Esta exposición se llama:
La apasionada YO
Y empieza así:
Bienaventurados los que logran por su trabajo sentir pasión, porque ellos ya ganaron un pedacito de cielo en esta tierra.
Y después de esa Paula Bienaventuranza y haciendo un cambio en este relato que recién empieza,(remolino de retroceso) nos vamos unas semanitas para atrás.
Final de la primera clase de este taller de oratoria, el Pablo nos da una consigna… hablar de un tema que nos apasione y a partir de ahí contar quienes somos. Desde el minuto uno me empieza a preocupar, porque que les puedo contar yo?? la única “adulta” de esta clase que levantó la mano cuando un compañero preguntó si a alguien NO le apasionaba lo que hacía.
Viernes pasado a la noche, llego al depto cansada después del gym, me tiro en el sillón y agarro la compu para ver si se me cae alguna idea. Han pasado 17 días ya de esa temida consigna y solo quedan 4 para que me toque exponer. Me preocupa que aunque la pienso desde el día uno, todavía no me sale NADA.
Es verdad, me falta pasión. Incluso me lo dijeron en los registros akáshicos y cito casi textual: “desde lo ayurvédico la acompañan energías de aire y agua, pero le falta fuego, le falta pasión, todo le gusta, pero nada le apasiona, no sabe bien qué es lo que quiere y por eso anda dando vueltas en la rotonda”
Yo? vueltas en la rotonda?
Maria Paula Moya Vargas, 34 años, a días de los 35. Contadora con fobia a los estudios contables salvo que sea el de mi padrino, con experiencia en áreas administrativas y una maestría en administración financiera pendiente de tesis, con un breve paso por el área de RRHH que me gustó mucho, después por finanzas de una startup que sembró en mí la atracción por lo digital y lo tech, desde el año pasado incursionando en cursitos (valga la redundancia?), hice una pasadita por data analytics, qué no me gustó, después pasé por product manager que estuvo bien, y por trafficker digital, en lo que hoy en día estoy haciendo trabajitos para seguir aprendiendo mientras armo una consultora con amigos, me emperno como tesorera del hockey de mi club (mi pasión no laboral en pausa) y a la vez planeo emigrar a algún lugar para largar TODO y sumar la experiencia de vivir afuera y trabajar de barista, moza o limpieza (miedooooo), alejada del escritorio y la computadora.
Si, me encanta dar vueltas, pero eso es relativamente nuevo.
Siempre estuve bastante más quieta, aferrada a mi pasión hockista que ya solté, muchas veces ahogada por mi crisis vocacional, y envidiando profundamente a las personas que les apasiona lo que hacen, asi que sepan todos que los envidio (envidia de la sana claramente). Muchas veces he tratado de agarrarme de la idea (que mucha gente tiene) de que el trabajo no es nada más que “el medio para”. Sin embargo no logro sostenerla porque a mi ME ENCANTARÍA amar lo que hago y vivir bien de eso, lo deseo, es como una obsesión romantizada que tengo metidísima desde siempre y que la psicóloga no ha logrado sacarme. Pero bueno, todavía no lo encuentro. Por suerte el año pasado se despertó en mí algo que consideraba que no tenía. Curiosidad y una pizquita de creatividad. Por eso los cursitos varios, el taller de impro de verano, ahora este taller, y así ando, de un lado para el otro, pasando por donde se me ocurra y con el cerebro semi estallado de ideas.
Tengo un hambre de aprender y de ver cosas nuevas que jamás había tenido, y lo estoy disfrutando, siento que aunque “ya sea grande” (pues en mi mente 25 para siempre) sigo creciendo y creciendo. Repito: Me gusta cambiar, me gusta hacer cosas nuevas, no tengo miedo de empezar de abajo y desde cero porque ya lo he hecho varias veces, y de hecho lo estoy haciendo de nuevo.Y si bien este despertar me tiene bastante feliz y animada, no todo es color de rosa. Aparecen nuevas dudas y miedos: seré una eterna junior? me voy a poder jubilar algún día o tendré que ser junior en algo hasta los 80? y si no me queda otra que estar para siempre en un trabajo tradicional para poder vivir bien? ALGÚN DÍA ENCONTRARÉ ESE TRABAJO QUE ME APASIONE???
La verdad es que no lo sé, pero mientras tanto disfruto la rotonda, o debería decir laS rotondaS y pongo mi fe en algunas frases, que a pesar de ser tremendamente trilladas y re mil cliché, vienen a salvarme. Entonces me digo y les digo:
Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
No se trata del destino, sino del viaje.
La esperanza es lo último que se pierde, y la más reconfortante:
EL QUE BUSCA ENCUENTRA
y así llega una nueva Paula Bienaventuranza a mi cabeza:.
Bienaventurados los perdidos que no dejan de buscar, porque muchas curvas y subidas de su camino también atraviesan el reino de los cielos en esta tierra.
Gracias!
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