A las 22:51 del 2 de Noviembre del año 2018, salió el último subte o tren subterráneo de la Línea H (se le suele decir «subte» al tren subterráneo), desde Estación Hospitales hasta la Estación Facultad de Derecho. Meses atrás, la terminal de Facultad de Derecho había sido inaugurada ése mismo año. Era el último subte que salía antes de terminar el servicio y pocas personas tomaban el subte por ser el último servicio, además de ser una línea poco concurrida comparada a las otras. Subía y bajaba poca gente en cada estación. Cuándo el subte llegó a la Estación Las Heras bajaron todos los pasajeros que tenía el subte, vaciandolo por completo y subieron sólo 31 personas al subte en la Estación Las Heras.
Al ser pocos, ya sea por una cuestión de copiar lo que hace la mayoría o por miedo a estar solos, entraron todos en los 5 vagones de adelante, distrayendose o dividiendose 31 personas en 5 vagones. 33 personas estaban en el subte, 31 pasajeros y los 2 maquinistas o conductores del subte, rumbo a la Estación Facultad Derecho, la última parada final del subte.
El subte demoró unos minutos antes de salir, donde los pasajeros miraban sus celulares y algunos miraban a otros pasajeros; como una señora que miraba a un profesor de historia qué leía un libro sobre leyendas y mitos históricos. Por la demora, la señora se interesó por aquella lectura y se animó a preguntarle al profesor. El profesor le contestó a la señora qué leía sobre distintos mitos del mundo o leyendas y sus categorías básicas en lugares como Antiguo Egipto, Antigua Grecia, Roma, Japón feudal, Latinoamericanos y otros más que mencionaba el libro. Cómo es costumbre, suelen hacerse comentarios al pasar para matar el tiempo cuando existen estas demoras. El subte finalmente arrancó luego de varios mintuos. Todo iba bien hasta que el subte descarriló en el túnel, justo en la esquina de las calles Guido y Avenida Pueyrredón.
Evidentemente, todos se asustaron y se preguntaron entre sí como estaban de salud. Más allá del susto y algunas caídas o raspones, todos estaban bien. Uno de los conductores salió de su puerta que daba al primer vagón para ver el panorama y avisar lo obvio, el subte descarriló. Luego de verificar que todos estaban bien, el conductor volvió a su cuarto inclinado, mientras el otro maquinista intentaba comunicarse e informar la emergencia, pero había una interferencia con ruido que no dejaba escuchar bien las voces. Por un lado, había preocupación pero, por otro lado, alivio de que sea el último subte y no iba a llegar otro subte por detrás o por delante. El caos entre los pasajeros disminuyó y solo comentaron la mala suerte que tenían, hipotetizando que pudo haber provocado este accidente. Las luces del subte empezaron a titilar hasta que algunas se apagaron o explotaron, algunos se asustaron y deducieron que fue por el accidente, así que encendieron sus celulares y los maquinistas encendieron dos linternas potentes que tenían. Los maquinistas se prepararon para avisarles a los pasajeros que debían caminar por el túnel del subte hasta Facultad de Derecho, opción que también barajaban los pasajeros.
Una de las pasajeras del quinto vagón, el más alejado del cuarto de maquinistas, gritó y decía que por la ventana vió una sombra moviéndose, pero el resto la calmó diciendo que simplemente era la oscuridad y el shock del momento. Uno de los pasajeros del 5to vagón, vestido de traje, estaba sentado en la inclinación del subte, bastante relajado, diciendo que no servía de nada ponerse nervioso y que esa actitud de desesperación solo empeoraba la situación caótica. Apenas terminó de hablar el pasajero de traje, desde la ventana abierta detrás de él, unas manos sombrías lo agarraron y lo tiraron para afuera. Todos se asustaron, un par de pasajeros intentaron ayudar al tipo de traje que pedía ayuda y la sombra que lo tiraba para afuera de la ventana lo cortó del tirón por la mitad, llevándose el cuerpo del tipo de traje del ombligo para arriba y dejando las piernas con algunas tripas en el subte.
