mi ultimo invierno (version)

mi ultimo invierno (version)

lexis

28/09/2025

Era un día soleado y lindo, para ser sincero, pero tal vez lo único malo era que tenía que ir al hospital. La verdad, no me gustan mucho esos lugares; siento como si me hundiera en ellos.

Mi nombre es Neul y soy estudiante de administración. La universidad a la que voy no es muy reconocida, así que, aunque te la mencionara, probablemente no sabrías cuál es.

Mientras entraba al hospital, un sentimiento de nostalgia me invadía. Sentía como si ya hubiera estado allí muchas veces… tal vez por eso no me gustan.

—Señor Neul, es su turno —dijo la doctora, mirándome de una forma extraña.

Simplemente pasé a la sala, la saludé y me senté, distraído mirando mi celular. Fue entonces cuando ella, con voz firme pero algo contenida, me dijo:

—Joven, ¿sabe que no le queda mucho tiempo, verdad? Pronto morirá. Aproximadamente le debe quedar un mes más. Sé que no es de mi incumbencia, pero… trate de disfrutar ese poco tiempo que le queda.

Me le quedé viendo a la doctora por unos momentos, pero sin más, asentí y me paré para irme.

mientras salia de la habitación algo extrañado … ¿tal vez era eso? No soy bueno para identificar lo que siento, la verdad. Pero mientras pasaba por los pasillos me sentía más pequeño, más frágil… ¿más inútil? La verdad, no lo sé.

Salí del hospital con un sentimiento extraño que recorría mi mente y, tal vez, mi corazón también. La doctora me había dicho que mi enfermedad me estaba matando poco a poco y que, tan solo, me quedaba un mes de vida; justo al comenzar el mes de invierno.

No es que me desagrade el clima frío, pero desde hace un tiempo el invierno, por alguna razón, me generaba rechazo. Sentía que el aire helado me recordaba la soledad que yo mismo había creado al alejarme de la gente.

Intenté consolarme para poder calmarme, recordando que, a pesar de todo, aún estaba rodeado de muchas personas. Salí lentamente del hospital sin mirar a nadie ni a nada en particular, aunque mi mente trataba de aferrarse a un pensamiento que no lograba identificar.

En ese momento, recibí un mensaje:

—Neuuuul, ¿quieres ir a pasear hoy? ^^ —decía el texto.Lo miré algo confundido.

Jun era, por decirlo así, mi amigo más cercano. Había estado conmigo aproximadamente tres años, al menos eso recuerdo con claridad. Con cierta duda, y buscando distraerme.

—Claro, te veo ahí, Ju —escribí, quedándome un rato mirando el botón de enviar.

Al final, lo mandé con cierta duda. La verdad, me parecía raro que me hablara así de la nada, porque ni siquiera estudiábamos lo mismo. Sin embargo, a veces nos mandaban a hacer trabajos o proyectos juntos, así que, de alguna forma, ya conocía a Jun desde antes.

Tal vez no he descrito bien a Jun. Es un chico honesto, pero muy ingenuo y nervioso. Aunque su apariencia firme y sus ojos marrones oscuros —que a menudo sus lentes ocultan— le dan un aire de alguien inteligente y admirable. A comparación mía, que soy de contextura delgada a pesar de ser alto, no lo soy tanto como él, así que realmente me considero bajo.

Me han dicho que mis ojos son como cuencas: no reflejan nada ni a nadie. Por eso siento que mis ojos son lo más raro de mi apariencia. Tienen unas ojeras rojizas por sobarme frecuentemente los ojos, así que no veo por qué Jun gusta de mirarlos; eso es raro. Hace un tiempo me doy cuenta que recuerdo casi todo, aunque…

Yo, en cambio, no recuerdo bien cómo lo conocí. Solo sé que fue durante un accidente cerca de mi casa.

Miré el reloj: ya eran las cinco. A pesar de eso, yo ya estaba cambiado desde hacía rato, como si hubiera estado esperando irme de mi departamento. Mi celular sonaba una y otra vez, al punto de molestar a cualquiera con poca paciencia, como yo, así que lo dejé en la mesa y salí rumbo al encuentro.

La verdad es que mi mente seguía dando vueltas a la situación del hospital, mientras, en parte, me daba cuenta de lo diferentes que somos él y yo. Él es amable, y su voz, con solo escucharla, logra calmarme. En cambio, yo soy seco e imparcial al hablar.

Me sorprende que seamos amigos, realmente. A veces me pregunto qué pensará él de mí…

—¡NEUUUUUUUUL! —gritó una voz detrás de mí.

