Gill Santos teclea con la misma rabia con la que bebe tequila. Diego Torres, hundido en el diván, fuma un Ducados tras otro mientras observa cómo su melena pelirroja se enreda con el humo.
—Dime algo, Torres —dice ella, sin levantar la vista—. ¿Sabes por qué el Jose Cuervo es el mejor tequila del mundo?
—¿Porque no tenías dinero para algo mejor?
—Idiota. Es porque tiene historia. Tradición. Es como si cada maldito sorbo tuviera los secretos de cientos de años de borrachos, poetas y cabrones.
—Vaya filosofía de bar. ¿Eso te ayuda a hackear mejor? —se burla él.
—No ayuda, pero hace que los fracasos sepan menos amargos.
Ella sonríe y agita en el aire su vaso vacío. Él coge la indirecta y se levanta para rellenarlo.
—Sí… esta preciosidad sobrevivió a guerras y policías mediocres como tú. —Da un sorbo al tequila y se relame—. Deberías aprender a apreciarlo. Es como un buen algoritmo: no te das cuenta de su valor hasta que te salva el culo.
—¿Qué estás buscando exactamente? —pregunta él, inclinándose para mirar la pantalla.
—BankPlus tiene una estructura de seguridad patética, pero tienen algo interesante aquí —murmura, moviendo el ratón para abrir un archivo encriptado—. Espera… aquí está.
Ella teclea una última línea de comandos, y en la pantalla aparece una carpeta etiquetada «Metaverso_BPS».
—¿Metaverso? —lee Torres, y ella detecta un cambio en su voz.
Así que toma un trago largo antes de responder, dejándose unos segundos para disfrutar el licor.
—¿Recuerdas esa chorrada del siglo veinte? Realidad virtual, avatares, experiencias digitales… Todo el mundo diciendo que sería el futuro hasta que el futuro llegó en forma de un océano cabreado que se tragó Internet. —Ella hace una pausa, mirando la pantalla con el ceño fruncido—. Pero esto… Esto es diferente.
Abre la carpeta. Imágenes, simulaciones y documentos comenzaron a cargar lentamente. Uno de ellos muestra una proyección tridimensional de lo que parece una ciudad digital: calles imposibles, geometrías cambiantes y, en el centro, una gigantesca antena escarlata que late como si tuviera vida propia.
—No me jodas… —murmura Santos, casi sin aliento.
—Esa antena…
—Exacto, esto no es un simple metaverso. Esto es Oniria —dice Santos, más para sí misma que para Torres.
—Oniria… —Torres prueba la palabra, como si estuviera tratando de darle sentido. Pero ella está tan fascinada por lo que está descubriendo que no se da cuenta.
El ex policía había oído rumores sobre Oniria, pero siempre los había descartado como teorías conspiranoicas de chalados que añoraban la vieja Internet. Como su hermano. Y ahora Santos habla del tema como si fuese lo más normal del mundo. Algo está mal con este tequila, piensa.
—¿Qué tiene que ver BankPlus con todo esto? —pregunta, intentando recuperar el control de la conversación.
Santos vuelve al teclado, buscando más datos.
—Eso es lo raro. BankPlus está metida hasta el cuello en este proyecto. Mira esto. —Abre un nuevo archivo con gráficos y listas interminables de transacciones—. Aquí hay menciones de cuentas que canalizan fondos hacia algo llamado «Fase Somnium». Pero lo que me jode es esto… —Señala un apartado en el que aparecen varios nombres y códigos en clave—. Algunos parecen identificadores de usuarios. Personas conectadas. Sus sueños podrían estar siendo… usados. Monitorizados, quizás.
—A ver si lo entiendo. Todos sabemos que BankPlus no es solo un banco pero, ¿está financiando una especie de… red de sueños?
—Es de locos… —Santos teclea de nuevo, y en la pantalla aparece una serie de fechas y registros de conexión—. Joder, ¿qué coño es esto? Con el Método de La Llave los onironautas no necesitan una entrada física, así que este control de acceso no debería ser siquiera posible…
—¿Método de La Llave?
Santos gira la cabeza, sorprendida.
—Espera… ¿me estás diciendo que entras a Oniria sin el Método de la Llave?
Torres la mira en silencio. Ella resopla y pasa una mano por su cabello, más irritada que sorprendida.
—Claro que lo haces. No sabes ni lo que es, ¿verdad?
—Ni puta idea.
La risa de Santos es como una cascada dorada que se estrella contra el zumbido de los ventiladores iluminándolo todo.
—Es una técnica. Meditación profunda, control de los sueños. Así es como la gente normal entra a Oniria. Pero tú, novato… parece que no necesitas nada de eso. Lo cual significa que eres raro. Muy raro.
Torres enciende otro Ducados tratando de disipar el colocón de tequila. Aunque todo le suena a chufla, se obliga a recordar el careo con el Pelu, la referencia a los códigos, a las cuentas y a su hermano obsesionado con BankPlus.
—No entiendo una mierda, pero Iván estaba enganchado a algo relacionado con esto. Lo llamaban metaverso…
Santos asiente.
—Oniria es como un metaverso, pero no hecho de códigos y gráficos baratos. Es real… o tan real como un sueño puede serlo. Algunos dicen que conecta con partes de tu mente que ni siquiera sabías que existían. Otros, que conecta con algo más grande.
—¿Y tú qué dices? —pregunta él.
—Yo digo que la mayoría de las cosas que no entiendo me dan resaca, igual que este tequila. —Sonríe de lado—. Hablando de lo cual, deberías aprender a apreciar esto, Torres. El Cuervo no es solo bebida, es una experiencia. Hay gente que se conecta con el Método de la Llave, y otros que se conectan con… lo que mierdas hagas. No, no quiero saberlo.
Torres apaga el cigarro en un cenicero improvisado, sin perder la calma.
—Ya veo.
—¿Eso es todo lo que tienes que decir? —Santos se recuesta sobre la silla y le apunta con el vaso vacío—. Escucha, lo que sea que hacía tu hermano, no era solo un capricho. Estaba en medio de algo importante.
Torres la mira de reojo y rellena su vaso.
—Todo esto apesta. —Santos apura el tequila y añade—. Y si quieres respuestas, tal vez puedas encontrarlas en Oniria. Dicho lo cual, hay alguien a quien quiero presentarte.
Torres asiente, aún dubitativo.
—¿Cómo lo hago?
—Ya sabes dónde. —Santos señala la antena en la pantalla—. El Monumento. Nos vemos allí. Pero te advierto, en Oniria las cosas no son lo que parecen.
Torres se queda pensativo.
—Tengo algo que hacer antes.
Santos levanta el vaso en un brindis burlón.
—Hazlo. Pero no tardes. Te espero en el Mundo de los Sueños, novato.
El Monumento, piensa Torres, como si supiera de qué estás hablando, zanahoria.
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