Cazando a la Muerte

Cazando a la Muerte

Sbersecker

26/04/2025

                            I: Mackenzie Graham

                                                                               Lunes 14 de Octubre del 2024, Santiago de Chile

Exhalo el humo de mi cigarrillo con los ojos cerrados, la brisa helada golpea mi rostro y el sol mañanero me saluda con una sonrisa burlesca; me agarro el puente de mi nariz con molestia, este dolor de cabeza me estaba matando de mil maneras, pero necesitaba mantener este trabajo, las cosas en casa de mis padres no estaban yendo muy bien y aparte debía mantener mi propio hogar, era una carga muy pesada para alguien de 29 años, aún así, no podía abandonar a mis amorosos padres que dieron todo en su vida para criarme.

Mi teléfono suena con un mensaje que ingresó en el grupo de la oficina, habían citado a una reunión urgente en diez minutos. Tiro el pequeño cilindro de tabaco al piso, acabando con su forma original al restregar mi zapato de tacón negro. Desenvolví una goma de mascar sabor menta y la introduje en mi boca, a nadie le gustaba el olor a cigarro tan temprano por la mañana. Abandono el área de descanso que se encontraba en la azotea del gran edificio de la empresa, que constaba de diez pisos, mis pasos resuenan por el pasillo blanco de cerámica y me detengo al estar en frente del ascensor, arreglo un poco mi falda de tubo color roja que se había subido hace unos instantes y peino algunos cabellos rebeldes antes de que se abriera la puerta de par en par, mi rostro muestra una sonrisa ensayada al ver al CEO de la empresa para la que trabajo, hago una pequeña reverencia y me hago a un lado para que pueda pasar, sin mirar al hombre que es jefe de todos, ingreso en el espacio reducido para dirigirme a mi cubículo y buscar algunos documentos antes de la reunión.

— Ve tú en mi lugar a la reunión, tengo cosas más importantes que hacer — mencionaba la voz masculina, tan gruesa que retumbaba entre las cuatro paredes del ascensor.

— Pero señor… — su secretaria, una mujer de unos 40 años, intenta sin éxito decirle algo.

— Ya sabes que no me gusta repetir las cosas — dejándola con la palabra en la boca, camina en dirección al Penthouse, al cual, solamente él tenía acceso.

La mujer de cabello color cobre y ondulado se apresura a entrar de vuelta en el ascensor, detengo la puerta por ella ganándome una sonrisa de agradecimiento por su parte, sus ojos se veían cansados pero tenían un hermoso color rubí, parecían dos bellas joyas que brillaban a pesar de verse derrotada.

— Gracias — su voz era dulce, me hago a un lado y solo asiento, guardando silencio.

Una vez el ascensor se detiene en mi piso, bajo despidiéndome con cortesía de la mujer y camino haciendo resonar mis pasos hasta mi cubículo de la oficina. En frente de ella estaba Hall, mi compañero de trabajo idiota, que no sabía hacer nada más que llevarse el crédito por mi esfuerzo.

La oficina no era demasiado grande, ya que esta sección contaba sólo con seis personas, comparando esto con el resto de la empresa, nosotros éramos una mínima parte de todo. Nuestras tareas se basan principalmente, en revisar el trabajo de otras secciones para cerciorarnos de que todo estuviera en orden sin ninguna falta ortográfica o alguna palabra estuviera fuera de lo normado antes de la impresión del periódico o la publicación de este en formato digital. Aún así, me sentía cómoda aquí dentro, no era demasiado luminoso pero tenía una hermosa vista al estar frente al parque Bicentenario, no había mucho ruido y el sonido de las aves cantando me ayudaba a centrarme en mis tareas. Por dentro, las paredes eran de un blanco opaco, pero nosotros nos habíamos encargado de adornar con algunos cuadros artísticos y una que otra foto de nosotros en algún paseo de trabajo.

— Graham, necesito que me pases tus apuntes de lo que hemos redactado — Hablaba Hall con su voz rasposa, era un hombre atractivo pero solamente eso.

— No los tengo conmigo… Pero ve a la reunión, ya los llevo — claramente mentí, está vez no le iba a permitir pisotearme, no por ser un hombre de 50 años iba a permitir que me tratara como su secretaria, ambos teníamos el mismo nivel en la empresa.

— Más te vale, mocosa — al estar solo los dos, salía a relucir su verdadero rostro.