Era Jun, su cabello se movía suavemente con el aire de la tarde. Quien lo viera pensaría que estábamos en una cita por lo arreglado que iba.

—Hola, Jun. ¿Cómo has estado? —le pregunté con cierta duda.

—Oh, te cuento que han pasado varias cosas, como las que te había comentado la semana pasada…

Cada vez que ese chico hablaba, me perdía más en la conversación. No sé si él se da cuenta, pero debería intentar prestarle más atención para no parecer desinteresado en lo que dice.

—¿Sabes que el cielo en la universidad se ve lindo, no? —dijo Jun con una voz que intentaba incitarme a mirarlo.

Aunque no le presté mucha atención al inicio, entendí rápido a lo que se refería, porque se detuvo un momento para admirar el cielo con calma.

—¿Sabes que el cielo en la universidad se ve lindo, no? —dijo Jun con una voz que intentaba incitarme a mirarlo.

No le presté mucha atención al inicio, entendí rápido a lo que se refería, porque se detuvo un momento para admirarlo con calma.

—Uhmm… el cielo, sí, es lindo. Aunque realmente, nublado hace que se vea más familiar, por decirlo así —respondí irónicamente. La verdad, no entendía por qué mirarlo si siempre estaba ahí.

—Eres pésimo admirando cosas, Neul. Se nota que no entiendes por qué es lindo… el cielo, obviamente —

dijo Jun algo nervioso, trabándose un poco. Luego, como si quisiera aclarar sus propias palabras, me preguntó en qué pensaba exactamente, para dejar claro que hablaba del cielo.

Jun seguía insistiendo en que el cielo era lindo, mientras yo desviaba la mirada. Al final, no pude evitar soltar una risa corta y lo empujé a propósito. Para nosotros era como un juego, obviamente no nos íbamos a empujar fuerte… o eso pensé.

Jun, en eso, me empujó y yo casi me caigo. Aunque no estaba molesto, me daban ganas de ver su cara si le gritaba… y eso hice.

—¡Maldito bastardo, qué te pasa! ¡Se supone que era en joda! —

grité un poco fuerte, lo suficiente como para que el chico pelicastaño retrocediera un poco antes de reírse de nuevo.

Al final, yo también terminé riéndome, porque al principio realmente se había asustado.

Jun se había distraído un rato con algo que vio, así que aproveché para comprar algo de comer. Llevábamos ya como dos horas caminando, creo que incluso le habíamos dado cuatro vueltas a todo el patio… y sin mentirte, ese patio es enorme. Yo ya estaba un poco cansado de tanto andar.

Vi que cerca había unos panecillos de carne, así que llevé tres. Sí, tres, aunque éramos dos. Pero ya conozco a Jun: es un maldito hambriento y fijo iba a querer comerse el que yo me comprara.

Como si fuera un perro, se me acercó mirándome fijo, sabiendo perfectamente que traía algo de comer. Aunque yo le decía que no traía nada, él insistía una y otra vez. Al final, suspiré y le di el bollo de carne mientras yo empezaba a comer el mío.

—¿No me invitas más? —preguntó con esa cara que sabía usar para que cediera.

Lo miré un rato en silencio y, sin decir nada, saqué el otro que guardaba en el bolsillo de mi saco y se lo entregué.

—¿Y qué tanto más vas a querer caminar? —le pregunté, porque la verdad sentía que me haría quedarme toda la noche dando vueltas si no se lo decía.

—Pero hace tiempo no nos vemos, aparte siempre andas ocupado, Neul. Seguro ya te quieres ir y dejarme de nuevo —decía Jun, poniendo una cara de enojo fingido.

—Sí, ya me quiero ir, ando cansado… pero no es como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que salimos, ¿no? —le respondí, algo dudoso.

Me miró enojado, pero la verdad me importó muy poco; andaba molesto porque el saco que traía no abrigaba nada.

—No nos vemos hace dos meses, tonto —dijo Jun, con un tono que sonaba más triste que molesto.

Lo miré y respondí:

—Bueno, eso no es mucho, creo. Igual, siempre que andamos juntos te pones a molestarme.

—¿Qué te parece si un rato más? —me dijo, tratando de convencerme.

Y pues… aquí estoy, más perdido que nunca, porque me moría de frío y Jun ya me estaba aturdiendo un poco con todo lo que contaba. Este chico parece que habla hasta cuando duerme, y lo peor es que seguro lo hace, porque no entiendo cómo no se traba al hablar.