Los pasajeros de los otros vagones escucharon y vieron varias sombras que caminaban por los costados del subte, asustados y con pánico preguntando que eran esas cosas, alejándose de las ventanas del subte. Allí escucharon los gritos del 5to vagón por el tipo de traje cortado a la mitad, que por el pánico corrieron hasta el primer vagón y los del 4to vagón hicieron lo mismo cuando vieron el cuerpo del tipo de traje. Los otros pasajeros de los vagones de adelante preguntaron que pasó y los pasajeros que venían del 5to y 4to vagón les contestaron que unos monstruos o sombras mataron al tipo de traje. Los del primer vagón, que ya eran varios más, vieron las sombras caminar y los llegados del 5to vagón golpearon la puerta de los maquinistas para que abran las puertas y otros decían que no abran las puertas. Hasta este momento, no se logró ver el rostro de las sombras más que oscuridad difuminada moviéndose. Los maquinistas vieron las sombras en las esquinas superiores de las ventanas del cuarto de conducción y uno de ellos alumbró con la linterna a las sombras. Las sombras eran como humos negros, su cuerpo era ancho en los hombros y fino hacia abajo que terminaba en una cola sin piernas, tenían un rostro transparente cuyos ojos eran puntiagudos y grandes, unas bocas grandes y dentadas, posean grandes manos en forma de garra y largos brazos finos. Cuándo fueron alumbrados por el maquinista se alejaron haciendo un bufido, como hacen los gatos enojados. Lo mismo sucedió en el primer vagón, una chica alumbró con su celular y sin querer apuntó a una sombra que también hizo su bufido alejándose, el profesor de historia vió esto y lo registro en su memoria. Los maquinistas salieron de su cuarto desesperados y cerraron las puertas con pánico, los pasajeros les decían gritando a los maquinistas que abran por la presencia de éstas sombras, pero el profesor de historia interrumpió gritando diciendo que no hagan eso ya que estaban rodeados y qué vió como la luz del celular de la chica alejó a las sombras. Los maquinistas confirmaron lo que dijo el profesor de historia, el subte estaba a oscuras y solo las luces que tenían a mano eran sus armas. La discusión propia del caos se hizo presente y uno de los pasajeros dió la orden de alejarse de las ventanas. Esto pasaba en el primer vagón, mientras los del 3er vagón estaban insultando a los de adelante y gritando que abran las puertas, sin saber lo que pasaba. Pasó todo tan rápido que algunos pensaban que se habían vuelto locos los otros de adelante. Uno de los pasajeros del 3er vagón fue a ver que era lo que había pasado en el 5to vagón y porque corrían tanto. Este pasajero miró el cuerpo a la mitad del trajeado y se quedó helado unos segundos para después girar, correr y gritarle a los del 3er vagón que había un cuerpo a la mitad. Los del 3er vagón escucharon y miraron al pasajero que vió el cuerpo, viéndolo correr hacia ellos y gritar. Apenas hizo un par de pasos, el pasajero que corría fue despedazado en varios cortes que aparecieron rápidamente por las ventanas y los del 3er vagón gritaron de pánico viéndolo. Apenas lo vieron, intentaron correr, pero las sombras aparecieron para despedazarlos a todos los del 3er vagón. Algunos fueron chupados desde las ventanas donde se los podía ver agarrándose a ellas pidiendo ayuda y gritando que no querían morir, otros fueron atacados adentro del vagón siendo levantados en el aire y atravesados por las sombras. Las manos de las víctimas pintaron todas las ventanas y costados del subte con sangre. Murieron 11 pasajeros del 3er vagón, más el de traje y el qué vió el cuerpo del traje, un total de 13 muertos y 20 sobrevivientes en tan solo unos minutos.
Los del 2do vagón vieron esta masacre y huyeron agolpados, espantados, al 1er vagón. 5 de ellos fueron abiertos a la mitad o decapitados en el aire mientras corrían, por las garras de las sombras.
18 muertos y 15 sobrevivientes en tan solo segundos. Los 15 personas vivas quedaron en el 1er vagón.
El profesor de historia ordenó usar los celulares y linternas para alumbrar en todas las direcciones. Las sombras iban y venían huyendo de las luces. Entre el llanto y el pánico, algunos rogaban y otros intentaban dar una solución para salir de esta situación. Las baterías de las luces de celulares no eran eternas ni tampoco la de las linternas; el único lugar absolutamente cerrado era el cuarto de maquinistas, pero allí no entraban 15 personas. Pasados unos minutos, uno de las celulares de los pasajeros se quedó sin batería y comentó que no iban a poder estar así todo el tiempo. Uno de los maquinistas propuso que salieran en bloque haciendo un círculo para iluminarse y caminar por el túnel, todos estuvieron de acuerdo con el plan. Uno de los pasajeros, que era un trader que se dedicaba a minar criptomonedas y estafar gente, se ofreció para ayudar al maquinista a alumbrarlo mientras el abría las puertas y el maquinista aceptó dándole la linterna.
El maquinista entró con el trader al cuarto de maquinistas y abrió las puertas, unos alumbraban las puertas de atrás y otros adelante. No parecía haber sombras a la vista de la salida.
