Ver un labial rosa indeleble que compré en el 2018, en unas vacaciones familiares en Colorado, al instante pensar ¡este labial duró más que nosotros!
Y así, tengo muchos recuerdos, regalos, prendas, ropa, accesorios, cosas que pueden parecer «insignificantes» como papeles, agendas, cartas, que duraron más que nuestro matrimonio y siguieron conmigo. Pero estas son cosas inertes, sin sentimientos, sin traumas, sin dolor; quizás, con fecha de caducidad, como el labial, de cierta forma su mejor época ya pasó.
Ayer, recordé algo que me dio cierta tranquilidad: «lo que hoy estoy viviendo, de cierta forma ya pasó». Me explico, me estaba tomando una «selfie» y en seguida me di cuenta que mi celular, que ya esta algo obsoleto por cierto, estaba capturando las fotos con un atraso de unos segundos; las poses, por así decirlo, estaba viéndolas retrasadas en la pantalla, al instante de darme cuenta, eso me hizo relajarme, no estresarme porque en el mismo instante saliera «perfecta», porque de todas formar el celular lo iba a capturar tarde, así que, me relaje, me reí y me tomé un par de fotos. Al verlas, me encantaron, ya que me recordó a mi yo de antes, que vivía el momento.
Lo mismo pasa con las estrellas que vemos en el cielo, nosotros las vemos brillar y algunas tintinean, pero, en el tiempo y espacio de estas, muchas ya no existen, ya no están; posiblemente algunas murieron y explotaron hace muchos años luz, mientras que nosotros seguimos viéndolas brillar en la noche y asombrándonos.
«Las estrellas dicen que nosotros somos los fugaces»- Jorge Drexler
Increíble, mantengamos por un rato más esa idea. De la relatividad, el tiempo, espacio, luz y sonido, son diferentes según el punto de referencia.
Si creo en que ya todo esta por así decirlo «escrito» o predestinado, lo que tiene que pasar, sucederá.
La elección que elija, me tendrá que llevar a donde tengo que ir.
Eso, me hizo pensar también en mi pasado, del cual ahora, he sido una gran crítica, ¿porqué hice eso? ¿porqué no hice aquello? y se suman otros críticos a calificar mis decisiones.
Pero, si me transporto en el tiempo y en el espacio de esos instantes, entiendo porqué en ese momento tomé esas decisiones.
Recuerdo detalles, como por ejemplo, que en determinado momento deseaba con todas mis fuerzas trabajar en determinado lugar. A pesar que estaba recién graduada, la señora de Recursos Humanos no me quería allí, hice mucho papeleo y burocracia con tal de obtener una plaza en esa oficina estatal. En ese momento, la yo del 2018, se empecinó por hacerlo. En ese momento, me pareció una victoria, todo ese nuevo mundo me era muy interesante. Recuerdo que me atrajo las reuniones, ser la más joven entre profesionales más antiguos, tener cierto sentido de autoridad (o eso pensaba), ese salario que en ese momento me pareció grandioso. Yo hasta se lo pedí a Dios y él me lo dio; era para mi una gran oportunidad y la alegría en ese momento me desbordaba.
Sin saberlo, ese primer trabajo era un evento canónico en mi vida. Pude ir a otra empresa, es más ni trabajar y hacer un año sabático. ¿Fue malo trabajar allí?
Esa mitad de año en esa oficina estatal fue interesante, pero poco a poco se fue desvaneciendo la fantasía. Después del traslado de ubicación a una donde trabajé con otras áreas, toparme con gente de todo tipo, ver la corrupción, mala administración e injusticia que padece mi país, me di cuenta que ese sitio no era para mí.