De pronto, sentí que alguien tocaba mi hombro. Jun se quedó mirándome, parecía que quería decir algo, pero dudaba. Finalmente, con una voz temblorosa, lo soltó:

—Neul… sabes, creo que debo confesarte algo. A veces haces que mi corazón lata muy rápido y no sé si es porque… bueno, ya sabes. Tal vez… tal vez solo creo amarte.-

Lo miré confundido al inicio, pues todo pasó muy rápido, y no es como si esperara que de un día para otro ese chico se me confesara.

—¿Acabas de decir lo que creo que dijiste, Jun? —le pregunté, mirándolo serio. Sentía que era una broma, porque ¿a quién se le ocurriría declararse en el campus de la universidad, a mitad de la noche, y para colmo con un chico?

No es como si sintiera algo por él… ¿o sí? Si me pongo a pensarlo, es lindo, amable y nunca me ha tratado mal, pero es raro que dos chicos salgan.

—Neul, deja de pensar que estoy bromeando con eso. Tienes ese mal hábito de murmurar lo que piensas sabes —dijo Jun, interrumpiéndome—.

Dejando eso de lado… me gustas desde hace un año. Aunque al principio se me hizo extraño a mí también, ¿sabes? —agregó mientras movía sus manos como si buscara una explicación.

Al escuchar sus palabras, me senti enojado Ni yo mismo sé por qué… o quizá sí lo sé. No es que la idea me desagradara o que jamás hubiera sentido algo por él, pero… ¿cómo podría amarlo sabiendo que no podría estar con él el tiempo que merece?Sin darme cuenta, las lágrimas que guardaba en lo más profundo de mi corazón comenzaron a brotar.

—Neul, ¿estás llorando?

—No, estoy riéndome, tarado —dije con la voz un poco quebrada y burlona.

—No hace falta que me mientas —dijo, como si entendiera lo que pasaba en mí, como si supiera exactamente lo que estaba ocurriendo.

Murmuré:

—No sabes nada, Lee Jun, no sabes nada —y luego lo grité. Por alguna razón me sentía aún más molesto que antes. Solo sentía que no estaba bien, todo esto definitivamente no estaba bien.

—Neul, por favor, cálmate, ¿sí? —sin querer, oí la voz triste y confundida de Jun. Me sentí culpable… para qué mentirte, mi reacción fue inmediata.

Lo interrumpí abrazándolo mientras me acurrucaba en su hombro mientras intentaba calmarlo, aunque yo mismo no podía. No podía verlo, pero sentía su desesperación.

Él se sorprendió al inicio por mi reacción tan inesperada, porque yo no soy así. No me gusta ser tocado, pero quería que viera que estaba ahí y que no estaba solo, aunque confundido.

Vi cómo se acercaba un poco para abrazarme y, al principio, me sentí raro, pero no te mentiré… me gustó cómo se sintió. Después, solo sentía su calidez y su honestidad.

—Te amo, Neul… sé que es raro —lo dijo tan nervioso, pero luego aclaró un poco la voz antes de mirarme de nuevo.

Jun —me apartó un poco antes de seguir hablando—.

Sabes que si me rechazas no me enojaré y podremos ser amigos igual, ¿no?…

Lo interrumpí y le dije:

—Me gustas, pero no quiero—.

Dudé en decirle la verdad: si a mí me afectó, ¿cómo le afectaría a él? Le agarré el rostro con ternura y él acomodó su rostro en mis manos mientras cerraba un poco los ojos.

—Olvida lo que iba a decir después.

Sí, me gustas, de hecho… —hice una pequeña pausa para pensarlo— de hecho, mucho, Jun.

que de verdad tambien te gusto? yo pense que me rechazarias por como te pusiste que bueno saber que es mutuo y no era solo idea mia -dijo

Ese chico que antes se veía confundido y nervioso ahora se veía asombrado pero también alegre de escuchar las palabras que dije, y me sonrió con dulzura. Hice lo mismo.

Me di cuenta de que era muy tarde, pero la verdad quería quedarme un rato más, así no le incomodaría a la gente que pasaba, ¿no?

Sentí que él se estaba avergonzando un poco de que lo vieran, así que decidí cortar su vergüenza besando su frente. Luego me paré del asiento, estirando la mano para que me siguiera. Volteé a verlo, pero…

—N-neul… —dijo Jun trabándose al hablar —. ¿Podrías hacer eso de nuevo cuando lleguemos a tu casa…?

Lo miré sonriéndole y asentí con la cabeza. Jun bajó la mirada, intentando ocultar el rubor que comenzaba a teñirle las mejillas, mientras una pequeña sonrisa se escapaba de sus labios.

