Recuerdo tus ojos,

cafés brillosos.

También tu sonrisa,

la cuál me derretía.

Recuerdo tu sangre,

brotando y salpicando.

Recuerdo tu rostro,

manchándose de rojo.

Recuerdo tus alaridos,

gritos acompañados de quejidos.

Recuerdo tu sonrisa borrada,

tu vida siendo apagada.

Recuerdo atacarte,

recuerdo desquitarme.

Recuerda descargarme,

recuerdo lastimarte.

Recuerdo vengarme;

hacerte pagar por todas

las penurias que me habías provocado.

Recuerdo tus suplicas

y mi burla ante tu suplicio;

recuerdo el eco de las otras;

tantas a las que turbaste antes que a mí.

Recuerdo sus risas;

recuerdo tu dolor; lo recuerdo todo,

así como espero que tú hayas recordado

a cada una de ellas.

Mientras al filo de la última estocada,

la misma que te daba por acabado,

te sumergías al abismo

siendo arrastrado por ellas,

tus víctimas; ahora verdugos.

Al suplicio eterno;

espero ardas;

hasta que la Tierra deje de ser Tierra.

Y aún si el Averno se vuelva glaciar,

y lo celestial; fuego infernal;

tu alma infecta,

permanezca en infinita condena.

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