Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (19 de 32)

Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (19 de 32)

Arte Lancelot

14/08/2025

Las aventuras de Super Perico


Un amo digno de su sirviente

Primer movimiento


Décimo noveno movimiento: Marca de la bestia

Versión en audio:

Según la historia que contó Chloe a Super Perico y Mariazinha; el club de policías aficionados CPAN surgió como un engaño de los adultos para impedir que Astrid escapara del hospital.

La niña había intentado fugarse en varias ocasiones; aunque con malos planes, sin ayuda y abundante palabrería. Todos terminaron en completos fracasos. Al respecto, Astrid se justificaba con orgullo afirmando que fueron más experimentos que verdaderas fugas.

Pero los guardias advirtieron a su padre que lo conseguiría tarde o temprano. Sería el resultado del poco apoyo o por algún fallo de la escasa seguridad del hospital. Después de todo, el arresto por internado hospitalario era una actividad ilegal. No se suponía que el edificio fuera utilizado como una prisión.

La escuela Dayamai no estuvo exenta de complicidad en el secuestro. Ishbel, la maestra de liderazgo en el hogar, temía que Chloe la ayudara a escapar y no dudó en amenazarla para obtener su colaboración.

Pero no era necesario, a su amiga le parecía brutal y estúpido todo lo relacionado con los policías aficionados. Los consideraba un desprestigio para la política del país. Aunque su posición no era tan radical como para apoyar al doctor Sancho, despreciaba a la famosa cooperativa que promovía y defendía los intereses de la investigación informal.

La maestra Ishbel y el padre de Astrid intentaron presionar a Chloe para juramentarse con la señal del conejo:

—Si yo hubiera escrito la Biblia —les dijo la niña—. Mirar por morbo un pizarrón AAC sería pecado; y la señal del conejo sería la marca de la bestia por mayoría de votos.

Rechazó agresivamente cooperar con la señal del conejo, se dice que incluso llegó a golpear al padre de Astrid. Fue entonces cuando surgió el CPAN. Como alternativa a la señal del conejo, propuso la idea del Club de policías aficionadas para niñas. Vivirían una completa farsa que sustituiría los planes de escape. Absorbería su tiempo e imaginación con compromisos inútiles.

Chloe se sentía terriblemente conmovida por el violento accidente que atrapara a Astrid en el hospital. No sintió ningún remordimiento por colaborar y evitar que su amiga se matara en cualquier momento.

Consciente de su poca edad e inmadurez, prometió que el CPAN no haría otra cosa que jugar a las muñecas y perder el tiempo. Si con teatro le hacían creer a Astrid que todo fue su idea, el compromiso sería mucho mayor. Para tener credibilidad y obligarle a cumplir sus obligaciones inventó la estafa de las recompensas; que además podría ser utilizada para destruir al CPAN si llegara a ser necesario. Además, le impondrían un reglamento truculento destinado a entorpecer cualquier investigación de verdad.

—¿Qué parte del reglamento entorpece la investigación? No lo entiendo. Aunque no lo leí, lo poco que recuerdo me parece razonable —preguntó Mariazinha.

Chloe se rio de la ingenuidad de su amiga:

—Me inventé como cuatro o cinco trucos—su expresión revelaba cierta complacencia en su propia astucia—. Por ejemplo, lo del voto unánime para admitir cualquier ayuda o nuevo miembro… Yo siempre votaré en contra.

—¿Otro truco? —preguntó Super Perico.

—No se puede gastar dinero en investigaciones sin autorización de tus padres.

—¿Y eso qué tiene de truco?, es lo que hacen los padres —interrogó Mariazinha.

—¡Por Dios, es obvio! El poder real es del padre de Astrid quien no nos va a dejar nunca hacer absolutamente nada.

—¿Y los juegos con muñecas…? Tu siempre te quejas.

—Soy la mejor actriz de la escuela. Forma parte de mis obligaciones principales. No me gustan las farsas, pero quiero mantenerlas a salvo del mundo real. 

«Hablando de muñecas: ¿cómo se come eso de un perico ayudando a cuatro niñas? —Cambió de tema y se volcó contra la supermascota—. La enfermera Jade me contó que como proyecto de ciencias en el colegio; logró criar un perico travesti. Siendo honesta, supongo que podemos olvidarnos del asunto por un par de semanas. Pero te advierto que a quien quiero yo es a mis amigas; no a Super Perico.»

El pájaro, que estaba molesto por el último comentario, interrumpió para tomar la palabra:

—Lo siento, pero, aunque el reglamento del CPAN lo prohíba. Ayudaré a Astrid.

—En mi opinión tu eres el villano, periquito. Pretendes arruinar la vida de cuatro señoritas, incluyendo la mía. Las llevas por el camino de la imprudencia. Quieres jugar con fuego aprovechando tus poderes y nos pones en peligro irresponsablemente. Eso también es un crimen…

—Respetaré el mundo de los humanos aunque todo lo hagan al inverso que las aves. Pero entre periquitos existe un derecho sagrado… el derecho de morir por tus parientes. Y si Astrid ha tomado su decisión. Me siento obligado como supermascota a apoyarla y protegerla con mi vida.

