No había un solo día en el que ella no tuviera un ataque de ansiedad, la amo pero me desgasta. ¿Hasta qué punto debo soportarlo?
Lo he hablado con amigos, pero parecen no entender. Creen que soy un egoísta por no ser un apoyo, pero ¿qué saben ellos? Supongo que jamás se han desvelado por discusiones que giran en torno a cómo se siente la otra persona. Dudo que hayan caminado tranquilamente por la calle y, sin importar cuánta gente pase alrededor, hayan cobijado con sus brazos a la persona cuyo desequilibrio la hacía caer y llorar desconsoladamente.
La amo, pero ¿quién soy yo para quedarme aquí donde parece que nunca soy suficiente?. No soy una receta mágica para hacerla sentir bien, pero ella insiste en que lo soy. Ya no me encuentro. Ya no siento. He intentado alejarme, pero ella regresa cual iman que nunca pierde su fuerza. Las noches de sexo y reconciliación han reducido considerablemente su efecto placebo. No es suficiente y me agobia.
Quizás sí soy egoísta, como dicen. ¿Por qué me he quedado aquí? ¿por qué le he permitido volver? a veces he pillado el placer asomarse por la ventana, cuando soy consciente de que ese pequeño ser vulnerable depende jodidamente de mí. Es como si la tuviera en mis manos, puedo aplastarla y acariciarla, no hay ninguna diferencia, en ambos casos ella se quedará. Me vuelve loco la idea de que se vaya, pero la quiero lejos, es insoportable. Por otro lado, esa sensación de saber que siempre me buscará me llena, llena el vacío que provoca el desgaste de cuidar sus ataques de pánico.
¿Será esto a lo que llaman adicción? No sé ni siquiera por qué me preocupo. Seguro que afuera hay muchas como ella:
-Si sigues así, me voy a ir.
– Por favor, no te vayas.
oh sí, eso me basta, el temor a esas palabras. Ver en sus ojos el temor a perderme, de solo imaginarlo me provoca salir y probar con otras. Por supuesto, sin soltarla a ella. Quiero que tenga esperanza y nunca me suelte.
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