Capítulo 0
Recuerdo ese día claramente.
Ese momento en donde aparecieron tres personas de un extraño brillo en medio de la noche y la lluvia. Solo de curiosa salí a ver, pero no fue la mejor decisión.
Desde entonces todo comenzó a cambiar.
Los sucesos eran peores, el miedo que antes sentía aumento.
Las pesadillas volvieron y ya no sabia si era real o no lo que veía.
Desde esa noche ya no era lo mismo.
Yo ya no era la misma.
Comenzaron los ataques e incluso las personas capaces de verlos aumentaron. Ya no era solo yo.
Ya no estaba sola, pero…
¿Por qué estaba pasando esto?
¿Qué fue lo que desencadeno todo?
Las preguntas a lo que sucedía a mi alrededor aumentaban, pero no conseguía ninguna respuesta a ellas.
Cuando me di cuenta de lo que estaba sucediendo ya era muy tarde…
¿o no?
Capítulo 1
2019, Santiago de Chile
Despierto con la respiración agitada y el cuerpo sudado. Miro a mi alrededor y me doy cuenta que sigue siendo de noche; busco mi celular bajo mi almohada. Cuando enciendo mi celular sale en grande el número 3. Son las tres de la mañana.
—¿Tuviste una pesadilla?
Miro a mi costado y Elliot me ve con sus ojos llenos de preocupación.
—Estoy bien, pero ¿podrías dejar de verme cada vez que duermo?
—Oh si claro, déjame salir y salgo con mis amigos, a ver si son capaces de verme—Elliot voltea los ojos mientras usa su típico sarcasmo.
En parte sé que tiene razón. ¿Quién además de yo lo puede ver? El chico está muerto y tanto sus amigos como sus familiares no tienen la capacidad de verlo. Yo hace un tiempo tampoco podía verlos e incluso no creía en la existencia de ellos.
Hasta el accidente.
Desde entonces fui capaz de ver fantasmas y Elliot fue el primero que vi dentro del hospital. Se convirtió en uno de mis mejores amigos.
—Lo siento, sabes que no es con intención decirte eso. Solo es…
—¿Volviste a soñar con eso? —asiento mientras me levanto de la cama.
Bajo junto con Elliot a la cocina para servirme un vaso de agua. Mientras lo veo llenarse, me doy cuenta que afuera está lloviendo muy fuerte. Incluso con relámpagos.
No es algo común escuchar relámpagos y truenos en estos años. Sé que antes era así, pero en los 18 años que llevo viviendo en Santiago nunca había sido de esta magnitud.
—Pensé que las pesadillas sobre ese día ya no estaban—Elliot se sienta en la mesa mientras yo me sirvo agua.
—De vez en cuando vuelven, pero esta vez fue raro. Dentro del sueño estaba escapando, pero no sé que era, solo sé que sentía el peligro por todo mi cuerpo.
Miro a Elliot quien fruncía un poco el ceño al escucharme. Elliot es un chico alto, de 1.90, con el pelo castaño oscuro, casi siempre alborotado, su nariz bien definida y unos labios delgados.
En teoría es un chico lindo.
Claramente es un chico lindo, muy rauw.
Ay conciencia, basta. Un poco de decencia.
Decencia dice la niña ahora.
Ya sh.
Cuando comienza abrir la boca, de la nada lo interrumpe un resplandor que viene de la calle. Me acerco para abrir la cortina, pero apenas toco la cortina ese resplandor desaparece, al igual que la electricidad.
Solo veo oscuridad.
Vuelvo a cerrar la cortina y el resplandor vuelve. Miro a Elliot que está con un rostro lleno de curiosidad.
—Salgamos a ver que sucede—comienzo a caminar a la puerta.
Cuando tomo la manilla, Elliot me detiene. Levantó una ceja mientras me miraba muy desconcertado.
—¿Es que a ti se te escapan los enanitos pal bosque o qué?—me mira como si estuviera loca mientras mueve sus manos de forma exagerada—O sea, sé que estás loca, pero no pensé que serías una loca suicida para salir al mínimo ruido. ¿Sabes que no vamos a seguir la analogía de las películas de terror y salir ahí afuera pensando que no nos van a matar?
—Pero si tu ya estas muerto—digo mientras me aguanto la risa al ver la cara que hace ante mi comentario.
—¡Ya lo se!—me grita.
Pero cuando estoy a punto de decir algo se escucha un grito.