El trader empujó al maquinista hacia afuera y se encerró en el cuarto de maquinistas con la linterna, gritando que no quería morir. El maquinista insultó al trader y golpeo la puerta desde el otro lado, informando al grupo lo sucedido y se sumó a ellos para salir.
Los 14 salieron por el túnel caminando y alumbrando para atrás, delante y costados. Las sombras se alejaban de las luces y prácticamente no se veían, una chica alumbró para atrás viendo como algunas sombras golpeaban el subte en el cuarto de maquinistas. El trader alumbraba las sombras gritando y rogando que ataquen al resto, les decía a las sombras que allí él les dió las víctimas que tanto querían a cambio de salvarse.
Una chica hippie que estaba caminando de lado por las vías fue agarrada del tobillo por una sombra y la chica tironeo su pierna gritando, pidiendo ayuda e instantáneamente empujó al jubilado que tenía al lado. La sombra soltó a la hippie y se llevó al jubilado, abrazandolo, que fue aprisionado entre los brazos de la sombra y la pared hasta que le cortó los hombros de la presión, cayéndose el cuerpo del jubilado sin brazos que chorreaba sangre desde los hombros. Algunos gritaron, otros pidieron orden y la chica rubia que vió lo que hizo la hippie la insultó. La hippie decía que fue un accidente, discutiendo ambas. Una sombra, que estaba atrás, agarró la cabeza a la hippie hasta la mandíbula y la llevó hasta la pared con tal fuerza que le despedazo el cráneo. Todos gritaron y movieron las luces, llorando. El profesor quedó paralizado y un maquinista pidió orden para reordenar el círculo o iban a morir todos. «MANTENGAN EL CÍRCULO» – repetía el maquinista gritando -.
La señora que había hablado con profesor se tropezó por el caos y también fue arrastrada por una sombra en el suelo, que le agarró la boca y le partió la cabeza en dos presionando contra las vías. Hubo más caos y pánico, el profesor lagrimeaba.
El maquinista volvió a pedir orden con las luces o no iban a llegar vivos hasta Facultad de Derecho.
Solo quedaban 12 personas vivas, 11 caminando en el túnel y el trader en el subte.
Uno de ellos dijo que debieron ir para atrás a la Estación Las Heras, otro dijo que debieron quedarse en el subte, algunos decían que iba a morir y otros pidiendo no morir. Había una luz que titilaba a unos metros y ratas que se movían aportaban al pánico. El profesor dijo que podían llegar a la luz que titilaba y probar descansar los brazos y las baterías. Algunas ratas fueron atrapadas por las manos de las sombras, que atravesaban las paredes, y las apretaron como si fueran una fruta. Un par de ratas murieron, ni ellas se salvaban.
Una sombra le arrojó una rata muerta a la cara de la chica rubia y ella se hizo para atrás por el asco, moviéndose para todos lados. La chica rubia cayó en la pared y quiso reincorporación rápidamente, pero una sombra le tapó la boca con una mano y con la otra mano, en posición horizontal, la degolló. El cuerpo de la chica rubia cayó junto a su cabeza y, tal vez por tanta intensidad prolongada, la sorpresa y el pánico de la gente por ver a la chica rubia muerta fue transformado en unos llantos de horror mientras caminaban. Eran tantas muertes y espantos que la única reacción que quedaba era seguir caminando. A un chico jóven se le apagó el celular y fue agarrado del brazo por una sombra que lo tironeaba. Su novia, que estaba al lado, lo intentó salvar abrazandolo en las costillas y alumbrando a la sombra que se alejo, el resto también alumbró a donde estaba el jóven para ayudar y un par se acercaron a tirar del jóven y de su novia. La chica jóven y el grupo lo había logrado, volvieron a meter al jóven y su novia en el círculo. Los jóvenes agradecieron y le preguntaban si estaban bien. Realmente, fue un susto y no sucedió nada más que aquello, ni si quiera un rasguño. Reincorporaron el círculo y los novios se abrazaron mutuamente preguntándose si estaban bien, juntando sus mejillas. El jóven le dijo que iba a estar todo bien a su novia y le prometió que iban a salir, la novia lo miró y sonrió, ambos con sus manos en las mejillas del otro. La novia asintió, mientras lo miraba y cuando el novio sonrió explotó por dentro en mil pedazos, saliendo la sombra de adentro que se había metido por las venas de brazo del jóven. La novia gritó, todos fueron empapados de sangre y vísceras, la sombra agarró a la novia de la cabeza y le apretó la cuenca de los ojos, reventandole los ojos rápidamente y atravesando sus dedos filosos hasta la nuca. Todos alumbraron, pero ya era tarde, la sombra se fue por la luz y la novia cayó muerta.