Pero, aquí el evento canónico del que me refiero, allí conocí a mi ex, que en su momento, mi yo de esa época, decía que haberlo conocido fue «lo mejor que pude sacar de esa experiencia». Ahora, pienso todo lo contrario. Entiendo mi vulnerabilidad, mi falta de experiencia, el duelo no resuelto por la pérdida de dos abuelos, los cambios y salir de mi entorno de confianza, la constante duda que tenía de ¿Cómo voy a llegar a ser exitosa? Todo eso, se sumó, más un fuerte enamoramiento, producto de seducción, bombardeo amoroso, etc., que termino lastimándome y lo cual detallaré más adelante.
Pero, regresando al punto sobre los caminos y decisiones. ¿por qué me sucedió? Es decir, llegar allí, a ese trabajo, a ese lugar, a ese momento, en que coincidimos y nos conocimos.
Quizás tenía que estar allí, quizás me tenía que suceder. En ese momento, no lo vi como algo malo, lo sentí natural, hasta como una temporada de bendiciones. De igual forma, en el 2019 realmente pensé que estaba viviendo el mejor año que había tenido, empecé a descubrir mi independencia, salir, tener citas, abrirme a un nuevo mundo.
Ahora, quisiera que muchas cosas no hubiesen pasado, ni siquiera cruzar caminos ni miradas, es más, nunca conocerlo. Pero se que esto es imposible, es imposible revertir el pasado.
«No podemos cambiar el pasado, pero sí podemos aprender de él” – Gabriel García Márquez
También reconozco, que tuve voluntad en dichas decisiones; tuve voluntad de aplicar a ese trabajo, decidí acercarme a él y hablarle, ser atrevida e intercambiar números, de corresponder a sus intenciones.
En su momento incluso, fui yo quien le propuso un vínculo, de salir con él. Todo eso, en su momento me pareció mágico; si vuelvo a ese instante, y vuelvo a ver como espectadora esa parte de mi vida, para mí era un momento en que brillaba, era un pico, pero ahora es una estrella muerta.
Pasado el tiempo, aprendiendo a golpes y con lágrimas, puedo entender muchas mentiras que creí como verdades. Tanto en lo sentimental, como en el ámbito laboral.
Pero, la incomodidad, tarde o temprano, ha sido un catalizador, para el cambio.
Si, yo tengo responsabilidad y poder en mis decisiones. Pero a veces, ese criterio esta nublado, hay sesgos. Nuestras decisiones si están influenciadas por nuestro entorno, personas, creencias, suposiciones, etc.
Una buena elección, nace de la experiencia por fracasos y aciertos, tiempo, información, consejeros y también de los designios de Dios.
Pero, hay un factor que no pierdo de vista, es el factor de la entropía o variabilidad, o llamémosle «suerte» o providencia. Quizá sea una probabilidad muy baja, pero que al final influye en nuestras decisiones y en el camino que se elige. Alguien renuncia, queda una vacante, o alguien te recomienda o quizá solo nace una oportunidad debido a otra crisis que nada tiene que ver contigo; en mi caso, así me contrataron en ese lugar, por una crisis de Estado, una organización panamericana influyó para abrir esa plaza con fondos patrocinados; justo estaba terminando mi pasantía y mi supervisora era amiga de la que estaba contratando, me recomiendan, aplico y quedé. Ya trabajando allí, alguien faltó a esa reunión, quedó un espacio vació, mi jefa no quería asistir, me pide a mi que asista, me siento y ¡pum! se sienta él a lado mío y así nos conocemos. Providencia.
Quizás es aquí y ahora donde debo estar.
Y si pienso que quizás no fueron errores, si recuerdo todo lo bueno que en su momento vi y que me llevaron a tomar esa decisión, quizás me comprendo mejor y no me condeno.
Si doy unos pasos más hacia el futuro, con las herramientas que ahora tengo y la conciencia adquirida, entiendo mejor y trato de entenderme porqué no me fui antes de esa relación. Hacer estos viajes de tiempo y espacio, nos ayudan a comprendernos mejor y bajarle a la auto crítica.
Por ahora, solo relajarme, esperar, confiar que mi siguiente elección me lleve a un mejor camino, a una estrella más resplandeciente y que dure más tiempo.
-Sarf-
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