—Dime por favor que no vamos a salir para saber de dónde vino ese grito—súplica mientras cierra los ojos, pero yo solo me encojo de hombros, mientras abro rápidamente la puerta y salgo de mi casa.
Hola soy tu conciencia y ella te dice que es una mala idea.
Pero siempre me apoyas en estas cosas.
Una de las dos tiene que ser razonable y justo es mi trabajo. Pero te conozco y se que no harás caso así vamos por esa idea loca.
Esa si es mi conciencia.
Escucho como la lluvia golpetea el techo del patio. Cuando abro la reja que dirige a la calle siento como la lluvia moja todo mi pijama y las pequeñas piedras del suelo se encajan en mis pies.
—Tú sabes que estamos siguiendo la analogía de los personajes de las películas de terror, ¿verdad? Estamos siendo unos tontos y solo por tu culpa—suspira mientras ve hacia todos lados con miedo—Estoy seguro que a ti te van a matar y yo no quiero descubrir si en este estado me pueden matar.
—La verdad, sería un gran descubrimiento e interesante de saber—levanto las cejas, mientras me río de su cara.
Elliot sigue quejándose y diciendo cada tontera como siempre.
Ruedo los ojos mientras sigo caminando.
No es novedad para mi saber que Elliot es un miedoso ante estas situaciones, en cambio yo desde hace un tiempo ya estoy acostumbrada.
Para que estar muerto es re miedoso el chiquillo.
¿Verdad que si?
Cuando estamos por llegar a la avenida principal volvemos a escuchar un grito y en ese momento corro al lugar, pero cuando miro a mi alrededor no veo nada, solo el brillo de la luna en las pozas de agua que se forman a las orillas de la calle. Cuando Elliot llega a mi lado, la luz resplandeciente que vimos anteriormente vuelve aparecer y me ciega, al igual que a Elliot.
Y ahí comienzo a temer.
Porque los sentidos de los fantasmas se perciben de una manera muy distinta a los vivos.
Y esto le afecta de la misma forma que a mí.
¿Por qué le afecta?
Intento hacer sombras con mis manos y cuando por fin puedo ver la dirección del resplandor veo unas siluetas.
Tres personas.
Comienza a desaparecer esa luz y yo puedo enfocar mejor, en eso me doy cuenta que esas tres personas nos están observando, a pesar de que estamos a casi a una distancia de tres casas puedo sentir la mirada de ellos en mi cuerpo.
Especialmente la del chico más alto, siento como a partir de una sola mirada mi pecho se aprieta, como si me faltara el aire, el cuerpo me comienza temblar, y no se si es por el frío y la lluvia o es su mirada que me llena de temor. Cuando comienzan a caminar a nuestra dirección el miedo ya instalado en mi pecho se expande a todo mi cuerpo.
—Corre—lo escucho y es exactamente lo que hago.
Corro a mi casa mientras me retumba el corazón en mis oídos y escucho como los pasos de ellos se acercan a nosotros a pesar de lo rápido que corro.
¡Corre perra, corre que nos alcanzan!
¡Cállate!
Cuando entro cierro la puerta con toda mi fuerza sin darme cuenta, solo escucho el sonido de mi respiración y el corazón que me late a mil. Cuando empiezo a escuchar pasos desde las escaleras, doy media vuelta y veo a mi mamá junto a mi hermana bajar apresuradamente del segundo piso.
—¿Qué está pasando? —Mamá se acerca rápidamente con su ceño fruncido y sus ojos llenos de preocupación—Está toda tu ropa mojada ¿Por qué saliste?
No puedo pensar en nada, solo siento el miedo que recorre todo mi cuerpo y el hormigueo de mis pies por las piedras clavadas en ellos.
—Hello—mi hermana chispea los dedos y me saca del trance.
Intento explicarme, pero parezco un pez abriendo y cerrando la boca sin saber como explicar lo de afuera, mientras ella me mira esperando una respuesta de mi parte. Cuando ve que no se la doy, niega con la cabeza y se acerca.
—¡Mamá no!—antes de poder detenerla ella ya abrió la puerta y ve al exterior, sale a la reja que dirige a la calle.
Mira a ambos lados de la calle y cuando vuelve me mira con desconfianza, mientras cierra la puerta y luego cruza sus brazos.
—Ahí afuera no hay nada, ni nadie así que dime, ¿Por qué saliste a la lluvia?
— ¿No escucharon el grito? —me miraban con confusión.
— ¿Qué grito?
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