—Tengo curiosidad por la lista de esos derechos sagrados —dijo con sarcasmo—, pues tengo algunas sospechas. Yo también tomé mi decisión, me niego a cooperar. Somos niñas… Quizá por tu falta de perspectiva nos ves como gigantes. No entiendes el grave error que cometes.

Super Perico y Mariazinha se iban a marchar, pero Chloe los detuvo. Tenía una opinión muy favorable de su propio poder de convencimiento y había mucho que intentar aún:

—¿Iban a pedirme un consejo?

—Sería pérdida de tiempo —respondió el ave.

—Quiero escucharlo, me interesa.

—Astrid me ha pedido que la ayude a escapar y planeo secundarla. Quería pedirte consejo sobre el tema, pero ya sé tú respuesta —explicó nuestro buen pajarillo.

Chloe que había permanecido sentada durante el diálogo anterior, se puso de pie. En su expresión parecía como si creyera que de un golpe hubiera ganado la conversación, y que solo le faltaba declarar el jaque mate:

—No, no sabes mi respuesta. Dime: ¿la vas a mantener? ¿por cuánto tiempo? Si no eres capaz de responder de forma inteligente a mis preguntas te exijo que dejes a Astrid en el hospital o atente a las consecuencias —la amenaza de Chloe mostraba que estaba decidida. Una mueca de triunfo iluminó su rostro.

Pero Super Perico y Mariazinha ya habían preparado su respuesta. La victoria no sería tan simple de conseguir como Chloe se imaginaba. 

Explicaron sus planes con lujo de detalles. Astrid, internada en el hospital, ya había fabricado un ‘pericomóvil’, como ella misma lo había bautizado. El pájaro sacaría a la niña volando a bordo de una especie de trampolín sostenido en su parte superior por un aro metálico. Admitieron que no habían tenido oportunidad de realizar pruebas al diseño, pero la prisionera aseguró que resistiría su propio peso.

Chloe reconoció que nadie dispararía a una niña volando en un pericomóvil; y que el plan sería exitoso si conseguían evadir a sus probables perseguidores.

Para la alimentación y la mayoría de los consumibles utilizarían ¡¿pajaritos?! Un grupo de aves amigas aceptaron servir de buenas samaritanas para tan curiosa empresa.

—He conversado con muchos pajaritos, y me han garantizado su cooperación. Hemos hecho experimentos para asegurarme que tendremos lo necesario para una chica. Mariazinha nos ha asesorado con todos los detalles —el héroe parecía muy satisfecho con los preparativos.

Chloe arrugó la cara, y les exigió los pormenores. Sus interlocutores estaban muy contentos con sus explicaciones. En vez de ocultar parecían dichosos de compartir sus ideas.

—Mariazinha escribió una lista de artículos, y los pajarillos consiguieron la mayoría. El resto lo trajo ella misma —explicó el ave.

—¡Ya consiguieron todo un ajuar…! —exclamó Chloe con cierta burla.

—Queríamos estar seguros de poder conseguir todos los artículos de la lista.

—Les creo que una vez les haya funcionado, pero me preocupa el paso del tiempo… —dudó Chloe de tales propuestas.

—Repetimos el experimento por tres días seguidos. Ya los pajaritos están entrenados y en buena disposición para hacerlo todo el tiempo que sea necesario.

—Hay algo que no encaja… ¿puedo leer tu lista? —solicitó la chica no muy convencida de lo que oía. Todavía los dejaba hablar. Se contenía en su reproche. Quería tener la mayor cantidad de detalles posible, antes de dar su sentencia.

—No la traigo conmigo —se excusó Mariazinha.

Estuvieron como una hora entretenidos con abundantes detalles curiosos de su plan. El escondite estaba cerca de un riachuelo, por lo que no debían temer la falta de agua. Chloe no pudo convencerles de la necesidad de tener acceso a electricidad y medicinas dictaminadas por personal competente. Un grupo de perritos callejeros aceptaron trabajar como sistema de seguridad a cambio de un poco de comida.

—Danos tu opinión —solicitó finalmente nuestro héroe.

—Pues concluyo que su plan es convertir a mi amiga Astrid, en una delincuente que lidera una banda de pajaritos ladrones.

—¿Por qué ladrones? —preguntó el perico.

—¿Lo roban o no? No creo que ustedes paguen nada, deben haberlo hurtado. Astrid terminará en el infierno por ladrona. Y tú, Super Perico, serás el culpable.

El ave lo último que quería era ofender a los ángeles o a Dios. Ante tales quejas estaba sumamente preocupado. Sabía que los seres humanos son las criaturas más celosas de sus pertenencias. Aunque fuera una buena causa estaba exponiendo a Astrid a serios problemas ante Dios y ante los hombres.

—Me has convencido, yo no quiero que una niña se condene al infierno humano por mi culpa. Como siempre estoy muy confundido y no estoy seguro de que camino tomar —hubiera dicho que se daba finalmente por vencido, pero…—. Quisiera pedirte otro consejo: ¿crees entonces que deba devolverla al hospital?

—¿Qué quieres decir con devolverla al hospital?—Chloe estaba furiosa.


-Siguiente entrega disponible el 15 de setiembre del 2025
-Libro completo disponible en octubre del 2026


Ver también: Un amo digno de su sirviente, Arte Lancelot

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