Hall abandona la oficina murmurando insultos a mi persona, pero decido ignorarlo, no vale la pena ponerme a su nivel, tenía mejores cosas que hacer. Rebusco entre mis archivos y doy con el que me importaba, hace poco se descubrieron doce cuerpos de mujeres, todas rondaban los 25 y 40 años de edad, de distinta etnia y ninguna estaba relacionada entre sí, aún no han podido descubrir cuál es el método que utiliza para elegir a sus víctimas y este ha sido el tema más tocado entre los habitantes de la ciudad estos últimos meses. Nos habían encargado investigar al respecto a Hall y a mí, pero claramente me llevé todo el trabajo yo sola mientras él salía a perder el tiempo con la excusa de realizar trabajo de terreno, aunque siempre volvía con una marca de beso en el cuello de su camisa.

Con los documentos en mano camino en dirección a la sala de reuniones en donde ya estaban todos los jefes reunidos y nuestros compañeros de oficina, me siento a un lado de Danae, es quien mejor me cae en este lugar, era una mujer sencilla y cauta, pero era amable conmigo y me hacía sentir bienvenida. Su cabellera dorada brillaba bajo los faros de luz que iluminaban el cuarto y sonreía al hablar con los demás, al verme su sonrisa se ensancha más y me saluda con mucho entusiasmo.

— Veo que Hall no despega la vista de ti, se firme y no dejes que te arrebate tu trabajo — me aconseja susurrando en mi oído.

— Tranquila, tengo un plan — le sonrío de manera auténtica, eran pocos los que lograban eso en mí.

— Bueno, silencio… Yo estaré presente en representación del CEO… El señor Hunt… — la misma mujer que estuvo conmigo en el ascensor, entra con una carpeta llena de papeles en sus manos.

— ¿Dónde está el CEO, Jimena? — pregunta Kim, nuestro supervisor.

— Él… Tuvo algo urgente que atender, pero grabaré la reunión junto a todas sus investigaciones para que pueda revisarlo más tarde — Se notaba el nerviosismo en su forma de hablar y moverse — comencemos con la reunión…

Los primeros en hablar fueron Kim y Danae, ambos habían sido asignados a múltiples casos aislados que llevaban un par de años sin ser resolvidos, ninguno relacionado con el otro y que tenían una particularidad única, debido a que todas las mujeres y hombres tenían ojos de color azules o verdes, el mas raro fue una adolescente de ojos color pardo, una de las primeras victimas en aparecer hace 10 años, si bien existen teorías de que puede ser el mismo asesino, solamente queda en eso, ya que no diferencia en rango de edad y el modus operandi en cada muerte era distinta.

A pesar de tener un montón de archivos de cada caso, las pruebas eran insuficientes para llegar a un buen puerto, por lo que todas esas familias seguían sin saber quien les había arrebatado a sus seres queridos. Luego de una pausa, Jimena fija su vista en la lista de participantes de la reunión y en los temas a tratar hoy, luego fija sus ojos en Hall.

— Señor Hall, es su turno junto a… — vuelve a leer la lista — La señorita Graham…

Hall se pone de pie algo nervioso, aún no le entregué mi investigación por lo que no tiene nada para exponer y no conoce sobre el tema, debido a que… bueno, perdió el tiempo.

— Bueno… La verdad es que… — sus manos sudaban, lo noté por la forma en que pasaba sus manos por los costados de su pantalón.

Me pongo de pie con una expresión seria en el rostro.

— Yo investigué el caso, ¿Puedo? — miro directamente a Hall, quien me fulmina con la mirada.

— Por favor, empiece — me da el pase la mujer de bellos ojos cansados.

— Gracias — Hall toma asiento con su rostro de un color rojo intenso, en cualquier momento explotaba de furia — Nuestro ignoto suele escoger a sus víctimas dentro de las edades de 25 a 40 años, todas mujeres. Han sido encontradas con partes faltantes de su cuerpo, la policía cree que se las guarda como trofeo, pero en cada una de estas mujeres, la parte faltante es distinta, por lo que se cree, que es parte también del por qué las elige…

Comienzo a proyectar en el Data de la sala de reuniones imágenes censuradas de los cuerpos, junto a fotografías de las víctimas cuando estaban vivas; también adjunté información básica como sus nombres, edades, a lo que se dedicaban, dónde residían y el lugar en el que cada una fue encontrada. Mis compañeros evitan mirar las grotescas imágenes, que a pesar de haberlas pixelado, seguían siendo muy fuertes y traumantes para cualquier ojo humano.

>> Un perfilador contratado por el FBI, indica que el sospechoso es un hombre entre 26 y 40 años, debido a la fuerza con que varios de sus huesos fueron partidos, todas ellas tenían una fisura en sus cráneos, hechos con un objeto sólido, aún no definen bien que arma utilizó para noquear a estas mujeres, pero no hay uso de cloroformo o alguna droga inmovilizante en sus sistemas…>>

Procedo a mostrar unas muestras del TC (Tomografía computarizada) que me cedieron los detectives del caso.

