Las aventuras de Super Perico
Un amo digno de su sirviente
Quinto movimiento: Ermitaño
Versión en audio:
La montaña del Palacio de los Pericos, sin que animales ni humanos lo sepan; forma parte de una reserva natural creadas por los ángeles. Estas zonas cumplen para ellos una amplia variedad de funciones. Suelen tener entre sus objetivos principales, proteger a las especies que corren peligro de ser extinguidas por la deficiente administración de los seres humanos.
Existen diferentes niveles de seguridad y características para tales reservas. La mayoría son de libre tránsito tanto para humanos como para animales; su seguridad se produce mediante la aplicación de propiedades físicas y químicas siempre diferentes a las que los humanos logran deducir con sus propios razonamientos. Los mortales que han estudiado el asunto, suponen que se genera algún tipo de deformación geométrica reversible. Tales divergencias no aparecen en los mapas humanos pues producirían una contradicción con las supuestas leyes matemáticas del conocimiento deducido.
Dicho más claro para el lector, la región en que dio inicio nuestra historia no se encuentra en ningún país del mapa mundial; aunque no sería apropiado hablar de una zona inexplorada o inaccesible. Su camuflaje intencional, surge de alguna extraña manipulación de las leyes del espacio, mediante un proceso inconsciente para los viajeros.
Luego de despedirse de la bandada, Super Perico tomó rumbo al norte. Sentía curiosidad por unas cataratas de las que había escuchado numerosas veces. Nunca en su vida se había alejado tanto de su montaña, así que todo le parecía nuevo y fascinante. Además, muy atenido con sus superpoderes, apenas si tomaba ninguna de las precauciones que suelen recomendar a las aves ante tanto peligro que puede presentarse.
Desde esta zona localizada en ninguna parte de nuestro mapa, en dirección hacia el norte se llega casi siempre a unas cataratas hermosas.
Todavía más hacia el norte, al cruzar la frontera protegida por los ángeles, se ingresa al territorio de Haram. Este es un hermoso país de clima tropical muy conocido mundialmente por sus excelentes navegantes. La nieve solo cae en las cumbres de las altas montañas, con un desierto escaso en el lateral de la cordillera, en su cara opuesta al mar.
Nuestro héroe se adentró en dicho país. Aunque entendía poco de humanos, las palomas mensajeras eran fuente confiable para entender lo mínimo de la distribución política de la geografía humana.
Suponemos que si el pajarillo hubiera elegido viajar entonces hacia el sur en vez de hacia el norte, los sucesos posteriores tanto humanos como aviarios serían bien diferentes. Los cronistas de la super mascota, nos solemos sorprender como una simple casualidad del azar puede influir tanto en el curso de los acontecimientos.
Sus amigos pericos le habían hecho creer que conseguir amo era bien fácil. Los seres humanos tienen risa fácil, bastaba con decir algunas frases incoherentes y se les ganaba con poca resistencia. Pero aunque no dudaba de la sinceridad de sus amigos, la realidad que encontró result ser bien diferente.
—Entiendo que buscas a un amo que te explique cómo ser un héroe.
—Así es… —respondía el buen perico.
—Yo prefiero una vida tranquila. Ser héroe significa sufrimiento y buscar que te maten.
La reacción que encontró fue una sucesión interminable de negativas. Nadie parecía interesado en la lucha por el bien y la justicia como regla de vida. Y si de vanidad y aventuras se trataba, las expectativas eran bien pesimistas.
—¿A qué buscarse problemas sin necesidad? Prefiero ser feliz.
La gente de Haram no era grosera. Sabían apreciar el afán de heroísmo y sacrificio por los demás. Tales actitudes se alababan y agradecían con buen juicio. Pero a fin de cuentas, aspiraban una vida tranquila y nadie aceptaba su oferta.
—Yo quiero casarme, tener una milpa y buenos bueyes… Ser un héroe no es para mí.
Los días pasaban sin ningún progreso en la búsqueda de Super Perico. El pájaro intentaba nuevas fórmulas para convencer, aunque siempre hablaba claro sin engañar nunca. Los fracasos se repetían sin importar todas las redacciones.
—No tiene usted idea de quién podría enseñarme a ser un héroe. —Pese a tanta negativa, podría ser que le dieran una pista para conseguir un amo apropiado.
—Si quieres ser un héroe, supongo que deberías buscarte otro héroe para que te aconseje.