Solo quedaban 9 personas vivas, 8 caminando y el trader adentro del subte, que intentaba comunicarse con la radio mientras alumbraba.
Algunos de ellos estaban furiosos queriendo arrojarle piedras y cosas a las sombras, pero no les hacían nada. Finalmente, llegaron a la luz que titilaba y apagaron las luces de los celulares, dejando solo la linterna prendida que tenía uno de los maquinistas. Por lo que caminaron, el maquinista con la linterna cálculo que estaban debajo de la Plaza Francia, casi a mitad de camino de lo que habían recorrido hasta Facultad de Derecho. Tal vez lo iban a lograr, no todos, pero si caminaron hasta allí estando vivos podían llegar algunos.
Se intentaron dar ánimos y resaltaron el hecho mantener el círculo. Había otra luz prendida que funcionaba perfecto a un par de metros, si lograban llegar allí y parar otra vez podían lograrlo, ellos creían que era posible. Debían creer si o si, otros no creían, pero debían hacerlo. Volvieron a prender las luces de los celulares y siguieron caminando hasta la luz que funcionaba bien. Caminaban y alumbraban, pero mientras caminaban se daban cuenta que no habían sombras en las paredes. Algunos se preguntaban si había terminado esta tortura y, tal vez, que se habían ido las sombras. El profesor dijo que no debían bajar la guardia, que probablemente eso querían las sombras. Otro dijo que probablemente las sombras quieran que desperdicien la luz de los celulares para llegar sin luz en el próximo foco. Era posible, pero no podían caer en la duda, debían aguantar con los celulares prendidos. Caminaron y estaban a solo unos pocos metros de la luz que funcionaba bien, lo lograban, realmente se sentían con ánimo.
De repente, el maquinista que tenía la linterna se frenó y apuntó directo a la luz que funcionaba, hablando con la voz temblando. Los demás preguntaron que pasaba y miraron adelante, como lo hizo el maquinista. Detrás de la luz que funcionaba bien, se juntaban todas las sombras en una. Era una gran sombra que poco a poco sumó a otras sombras, volviéndose una sombra oscura de un color y aspecto sólido. El profesor lo vió y dijo que estaba formabdo una megasombra. Todos se preguntaban que hacer y que significaba todo eso que pasaba.
La megasombra, con la misma forma que tenían esas sombras pero más grande, era una crisálida negra que se había formado con todas las sombras. La crisálida sombría se abrió con dos manos blancas que salieron de ella y se vió una figura grande salir. La figura se acercó a la luz que funcionaba bien y la luz alumbró al ser que se frenó debajo de la luz voluntariamente y sin afectarle. De la Megasombra había salido un humanoide blanco y grotesco de 2 metros; tenía un cuerpo putrefacto como un cadáver recientemente enterrado, una cabeza media ovalada estirada hacia atras, dientes afilados, dos piernas y sus manos eran garras como las sombras. Todos quedaron quietos alumbrando a el ser y el maquinista con la linterna decía que no servían las luces, gritando y preguntado porque no se espantaba de la luz ese ser. El monstruo de la megasombra sonrió mientras lo alumbraban y el profesor dijo que corran al subte, corría al subte y lo repetía. «VUELVAN AL SUBTE» – decía el profesor mientras corría -.
Todos empezaron a correr y el monstruo comenzó a correr atrás de ellos. El monstruo corría rápido por su altura y pegó un manotazo con sus garras que cortó en 4 pedazos al maquinista que tenía la linterna y a otro pasajero. El otro maquinista gritó por la muerte de su compañero, pero el profesor lo agarró para seguir corriendo.
7 personas quedaron vivas, 6 corrían y el trader estaba en el subte pidiéndole rescate a la administración del subte. Lo escucharon entrecortado, solo escucharon que había volcado el subte.
El monstruo de la megasombra agarró a otro pasajero con su mano y lo apretó como si fuera carne picada, después agarró a otro pasajero y lo aplastó contra una pared como si fuera un mosquito.