>> Cómo pueden ver en la siguiente imagen, la hendidura en su caja ósea de su encéfalo, es demasiado profunda, pero no lo suficiente para alcanzar a los nervios o algún músculo del cerebro, aplicó la fuerza suficiente para que la víctima quedara inmóvil pero consciente. Con estos datos reunidos, la policía quiere publicar un reporte ocultando solo mínimos detalles para que las mujeres de nuestra ciudad estén más seguras. Aunque sin un testigo, es muy difícil hacer un retrato hablado para que haya una muestra de cuál es el aspecto de este hombre o mujer… Eso sería todo lo recaudado por el momento…>>

Unos aplausos pausados y elegantes me sobresaltan, mi atención se centra en la puerta de la sala, la cual, no había escuchado abrirse. Parado allí, recargado en el marco de la puerta vistiendo un traje azul oscuro y unos zapatos de diseñador negros relucientes, una sonrisa de lado que mostraba sus blancas perlas recién pulidas, estaba nada mas ni nada menos, que nuestro CEO, Einar Hunt.

— S-Señor… Creí que dijo… Dijo que no iba a poder venir… — Jimena se mostraba nerviosa al igual que todos los presentes, yo me mostraba imperturbable.

Cómo había hecho anteriormente, en mi rostro puse la mejor sonrisa ensayada, que solo usaba aquí en la oficina.

— Señor Hunt, no lo esperábamos — hago una leve reverencia.

— Esa presentación fue… Muy completa — sus ojos se iluminaron al ver la imagen reflejada por el reflector — ¿Cuál es tu nombre?

— Ella es la señorita Graham, señor… — responde por mí, Jimena, quién se gana una mala mirada por parte del magnate.

— Le pregunté a ella, Jazmín —

— Es.. Jimena, señor… — otra vez la miró fríamente, lo que la hizo retroceder.

— Mackenzie Graham, señor… Ese es mi nombre — captó su atención, lo cual la pobre mujer agradece.

— ¿Quién está a cargo de esta investigación? — Hall se pone de pie, volteando a ver a nuestro jefe con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¡Yo señor! Fue un trabajo en equipo, pero debo ser honesto con usted, ella realizó ese espléndido trabajo gracias a que salí a realizar investigación de terreno — Con Danae intercambiamos miradas y ambas rodamos los ojos.

El CEO arrugó el entrecejo debido a su interrupción, sus orbes cafés estaban vacíos y hacían temblar a todos los presentes.

— Desde hoy quiero que Graham esté a cargo, solo ella puede investigar este caso. Tienes un mes para reunir pruebas y ayudar a la policía a encontrar a nuestro ignoto… No queremos que aparezca otra mujer muerta — dicho eso se retira sin antes pegar un grito dirigido a Jimena — ¡Quiero esa grabación de la reunión en mi escritorio para ayer!

Jimena salió disparada para la oficina del CEO, pisándole los talones. Todos en la sala de reuniones suelta un suspiro de alivio, se sentía la tensión y el miedo que todos le tenían al nieto del dueño de la empresa. Para mí no era así, Einar Hunt no era más que otro niño rico y guapo, al cual todo se le había dado en bandeja de oro desde que nació.

— Felicidades, Mac — Danae me regala un abrazo apretado.

— Felicidades, Graham. Estuviste estupenda — Kim, nuestro supervisor me dio unos golpes suaves en la espalda.

— Sí… Un verdadero diamante en bruto — escupe Hall fingiendo una sonrisa, su voz sale forzada.

— Gracias a todos — digo dirigiendo mi especial atención a él, nadie se metía conmigo.

— Bueno, sigamos trabajando. Todos regresen a la oficina y a sus respectivas tareas — ordena Kim y todos le obedecemos.

La siguiente parte del día me la paso sentada en mi cubículo llamando a mis informantes para saber si descubrieron algo nuevo, pero desde la última víctima que apareció hace dos semanas, no ha vuelto a asesinar, por lo que aún no se encuentran pruebas frescas sobre el asesino que estaba arrasando en masa con las mujeres de nuestra ciudad. Sin embargo, algo me decía que pronto iba a matar de nuevo, solo que no habría forma de evitarlo…

— Mac, ya es la hora de salida — me despierta de mis pensamientos Danae, colocando su suave mano en mi hombro.

— Sí, nos vemos mañana. Termino esto y me voy a casa — le sonrío a lo que ella asiente y se despide, abandonando el espacio cerrado.