—¿Conoce usted a alguno?
—Si hay alguien que lo sea de verdad, en ese momento estará en el cementerio.
Afortunadamente, no todos los comentarios fueron tan amargos. Luego de preguntar por días, por fin, un hombre que caminaba solitario por un camino de piedra le dio alguna esperanza:
—¿Buscas un valiente de verdad? yo conozco uno que sigue vivo —defendió con aprecio sincero.
Super Perico pidió al interlocutor algunas señas para poder encontrarlo. Las pistas que recibió lo llevaron a una cabaña solitaria en la montaña. Por el camino, le confirmaron el heroísmo del hombre y la veracidad de algunas de sus aventuras. Nuestro pájaro estaba ilusionado, pues creía llegar por fin al final de su búsqueda.
Encontró la cabaña y en ella a un hombre algo mayor. Estaba rezando, por lo que el pájaro decidió esperar hasta que terminara. Pasada media hora se cansó de la espera y llamó a la puerta. Luego de las presentaciones fue directamente al grano:
—Me dijeron que usted es un héroe… Un ángel me otorgó superpoderes y me encomendó que consiguiera un humano que me guiara, ¿podría usted ayudarme?
—Me llamaron héroe hace mucho tiempo. Pero sí alguna vez lo fui, ya no lo soy. He abandonado esa vida violenta, y ahora soy un ermitaño consagrado a la vida religiosa. Dedicó mis días a adorar y servir a Dios en el silencio de esta montaña. Lo siento, aunque no tengo votos solemnes, me he comprometido de corazón a retirarme de las cosas del mundo y no puedo ayudarte.
—Al menos, ¿podrías darme algún consejo?
—No busques novia periquita.
—¿Por qué no?
—Muchos delincuentes tienen honor, pero otros no lo tienen. Hay malvados que no les importa amenazar a los seres que amas. Otro consejo: utiliza un disfraz para que no te reconozcan y proteger a tu amo. Recuerda siempre que no existe el disfraz perfecto.
—Buena idea lo del traje. Me haré uno a la primera oportunidad. Así protegeré a mis amigos pericos, y a mi futuro amo humano.
Hablaron con calma el tiempo suficiente. El perico no parecía comprender lo peligroso que podría resultar un enemigo sin honor. Sin embargo, le parecían sensatas las advertencias del hombre. Recordaba a las serpientes y su mala fama, pero las anécdotas le resultaban algo lejanas como para temer tales traiciones en su propio futuro. El ermitaño que intentaba explicarse con mayor claridad, contó con profunda amargura su dramática experiencia:
«Unos asaltabancos amenazaron con matar a mi novia si me seguía entrometiendo. Todo el mundo me aseguraba que el pueblo perdonaría; que me rindiera, que la gente entiende que somos humanos.
«Para todo hombre importa muchísimo más la novia que un tonto dinero robado al banco. Pero en mi soberbia, yo me sentía demasiado seguro de mi mismo. Estaba convencido que podría recuperar el dinero y salvar a mi enamorada con éxito completo. Pero me equivoqué, y ella pagó el precio de mi error. Los villanos mataron a la persona que más amaba en este mundo, no pude salvarla.
«Arrepentido me retiré de la vida de héroe y ahora me dedico a rezar por el perdón de mis pecados y los del mundo entero en la soledad de esta montaña. Me he entregado por completo al servicio de Dios como ermitaño».
—¿Qué pasó con los ladrones? —preguntó Super Perico.
«Estoy arrepentido de lo que hice. En el pueblo querían una venganza sangrienta y yo me dejé llevar por mi odio. Así que acepté el plan que me ofrecieron.
«Con ayuda del banco les tendimos una trampa y matamos a toda la banda en una emboscada. Admito que me dejé llevar, nunca lo niego. Normalmente no hubiera permitido asesinar delincuentes sin intentar al menos arrestarlos o llevarlos a juicio. Eran ladrones peligrosos, hasta el juez me felicitó por la venganza.
«Pero la verdad es la verdad… me dejé dominar por mis malas pasiones, y el odio pertenece al diablo. Decidí entonces abandonar esa vida que traicioné con mi furia. Ahora le pido perdón a Dios y pido también por las almas de esos pobres desdichados».
–Siguiente entrega
-Libro completo disponible en octubre del 2026
Ver también: Un amo digno de su sirviente, Arte Lancelot
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