Las aventuras de Super Perico
Un amo digno de su sirviente
Décimo cuarto movimiento: Protectorado experimental
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La isla Ádulam era un protectorado de libre elección. Un régimen bastante peculiar que en los medios internacionales era considerado un experimento político, debido a su novedad y reciente historia.
A los escasos protectorados que habían adquirido esta forma de administración se les veía con desconfianza. No existía propiamente rechazo internacional a sus características. Muchos temían, sin embargo; una alta inestabilidad política que culminaría con el fracaso rotundo de las supuestas pretensiones de los creadores del régimen.
En su origen fueron creados con el propósito de lograr que islas excesivamente pequeñas que desearan la independencia, pudieran beneficiarse del intercambio cultural y económico internacional sin renunciar a su soberanía.
Por norma general, en los protectorados existía un tratado entre dos estados, uno mucho más poderoso e influyente que el otro. Normalmente la autonomía se consideraba un tanto ficticia y favorable al estado poderoso. Con el fin de aumentar su libertad e independencia, se crearon varias variantes políticas en dos direcciones principales: una fue el llamado estado protegido; y la segunda fue el protectorado de libre elección.
Ádulam celosa de una independencia quizá imposible de conseguir, optó en su debilidad por lo que en apariencia pretendía ser la forma de protectorado que aseguraba una mayor libertad y soberanía para el incierto futuro de la isla. Mundialmente no era la primera ínsula con este sistema de gobierno, pero todavía entonces se consideraba un experimento surgido de la inmadurez política. El futuro era completamente incierto. Las negociaciones de paz y la presión internacional lograron que la guerra independentista culminara en un anómalo protectorado con reglas forzadas para ambas partes.
¿Quién elegía al principal gobernante en un protectorado de libre elección? El legado mayor, como se le conocía a esa máxima autoridad, era elegido por el país protector según sus propios criterios. ¿Quién elegía al país protector? Lo elegía el pueblo con votaciones directas cada cinco años entre los países candidatos que hubieran firmado el respectivo tratado de postulación.
Su constitución casi no imponía limitaciones ideológicas o prácticas específicas al país protector. Si se cumplían los escasos requisitos; al menos en teoría, cualquier país del planeta hubiera podido asumir tal función. El Vaticano y otros países semejantes estaban excluidos. La experiencia amenazaba con que los religiosos se apoderarían de todas las islas con simples alertas de pecado (ABCD, 1234, p. 56).
Al legado mayor se le exigía el respeto absoluto a la constitución, cuyos asuntos pertenecían al Legislativo con completa autoridad e independencia en materia constitucional, muy superior a la del Poder Ejecutivo.
El legado mayor tenía autoridad para la creación de ciertos decretos, en especial de naturaleza militar y económica, que el Legislativo podía vetar por mayoría simple; aunque este proceso no era requisito para su aprobación.
La función del país protector era garantizar la seguridad militar. Además, con mucho más significativo en tiempos de paz: velaba por el bienestar y progreso económico de la isla. Asumía el rol de intermediario de comercio ante los demás países, facilitando a la población el acceso a las ventajas y tecnologías del resto del mundo.
Tal protección no se suponía gratuita en lo absoluto. En su función de principal proveedor de importaciones gozaba de grandes ventajas frente a cualquier competidor alternativo, apenas sin discusión. Podía monopolizar el comercio internacional de la isla y obtener lucro de tal ventaja; siempre y cuando pudiera abastecer con demostrada suficiencia y efectividad la necesidad monopolizada.
Dado el estado posterior a la guerra de independencia, la decadencia de la isla de Ádulam prometía ser un mal negocio para cualquier protector. Cinco años de pérdidas, cuyos costosos frutos serían disfrutados por otro país que ganara las elecciones en el futuro. No fue extraño que la crisis económica provocara que las palabras protector y benefactor se convirtieran en sinónimos en la jerga de los primeros años de independencia; los textos jurídicos no tardaron en llamar también país benefactor al país elegido popularmente.
Para que el beneficio no le resultara perjudicial u oneroso la constitución otorgaba el derecho de nombrar un legado mayor a su propio arbitrio, que defendería los intereses comerciales conjuntos de ambos estados. Era requisito que el legado mayor fuera nativo de la isla Ádulam, y se exigía su compromiso bajo juramento por el bienestar de la misma. Sin embargo, a consecuencia de su definición constitucional; el legado mayor era en términos prácticos, un sirviente que representaba al país protector.
Luego que Ádulam consiguiera independizarse parcialmente de Haram; el tratado de paz impuso al mismo Haram como su primer protector quinquenal sin ninguna votación. Pasados cinco años esta decisión fue ratificada mediante elección popular, y hasta la fecha de nuestra historia; el país original siempre había conseguido ser reelecto en las elecciones populares.