— Debes estar contenta — escupe su veneno Hall, con los brazos cruzados y recargado en su silla, mirando hacia mi persona como si quisiera arrancarme los ojos.

— Mucho — respondo de manera sínica sin despegar mi vista de la pantalla de mi laptop, estaba terminando de escribir unos últimos detalles de mi investigación para poder irme a casa a descansar.

— Eso fue un golpe bajo, somos un equipo … Y ahora resulta que te quedaste con mi caso — golpea de repente el mesón.

— De un inicio este fue mi caso, tú no hiciste nada —

— ¡Cuida como le hablas a tus superiores, maldita malcriada! — se levanta de golpe, haciendo que levanté mi vista hacia él.

— Tenemos el mismo rango… Y si lo piensas, Hall… Ahora yo soy tu superiora — guardo el documento y apago el computador tomando mi abrigo y mi bolso para ponerme de pie — ahora sí me permites… Debo irme a casa.

Lo dejo con la palabra en la boca y salgo del lugar con la cabeza arriba, orgullosa de ser mejor que él. En el ascensor reviso mi teléfono que no paraba de sonar, era mi mejor amiga, Ruby; una chica hermosa corpulenta de 30 años, a quien conocí cuando teníamos catorce años ambas, solo nos llevábamos por un par de meses, ambas habíamos sido unidas desde el minuto uno en el que nuestro caminos se habían cruzado aquel día, en dónde unos chicos no paraban de acosarme y ella había sido mi salvadora.

Decido no responder los mensajes pero si le marco, necesitaba contarle de lo excelente que fue mi día a pesar de no haber querido venir hoy, me iba a casa con una gran sonrisa en el rostro.

— Que raro… Hace un rato no paraba de escribir… Pero no responde — despego el teléfono de mi oreja para leer esta vez mejor los mensajes, a los cuales solo le había echado un vistazo — Con razón, se fue de fiesta…

Ruby Evans era una preciosa mujer que trabajaba en un restaurante como la Chef principal, por lo que decían los mensajes, habían recibido críticas excelentes de parte de un famoso degustador y un cliente VIP que había llegado esa tarde, por lo que todo el equipo salió a festejar.

— Ya mañana la llamo — guardo el teléfono y al entrar al estacionamiento para caminar a mi auto, veo una sombra escondida detrás de unos pilares y unas manos de mujer recorriéndole la espalda — Los jóvenes de hoy en día …

Ignoro al hombre alto que me daba la espalda y que parecía estar comiéndose la boca de aquella mujer para desbloquear mi auto y subir en él, sin más tiempo que perder lo hago arrancar y salgo del estacionamiento de la empresa, pasando por el lado de la pareja, del cual alcanzo a ver su perfil, resultando ser Einar Hunt, nuestro CEO; de la mujer sólo había alcanzado a ver su cabello lacio que le cubría el rostro.

— Un Don Juan — suelto con fastidio para luego salir perdiendo de vista el gran edificio.

Al llegar a casa lo primero que hago es darme un baño, estaba leyendo más información sobre el asesino cuando alguien hace sonar el timbre. Me pongo de pie estando en pijama y abro la puerta, dejando ver a una hermosa mujer, un poco más joven que yo, tenía el cabello atado en una trenza de lado, de color rojizo fuerte con algunos mechones más oscuros, sueltos de manera rebelde, sus ojos eran de color verde esmeralda y su rostro pálido tenía unas cuantas pecas. En sus manos, un pastel adornaba la imagen desprendiendo un delicioso y dulce aroma que me hizo tragar saliva.

— ¡Hola! Soy tu nueva vecina… Vine más temprano a saludar pero no había nadie y ya saludé a todos nuestros demás vecinos… Vivo en el departamento A406… Espero podamos ser amigas — su actitud alegre me hizo retroceder un poco, sintiendo de repente como si invadieran mi espacio y mis barreras, pero debía ser un adulto funcional y sociable.

— Hola… Soy Mackenzie Graham… Vivo aquí en el A404… Un placer — es lo único que sale de mi boca, ella sin dejar de sonreír extiende el pastel en mi dirección.

— Hice esto para ti… Mi nombre es Ally, solo Ally — tomo el pastel y ella al tener sus manos libres las esconde detrás de su espalda, pero no pasa inadvertidas para mis ojos, las cicatrices.

— Gracias… Lo comeré ahora… Quieres pa… — Soy interrumpida.

— Debo volver a casa, aún no termino de desempacar. Pero espero podamos estar más en contacto. Fue un verdadero gusto, Mackenzie — sin dejarme decir nada más, se escapa escondiéndose de vuelta en su departamento.

