El camino de la hormiga

El camino de la hormiga

La expectativa del ser y del no ser, hacia adelante y hacia atrás se hace vaga con la idea de la existencia en si como una serpiente en la cual una hormiga transita dejando su rastro, creer que aquella hormiga puede ver el camino resulta en un imposible, la hormiga en realidad es ciega y camina hacia la nada porque en su deficiente visión no ve más que un oscuro manto monocromático de nada que se crea con la nada misma

Aquella serpiente por la que camina en realidad tienen más de una cabeza, todas dispuestas a destrozar a la hormiga si tan solo esta cayera, si tan solo esta cavilara un poco, si tan solo en su militar marcha por un momento hubiese una pausa, un pequeño descanso, mas no, aquella solo sigue, camina infinitamente hasta que lentamente sus patas tan confiables y firmes se debilitan, se vuelven endebles y se caen una tras otras hasta quedar inmóvil, sola, olvidada y desprotegida contra aquellos cabellos de Gorgona que tras ella se escurren y la miran con ojos helados de brillo infernalmente luminiscente, la ven ansiosas, sus fauces se inundan en deseo de devorar, de arrasar aquel cuerpo inerte que tiembla en su penumbra eterna

Ya no tiene como aferrarse o defenderse aquella pobre criatura, su abdomen se ha hendido por acción inclemente del paso eterno; sus mandíbulas, aquellas fuertes aleaciones de quitina, se han desvencijado, han perdido su fuerza hercúlea, ya no parecen ni un ápice a lo que eran, ahora convertidas en viles órganos inservibles cosidos por capricho de la evolución a su cuerpo minúsculo.

Aquella hormiga ha terminado su faena, su tarea por fin ha tocado puerto, ha recorrido aquel camino hasta el cansancio, ahora la muerte, en forma de esos aberrantes reptiles, se contonean haciendo un círculo en rededor de los despojos de su cuerpo apenas con vida, observándola fijamente, observándola sufrir y disfrutando con pasión aquellos momentos finales, entonces aquellos seres se lanzan hacia ella, no puede hacer nada, solo esperar a que terminen rápido con su existencia maldita y desperdiciada.

Las serpientes la muerden con sus colmillos largos y ponzoñosos, se incrustan en su lánguida corteza negra, que cruje y se destruye con su paso, brota de aquella herida su sangre verde que se desliza por la superficie perfecta de aquellas armas, frutos del demonio mismo; lanza un pequeño chillido, es lo único que hace pues es lo único que puede, cierra sus ojos ciegos y una lagrima esquiva cae de aquellas perlas negras.

La serpiente la hace volar por lo ocres aires del inframundo, su hermana atrapa a aquella pobre desdichada y la hace crujir un poco más, bebe de esa viscosa sustancia que de su interior emana, deja que se escurra por su garganta mohosa y húmeda, se extasía en su sabor y mientras la tiene aún entre la comisura de sus labios escamosos, se le escapa una sonrisa visceral y perversa, cargada de tanto gusto y odio, cargada de aquella liberación que conlleva la frustración calmada.

De los fosos en llamas, emergen a su vez y en tromba incontables abominaciones, seres de carne hedionda y pútrida que, llamados por el olor de la matanza, han convenido a la circense cita, todos se lanzan al unísono sobre ella, sobre aquella hormiga guerrera que lo ha dado todo, y no ha recibido nada.

La desmiembran febrilmente y pobre alma que siente aun todo y vive en sus carnes el infierno del morir y la humillación de su existencia; finalmente solo hay frio, y luego nada, ha caído vencida ya por fin la hormiga de paso firme, las alimañas que le han dado muerte han calmado sus deseos banales destructivos y ahora satisfechos, se retiran a los abismos incandescente de los que salieron, tras de sí solo dejan un tumulto de carne, un despojo hórrido.

Esparcidas sus entrañas por el camino de brillantes escamas, más murió en paz, pues lo dio todo, entregó su vida a su tarea y la cumplió con creces, aquella hormiga algún día será vengada, pues ha abierto camino a las oleadas de sus semejantes que, unidas en un canto de batalla, marcharán hacia confines más inhóspitos de los que ella alcanzó, muere en paz, pues lo tuvo todo sin tener nada.

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