Pese a los positivos resultados electorales; no era lo mismo ser protector que dueño. Tanto la población de Haram como su gobierno, consideraban al sistema de protectorado de libre elección como un robo de sus derechos legítimos sobre la isla. Una imposición forzada de los organismos internacionales.
El gobierno era consciente que la pérdida futura del protectorado en las elecciones dañaría gravemente su credibilidad al interior del país. Además, afectaría negativamente su economía con la consecuente pérdida casi segura de enormes activos e inversiones.
Luego de las anteriores explicaciones, me preocupa que el lector considere que los detalles de la aventura que siguen a continuación contradicen la teoría expuesta. Pero no, no hay ninguna contradicción. Simplemente los cronistas nos limitamos a contar los hechos ocurridos por extraños que parezcan, o difieran de supuestos ideales teóricos.
¿Por qué durante la última batalla se le ordenó a Super Perico sobrevolar sobre la isla de Ádulam? ¿Por qué tuvo que destrozar con sus superpoderes un nutrido grupo de construcciones supuestamente deshabitadas?… No se supone, a la luz de las anteriores explicaciones que Haram es el país protector, entonces por qué atacaban a su propio protectorado.
Se trató de una extraña y excesivamente violenta maniobra electoral. El plan era asustar a la población con el temor de una guerra entre Haram y Cedrón; el país que amenazaba como posible ganador en alguna futura elección quinquenal del país protector.
Los habitantes de la isla de Ádulam no querían revivir los horrores de las batallas durante la independencia. Ante el temor de un enfrentamiento militar, se esperaba preferirían votar por conservar la administración de Haram. De esta forma evitaban un conflicto mayor.
—Pues esta es Super Perico, la explicación de porque te ordené destrozar los edificios. Lo hiciste de maravilla, pero no presumas. Nuestros cañones lo hubieran conseguido más rápida y limpiamente —respondía el lugarteniente Yuki a numerosas interrogantes de nuestro héroe.
El pajarillo apenas entendía tan confuso razonamiento. Le preguntaba constantemente a sus compañeros de armas y a sus jefes. Ellos se esforzaban por hacerle comprender la situación, pero era poco lo que adelantaban. Además, muchos soldados admitían no entender bien las razones del conflicto. Algunos preferían confiar pasivamente en el gobierno o los militares superiores.
Intentó un recurso práctico: preguntaba sobre malos y buenos. Los soldados, con pocas excepciones, casi siempre estaban de acuerdo en que la gente de Haram eran los buenos, y los de la isla de Ádulam eran los malos. Tal esquema simplista le funcionó muy bien por varias semanas.
Sin embargo, en el ataque anterior escuchó los insultos de algunos isleños. Estos insulanos gritaban frases acerca de un pajarraco que era un verdadero «demonio». Cuando los confrontó directamente, hubo quién no titubeó en blasfemar en contra de los ángeles de las bandadas. Nuestra ave estaba terriblemente preocupada. ¿Había elegido obedecer a las personas equivocadas?
—No nos molesta que hayas rescatado a las personas que encontraste. Mis hombres hubieran hecho lo mismo, aunque a veces caen las bombas antes que ellos lleguen. Es lamentable que haya muertos… Como te expliqué se supone que la población desalojará antes. Acordamos una supuesta filtración de información, que nosotros mismos preparamos. Es intencional para que los civiles puedan escapar a tiempo antes del ataque. Pero hay muchas variables que no están bajo control de nuestro ejército ni de nadie. Normalmente como en la última batalla, y esta vez gracias a tu ayuda: no hubieron bajas civiles ni militares.
—De lo poco que entiendo, Haram está atacando a su propio país protegido. —El ave estaba decidida a aclarar las cosas.
—Es necesario para no perder lo que nos pertenece. Así ganaremos las votaciones. El comportamiento del ser humano es muy extraño; pero funciona y eso es lo que importa.
—Usted es un mentiroso. Dijo que somos los defensores de la paz y la justicia.
—Sí estamos defendiendo la paz y la justicia, te lo he dicho muchas veces.
Hasta ese entonces se había limitado a creer simplemente en lo que le dijeran los demás. Pero poco a poco, a Super Perico no le resultaba suficiente el esquema simple de preguntar por lo bueno y lo malo. Presentía que se burlaban de él y los demás no tomaban sus escrúpulos con la seriedad necesaria. Así que replicó al lugarteniente Yuki:
—Entre pericos si prometes proteger a un pajarito y luego resulta que tú mismo eres el agresor de la tal ave… —intentó expresar su enojo, pero no encontraba las palabras correctas. Finalmente compuso una frase que supuso lo suficientemente terrible, incluso para un humano—. A eso en mi bandada, se le llama traición.
-Siguiente entrega disponible el 15 de abril del 2025
-Libro completo disponible en octubre del 2026
Ver también: Un amo digno de su sirviente, Arte Lancelot
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