Me quedo parada un momento en el pasillo observando a su puerta algo confundida, al principio parecía estar bien pero cuando la invité a pasar su semblante cambió a uno de… Asco. Quizás solo eran ideas mías, por lo que cierro la puerta detrás de mí, dejando el pastel guardado en el refrigerador, ya lo comería mañana antes de ir al trabajo. Termino de leer informes policiacos a eso de las tres de la mañana, reviso de nuevo mi teléfono sin tener un nuevo mensaje por parte de Ruby, de seguro seguía divirtiéndose por ahí, le dejo un mensaje de buenas noches y me acuesto en mi cama para dos personas a dormir, me gustaba tener un gran espacio para estirarme en la noche.

A la mañana siguiente seguía sin tener respuesta de mi mejor amiga, el último mensaje enviado por mi solo tenía un check, ni siquiera le había llegado, con un poco de preocupación marco a mi madre una vez estando sentada en mi auto. El pitido suena unos minutos hasta que la voz joven de mi madre responde algo somnolienta.

— Hija… nunca llamas tan temprano, ¿Ocurre algo? — sonrío al imaginar su cabello cobrizo corto despeinado y como aún no abre sus ojos, negros como los mios.

— Sí, solo quería saber como estaban y… — hago una pequeña pausa al detenerme en un semáforo en rojo — También llamo para preguntar si el señor Evans sabe algo de su hija…

Por cosas del destino, Ruby con su padre habían sido nuestro vecinos por años, desde antes de que nuestra amistad comenzara, pero que ninguna sabía hasta que nos encontramos por primera vez.

— Lo iré a ver junto a tu padre más tarde, quedamos en almorzar… ahí le pregunto, pero… ¿Por qué? — pregunta, con un tono de voz preocupado.

— Es que no puedo comunicarme con ella desde ayer… salió a festejar con compañeros de trabajo, de seguro solo exagero — le resto un poco de importancia.

— Te llamo si se de algo hija, por mientras enfócate en tu trabajo —

— Sí, madre… Bueno ya voy llegando a la oficina, seguiré tratando de contactarme con Ruby… nos vemos el sábado — con eso nos despedimos y cuelgo la llamada después de haberme estacionado.

El resto del día lo pasé pensando en mi mejor amiga, ya eran las tres de la tarde y ella todavía no respondía a los múltiples mensajes que no puedo dejar de enviar. Estoy con la mirada pérdida mientras muerdo la uña de mi dedo pulgar, pensando en que pudo haber pasado, cuando me despierta el ver como todos se ponen de pie y saludan a alguien en la entrada de la oficina, por inercia, imito este acto.

— Señor, bienvenido… ¿Se le ofrece algo? — Kim sudaba por la frente y se mostraba lo más sumiso posible ante el señor Hunt.

— Solo vengo a supervisar… es primera vez que bajo aquí — su rostro se ilumina al verme — Ahí estás — se acerca con demasiada emoción, que deja a todos confundidos, solía estar con una cara de perro y pocos amigos.

— Señor… — digo parpadeando varias veces, dormir tarde me estaba traicionando en ese momento y más sintiendo mis pensamientos en otro lugar, solo esperaba que no lo notara.

— Vaya, tienes unas ojeras enormes… ¿Todo marcha bien? —

— ¿Qué? — pregunto algo sorprendida.

— Pregunté… si todo está bien — su perfume golpea mi nariz y me hace querer vomitar, siento como se me nubla la mente, pero logro estabilizarme y sonreír.

— Sí… todo bien, señor. Estoy cien por ciento metida en la investigación… —

— Bien, por que de eso venía a hablar… una fuente me informó que tienen algo nuevo en la policía, quiero que vayas a recaudar lo que puedas —

— Sí, señor — pudo haberme mandado un correo, no entendía por qué molestarse en venir hasta aquí abajo.

— Eso es todo, no te sobre exijas demasiado, aunque esas ojeras no se te ven del todo mal — me guiña un ojo para después salir del lugar junto a Jimena.

¿Acaso acaba de guiñarme el ojo y darme un halago?

Solamente me quedo parada con el ceño fruncido, suspiro y tomo mis cosas para salir de inmediato a la policía.

— Suerte — me susurra Danae a lo cual solo sonrío.

En ese momento no sabía en el limbo y juego peligroso en el que me estaba metiendo.

——

Hola! Aquí el autor de CAM (Cazando a la Muerte)

si te interesa mi historia está en wattpad y en inkspired con el mismo nombre. Nos vemos ! <3 

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