Emana de tus ojos
una luz radiante,
compases vívidos
hienden mi pecho
con filo constante.
No goteo,
mi sangre fluye,
se rinde al cauce
de tu sonrisa perpetua.
Ondas de mis latidos
resuenan en tu ser,
y en la oscuridad de mi noche,
tu amor arde,
brilla,
resplandece.
Si la vida me concede un sueño,
que sea tu hermosura mi destino;
con pecho erguido,
con puño cerrado,
te prometería cuidado,
como si de mí misma fueras fragmento.
En tus caricias,
la indomable esencia de una diosa,
y aunque vivo
de imaginaciones inciertas,
son noches iluminadas
las que inspiras.
Tú,
que ordenas mi albedrío,
que excitas mi alma,
que protagonizas cada rincón de mi mente…
En pocas palabras:
me encantas.
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