5 personas vivas, 4 quedaron vivas y el trader que veía como corrían hacia él los pasajeros. El trader vió al monstruo que los perseguía y cerró las puertas del subte. Los 4 llegaron al subte, el profesor vió al trader por la ventana del frente, que justo vió como cerraba las puertas y golpeo la puerta insultando al trader. El trader corrió desesperado saliendo al 1er vagón y el monstruo rompió la ventana del frente del cuarto de maquinistas. Luego de eso, el monstruo pateó la puerta y corrió por el vagón, mientras el trader lloraba rogando que no le haga nada y que había personas afuera. El trader se tropezó y el monstruo lo alcanzó agarrándolo de los pies, mientras el trader rogaba, y el monstruo le agarró la cabeza al trader con las dos manos y le exprimió la cabeza al trader como si fuera una naranja; saliendo del cráneo aplastado del trader los ojos, sangre y carne. Esto pasaba al mismo tiempo que los 4 vieron como el monstruo perseguía al trader, el profesor agarró un fierro partido del subte y empezaron a correr de vuelta por el túnel que iba hasta Facultad de Derecho.
El monstruo analizaba al trader, sacando baba negra de su boca como si fuera alquitrán y miró atrás viendo como escapaban los 4 sobrevivientes.
El monstruo volvió a perseguirlos y los alcanzó, atravesó con sus garrar a una chica y, con la chica en sus garras, siguió corriendo el monstruo y atravesó a otro pasajero más. El monstruo se frenó y con sus patas pisó el cuerpo de ambos para sacárselos de las garras. Sólo quedaban 2 sobrevivientes, el profesor y el maquinista que fue engañado por el trader. Ambos pasaron por la luz que funcionaba, donde salió el monstruo, quedaban 300 metros para llegar a Facultad de Derecho. El monstruo retomó la persecución y los volvió a alcanzar rápidamente, mientras ellos sólo habían hecho 100 metros más. El profesor comentó que veía desde lejos las luces de la Estación Facultad de Derecho y se tropezó a 200 metros de llegar a la Estación. El maquinista se dió vuelta para ayudarlo, pero justo el monstruo le agarró toda la espalda al profesor sin atravesarlo, soltando el fierro al suelo. El maquinista intentó pegarle con el fierro al monstruo, pero el monstruo lanzó al maquinista de un manotazo hacia adelante. Con su dedo índice, mientras agarraba al profesor, perforó el cráneo del profesor y el maquinista se paró llorando por no lograr salvarlo. Le costó pararse, por el golpazo, pero se paró. El maquinista empezó a correr con un pie, agarrándose el otro pie con la mano que no daba más de sí por el lanzamiento en el aire o un mal apoyo. 100 metros le faltaban al maquinista para llegar a la Estación Facultad de Derecho, que había hecho 100 caminando con la pierna rota mirando para atrás. El monstruo lo miraba y sonreía, era como si esperará para darle esperanzas a al maquinista. El maquinista lo insultaba y gritaba sabiendo que el monstruo estaba teniendo una actitud burlesca y socarrona. El monstruo versus el maquinista, el maquinista versus el monstruo. El monstruo empezó a perseguir al maquinista lentamente, pero con pasos rápidos y el maquinista fue caminando con su único pie funcional llegando a la Estación Facultad Derecho, que estaba con las luces prendidas pero con las persianas de la salida cerradas. El monstruo lo alcanzaba y el maquinista subió al andén a duras penas. El monstruo logró estirarse para agarrar al maquinista, pero el maquinista giró su cuerpo boca arriba y apuñaló la cabeza del monstruo con el fierro. El monstruo se desvaneció y el maquinista le gritó con furia, viendo que el monstruo murió, y lo apuñaló con el fierro en la cabeza varias veces de la ira que tenía. El maquinista se arrastró con sus manos para atrás, apoyándose en una columna del andén y el monstruo megasombra fue desapareciendo poco a poco como un humo negro que se evaporizaba.
Esta lucha final pasó mientras se hicieron las 5 de la mañana, a media hora de qué abra el servicio de la Línea H del subte.
El maquinista contó todo a las autoridades y no le creyeron, las escenas de muerte estaban allí, pero pensaron que se habían vuelto locos y se mataron entre ellos.
El maquinista pensó en un momento, por su intención científica de explicar todo con la razón, que también se había vuelto loco y fue todo producto de la imaginación.
Su cabeza daba vueltas. En la comisaría, el maquinista estaba detenido viendo las noticias de los fallecidos en la Línea H, nombrando las víctimas. Él vió que el trader era buscado por estafa, la señora era viuda de su marido fallecido quién participó en la muerte de Omar Carrasco, la pareja jóven tenía antecendentes de robo y así siguió la información con prácticamente todos. Los humos negros volvían al Cementerio de la Recoleta haciendo una neblina, justo eran pocas personas para subir un subte, ¿estaban elegidos y condenados a este destino?. El maquinista vió su cara en la televisión y su apellido coincidía con el apellido de la tumba de un buen samaritano, apellido que se vió cuando la neblina desaparecía, enterrado en el Cementerio de la Recoleta.
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