Ese gesto, tan simple pero tan lleno de significado en mi parecer, hizo que el frío del invierno Se aproximaba pareciera menos cruel, como si por un momento el mundo entero se hubiera vuelto un poco más cálido.

Igual me quedé extrañado por lo que dijo, porque en ningún momento le dije que lo llevaría. Pero bueno, él es así, hace lo que quiere. Aun así, igual me gustaría que venga, tal vez para mirar una película o cocinar algo, como siempre hemos hecho de niños… Espera, ¿por qué digo «de niños»

si lo conocí hace poco según yo? Hmm, solo estoy dando muchas vueltas al asunto. Mejor solo sigo caminando a su par.

—Oye, Neul, ¿de verdad me dejas quedarme hoy en tu casa, o recién te percataste de lo que dije? —dijo Jun, burlándose y acercándose un poco a mí.

—Ah… sí, te voy a dejar quedarte, pero aléjate de mí —dije, medio sonriendo para que no notara lo que me dolía… de que hubiera reaccionado antes que yo.

Lo traté de apartar, aun sabiendo que no podría porque el desgraciado tiene más fuerza que yo. Y se acercó aún más a mí.

—Ya quítate, nadie nos quiere ver así —le dije por impulso.

—Pfff… te avergüenzas de que nos vean juntos cuando tú literalmente me besaste en la frente hace un rato —

me dijo, sabiendo que eso me molestaría, pero yo no le iba a dar el gusto de molestarme.

—¿No te han dicho que eres muy molesto, Jun? —le pregunté, con ganas de molestarlo de vuelta.

—Sí, me lo han dicho muchas veces —respondió con una sonrisa bien amplia, como si no le importara un carajo.

—¿Así se puede saber quién? —le dije, mirándolo con un poco de confusión.

—Tú me lo dices cada vez que te molesto. Aparte, los del grupo de YTS (grupo de videojuegos) también lo dicen —dijo, un poco fastidiado.

—Pfff… ¿la gente de un juego en línea cuenta? —le pregunté mientras ya entrábamos por el portón de la parte por donde vivía.

—Cambiando de tema, Neul, ¿me podrías prestar ropa? Me olvidé de traer… no pensé que aceptarías, la verdad —

me dijo, como si no se hubiera esperado nada de lo que pasó hoy.

—Sí, yo tampoco me esperaba aceptar, pero al parecer tú ya venías con la idea de quedarte a dormir en mi casa —

le respondí, mientras le tocaba el hombro a modo de juego.

—Ya entremos, te estás muriendo de frío —dijo, quitándose su bufanda mientras me la ponía alrededor del cuello.

—Pfff… ¿estás tratando de ser romántico? Ni siquiera somos pareja y ya te intentas hacer el caballero —

le dije, molestándolo un poco, aunque era cierto; en ningún momento ni él ni yo propusimos salir.

Se mantuvo callado mientras yo agarraba su mano y lo guiaba hacia mi departamento. Aunque, sí, me entró curiosidad de cómo se veía mientras lo guiaba; sabía que si lo volteaba a mirar, se pondría aún más nervioso de lo que ya estaba.

—Por fin llegamos —dije con voz de alivio, ya que estaba cansado de usar los zapatos y del frío.

Ahora sí me volteé a verlo y noté que tenía todo el rostro… lloroso?

Al principio no entendí si era sudor o si realmente estaba llorando, pero vi que sus ojos, los cuales eran hermosos, ahora estaban un poco rojizos. Me acosté sobre su regazo; la verdad, estaba cómodo, pero yo lo seguía mirando. Ya me sentía culpable, así que me levanté un poco y acerqué mis manos hacia su rostro.

—Jun, sabes que estaba bromeando —lo miré, un poco culpable por lo que dije antes mientras llegábamos.

—No me gustó tu broma, Neul —me dijo, con la voz un poco más desanimada.

Suspiré y acerqué un poco su rostro al mío para mirarlo mejor.

Ese chico, que por algún motivo estaba tan apegado a mí, se sintió dolido por un comentario que, si hubiera sido de otro, probablemente no le importaría nada. Ese chico, con ojos tan lindos y un brillo que me gustaba, lloró.

—Neul, deja de acercarte tanto a mí, car—

Lo interrumpí con un beso. Bueno, no sé si a eso se le puede llamar un beso; solo sé que nuestros labios estuvieron juntos mientras sentía su respiración cerca de mi rostro y ese nerviosismo suyo que nunca podía faltar. Corté el beso y lo miré.

—Tomemos esto como una disculpa, ¿te parece? —dije, tratando de minimizar que ambos habíamos dado, por primera vez, un beso… y que fue con un chico.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS