando los árboles, pero el viento se ha aligerado y los grillos ya no cantan.
Bien podrían ser la 12 am o 4 am, uno no sabe en esta región donde el crepúsculo dura tanto y el alba no llega a anunciarse hasta llegado casi el medio día. Puede escucharse sonido blanco, aunque entre tan grande cuarto no se notario el movimiento gracias a lo bien amueblado que está, bien podría ser posible escuchar el rechinido de los pasos.
-. Sigh~ *¿podré hacerlo?, ¿los perros estarán dormidos ya?, la puerta no tiene seguro, ¿verdad?…*
Es ahora o nunca. El brazo de Aldaír es pesado para ella, pero eso no importa, lo que importa es salir del cuarto sin que despierte. Girar la perilla con cuidado y abrir la puerta lentamente. El pasillo parece vacío, no se ve que los perros estén en este piso de la casa.
Cada escalón rechina a pesar del bajo peso de C.J. por ello es que ir tan despacio como sea posible es obligado –¿si alguno de los perros la ven comenzarían a ladrar? -. Solo las luces de la cocina y el pasillo de arriba están encendidas, lo demás queda a sus ojos para ubicarse sin llegar a topar con algún mueble en sus cercanías.
C.J. se dirigió hacia la cocina pues recordó que Aldaír colocó un llavero cerca de las hornillas cuando preparaba la cena, deberían de estar allí si es que cerró la puerta. Al girar y dar un paso en frente se topó con Isis medio dormida cerca del refrigerador –tal parece bajó por un vaso de agua-.
El sueño nunca se había alejado tan rápido de Isis, estuvo a punto de abrir la boca y tirar el vaso de agua que estaba en la mesa si no fuera porque C.J. se lanzó hacia ella tapándole la boca y tomándole del brazo mientras le susurraba tan bajo como le fue posible en tal situación tan tensa…
.- NO, vayas a gritar o decir nada. EL bajará y nos castigaría con cosas malas. Lo sabes, ¿verdad?, que tipo de cosas.
Isis asentía con la cabeza sin poder decir nada, sus ojos no se abrieron por la sorpresa, pero sí que su cuerpo lo expresaban. Solo después de haber asentido C.J. bajó la mano liberando su boca y tiró de la otra mano de Isis, juntándolas pensó tan bien cómo podía de lo que iba a pronunciar.
.- Ti-tienes que irte conmigo!, no podemos quedarnos aquí más tiempo. Tu tampoco quieres seguir haciendo “eso” con él, ¿verdad?. Debemos irnos ahora que está dormido y los perros no están cerca para detenernos.
Sus palabras eran enérgicas y agitaba un poco el cuerpo de Isis mientras lo decía. Pero Isis solo mostraba pavor al escuchar las palabras de su posible salvadora que, desesperadamente buscaba sacarle de esta vida a la que se le había forzado a vivir. Isis solo negaba con la cabeza, pero C.J. insistía con otras palabras.
Apretaba aún más las manos de Isis, desesperada por una respuesta afirmativa. Pero ella seguía negándose con la cabeza aún más, poco a poco rechazaba el tacto de ella y empezaron a tirarse la una a la otra –el juego de ceder y tirar-. Sus ojos se estaban empañando de próximas lágrimas y dando un fuerte jalón que le liberó de su agarre dio varios pasos rápidos, pero cortos en dirección a las escaleras.
¿Tanto le temía como para dejar ir una oportunidad de ir por su libertad aun cuando tuviese ayuda?, ¿ya era caso perdido o era ya de lleno que le ha gustado el trato de él?, el, quien le tiene como propiedad. ¿Quién podría dejarla ir a la boca del lobo sin siquiera intentar evitarlo?, no ella claro está.
C.J. le siguió el paso, insistiendo, intentando en más de una ocasión pararle tomándola de algún brazo u hombro –intentos, al fin y al cabo, pues no pasaron de ello-. Giraron a la derecha e Isis paró al tiempo en que pisaba el primer escalón. C.J solo atinó en decir unas ultimas cosas al ver que podría ser su último momento en que Isis le escuchará hablar.
.- No puede ser que no desees tu libertad. Que no-…
Isis no paró porque titubeara por algo que dijo C.J . En el 2do piso, al final de las escaleras estaba uno de los perros que Aldaír puso como guardián de la casa. Su pelaje a tonos blancos le distinguía de entre la oscuridad, era Örn, quien permanecía en silencio y solo observaba a ambas chicas bajo las escaleras.
Como si de una emboscada se tratase, Björn apareció 1s después a lado de Örn. La respiración se agitó, el cuerpo se puso rígido, dos tablones del piso rechinaron, C.J. sudó “frio” y en un momento, durante un apretón de nudillos Örn ladró en advertencia.
C.J. se giró y empezó a correr en dirección a la puerta con esperanza de llegar a la puerta y que esta no estuviese cerrada, o de lo contrario los perros le atraparían y dios sabe que es lo que le espera después de eso. En el 1er paso Örn y Björn saltaron al unísono, desde el primer escalón al único descanso de la escalera llegó Björn, mientras que Örn a pie de piso.
En el 2do paso Björn vuelve a saltar, Isis se pega contra la pared esquivándolo al tiempo en que voltea la vista hacia Örn, quien lanza una mordida a la pierna trasera de C.J. , esta falla a centímetros del sóleo. Un 3er paso, esta vez más largo y con fuerza, así empieza realmente su carrera.
Llegado el 4to y en medio del 5to Björn y Örn resbalan a través de la madera durante un salto. Ya solo quedan 2 metros para la puerta. 6to paso, Björn es pisado en la cara por Örn con ambas patas traseras, C.J. estira la mano derecha en dirección a la perilla. 7mo, toca la perilla y va dar vuelta, Örn se lanza contra ella, apoyado por el peso de Björn que intenta levantarse.
La otra mano toca la perilla, Örn abre el hocico de par en par y mientras cae incrusta sus caninos detrás de la rodilla, le siguen los incisivos. El peso del perro hace caer hacia un lado a C.J. y Björn le sigue, tomando de uno de los brazos que la chica intentó alzar. Isis sigue observando a pie de las escaleras sin decir nada. Los hocicos se abren y vuelve a cerrarse en otro espacio de las extremidades.
Con la espalda tocando el piso, ella empieza a forcejear, pero es inútil, no tiene la fuerza ni la destreza como para quitarse los perros de encima. Golpea la cara de Björn con la mano abierta y patea a Örn varias veces, tras desistir en ello intenta levantarse, apoyada por la puerta. Los perros sueltan las extremidades y se dirigen al pecho. Le bajan lo poco que pudo alzarse.
Sangre corre por el piso de madera, poco a poco las heridas empiezan a brotar sangre. Örn no pudo incrustar sus caninos adecuadamente en el pecho de la joven y estos rasgan la parte baja del pecho hasta llegar al nivel de las caderas, donde toca el hueso de la pelvis. Björn rompe las costillas más bajas del tórax, la chica grita con fuerza, algo bajo debido a que el aire de los pulmones sale, producto de la fuerza de las mandíbulas del perro.
Örn retrocedió un momento y buscando donde morder se lanza a una de las piernas y sus caninos se incrustan justo arriba de la rodilla (aductor). Cual muñeca de trapo empieza a ser sacudida de lado a lado, la escena no puede ser peor ante los ojos de Isis quien mira horrorizada. Con las manos en las orejas intentando no escuchar gritos ahogados que instintivamente sabe, no deberían de ser posibles en otras situaciones.
El pulgar de una de las manos de la chica se incrusta un momento en los ojos de Björn y este retrocede al tiempo en que la misma patea dos veces al que queda en su pierna, la primera pega debajo de las costillas, pero no basta para que le suelte, la 2da en cambio golpeo directo en la entre pierna, el perro hizo un alarido y en respuesta ambos perros se enfurecieron.
C.J. se voltea y vuelve tomar la perilla de la puerta, pero esta vez no es para abrirla, en vez de ello es para intentar levantarse. Se jala a si misma hacia arriba con toda la fuerza que le queda –una costilla de las rotas se mueve y le produce gran dolor-. Ambos perros muerden cada tobillo y la jalan abruptamente, esta cae y su mentón golpea contra el piso de madera –un sonido seco se produce-.
Ambos perros le presionan contra el suelo, lanzan mordida tras mordida en su espalda, con casi el conocimiento perdido y falta de fuerzas debido a la pérdida de sangre, queda a merced de los perros. Isis no soportó más y gateo la mitad de las escaleras antes de acelerar el paso. Örn cambió de parecer y mejor mordió la clavícula en el principio del hombro.
La sangre empezaba a esparcirse alrededor de su cuerpo y el piso. Desde la perspectiva de la chica no había más que sangre y poco a poco el dolor se le iba, sentía menos dolor a cada segundo que pasaba, su cuerpo se sentía frio y los músculos se le entumecían. Cada vez que parpadeaba su vista se veía cada vez más borrosa y, en algún punto, dejó de escuchar sonido alguno.
Entonces…se rindió.
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