El miedo. Ese sentimiento que te invade y llena tu mente de excusas. Te hace sentir pequeño, inútil, atrapado en pensamientos como: ¿Y si a nadie le gusta lo que hago? ¿Quién va a comprar esto? Todos me van a criticar. No soy lo suficientemente bueno para intentarlo.
Esas excusas que nacen del miedo son paralizantes. Y no me vas a negar que no has tenido estos pensamientos antes de iniciar algo. Tengo que ser perfecto antes de empezar. Necesito saber más, aprender más, prepararme mejor, de lo contrario, fracasaré.
Es verdad, aprender está bien, prepararse es importante. Pero lo que no está bien es usar eso como refugio para no actuar. No necesitas ser perfecto para empezar a perseguir tus sueños.
Te lo dice alguien que también tiene miedo, mientras mi mente esta llena de dudas. A veces, cuando escucho que no debo creer todo lo que mi mente me dice, me doy cuenta de lo cierto que es. El 90% de las cosas que mi cabeza repite en estos momentos de terror sobre mi futuro son negativas. Son pensamientos que no me suman, que me deprimen y generan ansiedad.
En este momento, decido no creerle a mi mente. Y aunque es difícil, porque convivo con ella todo el día, también sé que es posible cambiar mi enfoque. Poco a poco, puedo centrar mis pensamientos en lo que realmente deseo, y alinear mis emociones hacia esos objetivos. Porque la realidad que vivo ahora no es tan mala, pero el miedo me impide verla. He dejado de disfrutar del presente para habitar en un futuro que ni siquiera ha sucedido. Ese miedo imaginario me está consumiendo, y ya no quiero más.
Estoy cansada. Cansada de este miedo, de este terror que me oprime el pecho. Cansada de llorar todas las noches, de sentirme insuficiente. Cansada de no creer en mí, de no confiar en mis capacidades. Cuanto más busco respuestas, más preguntas surgen. Cuanto más intento hacerlo todo perfecto, más excusas aparecen. Y es que no tengo que ser perfecta para empezar a creer en mí. No tengo que ser perfecta para dar pequeños pasos. Y no necesito ser perfecta para tomar la decisión de cambiar.
Escribiendo esto y ahora expresándolo, siento un poco más de claridad, y el nudo en mi pecho comienza a disolverse. Pero sé que esto no se resolverá de la noche a la mañana. He vivido tanto tiempo inmersa en este miedo, que sé que será un proceso. Romper el hábito de vivir en el miedo será mi desafío. No puedo dejarme caer cada vez que las cosas no salen como quiero. No puedo dejarme arrastrar por pensamientos negativos, porque seguirán apareciendo, una y otra vez. Pero no voy a caer solo porque mi mente me lo dicta.
Las cosas no cambian de un día para otro. Es la constancia en lo que hago, pienso y siento hoy lo que hará posible el cambio. Entonces, ¿por qué seguir temiendo el futuro si lo que tengo es el presente? ¿Por qué permito que el peso del pasado me inunde si ya quedó atrás? Lo único que realmente tenemos es el hoy, aunque a veces lo olvidemos. Y yo lo olvido, con tanta perfección en las redes sociales, con tantos estímulos que nos hacen dudar de nosotros mismos.
Vivimos en un mundo lleno de información, y aunque eso puede ser abrumador, también es una bendición. Al final, todo es una elección: puedo elegir dejarme abrumar y vivir de forma convencional, de casa al trabajo, del trabajo a casa. No digo que esté mal, pero no es lo que quiero. O puedo elegir enfrentarme a ese miedo, dejar de lado el perfeccionismo y aprender en el camino con las herramientas que tengo ahora, un paso a la vez.
Elegir. Me gusta esa palabra. Las cosas van a cambiar a partir de ahora.
Hoy decido elegirme a mí. Elijo mis sueños por encima de mis pensamientos autodestructivos, de lo que otros puedan decir, y del miedo. Lo hago por mí y por las personas que amo y que me aman, porque esos pensamientos negativos conducen a acciones que también pueden dañarlos, no quiero eso. Quiero vivir sabiendo que soy capaz, porque realmente lo soy. Deseo sentirme exitosa y próspera, quiero enorgullecerme de mí misma y que mi mamá también lo esté.
Hoy decidí levantarme de la cama, darme una ducha y escribir esto, aunque lo hice entre lágrimas, miedo y muchas dudas. Pero, aun así, lo hice y me siento bien, las personas que han vivido esto saben lo difícil que es hacer estas cosas que a simple vista son cotidianas pero que en estas situaciones son algo extremadamente difícil. Me enorgullece saber que a pesar de todo lo hice. Espero que este sea el inicio de algo bueno. Espero que el verdadero mensaje de esto te toque y te motive. Y si has llegado hasta aquí, muchas gracias por leerme.
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