LOLA ES SOÑADORA

LOLA ES SOÑADORA

AL

30/08/2023

—Significa que me gustas tú. Me dijo ella mientras estábamos ambas tendidas en el sofá, nunca esperé que mudarme aquí cambiaría tanto mi futuro.

Diez de febrero, realmente estuve esperando este día desde secundaria, recuerdo bien la fecha por qué ese día fue mi cumpleaños numero diecinueve y ese mismo día tomé mis maletas y me largué de la casa de mis padres.

Estudiar y trabajar no es cosa fácil, pero era algo que necesitaba hacer para librarme del infierno psicológico que vivía cada día en mi casa, me gustaría agregar un par de comillas en “mi casa” ya que el lugar en donde uno vive debería ser un lugar ameno, en el que sientas que perteneces, uno en donde te sientas cómoda y al menos te puedas sentar en el puñetero sofá sin que te sientas observada, acosada en cada movimiento que haces.

Tomé mi teléfono y pedí un taxi hacia el pequeño departamento que logré comprar gracias a la ayuda de Elio y tía Grillo realmente no es mi tía pero Grillo me dio muchas veces el amor maternal que me faltaba cuando mi madre estaba lejos.

Llegué al departamento y cuando vi a Elio lo abracé más fuerte que nunca, mis lagrimas calléron y no podía controlarlas, realmente no sabía si eran por la felicidad o por los nervios de haber dado el gran paso.

­—Lola lo hiciste, de verdad estás aquí­— dice Elio con incredulidad —. Déjame ayudarte con tu mochila ¿llevas otra maleta encima? vamos adentro.

Ambos subimos las escaleras, por el precio del departamento no me sorprendí al descubrir que no tendríamos elevador, no sería un problema de no ser por que mi maleta pesa más que el lío en el que tendré cuando mis padres despierten y vean la nota que les dejé en la mesa dejándoles en claro que no se preocuparan por mi y que no les causaría más problemas.

Cuando entré al departamento pude sentir un ambiente freso y luminoso, aún había cajas de la mudanza en algunas esquinas pero a pesar ello ya se sentía hogareño.

—¿Grillo sigue dormida?— yo tenía muchísimas ganas de ver a Graciela y poder agradecerle en persona su amabilidad con una cajita de chocolates, una que tal vez no era la mejor, pero que  mis ingresos si permitían.

—No, mamá se fue al instituto, hubo una junta de maestros y creo que llegará más tarde pero dejó preparado el desayuno.

—Huele delicioso. —Elio calentó el huevo revuelto y tortillas mientras yo preparaba la mesa, nos sentamos a comer, por un momento solo se escuchó el choque de los cubiertos contra los platos; Elio y yo conectamos como hermanos o así lo he sentido ya que lo conozco desde el jardín de niños.

—Entonces ¿qué planeas hacer en tu primer día de chica independiente?— dijo Elio con una sonrisa mientras aún masticaba el bocado de huevo—.

—Después de desempacar, pienso salir a descubrir un poco la zona, sirve de que busco un trabajo de medio tiempo para los gastos extras.

—Mira, que yo tuve la misma idea cuando llegamos y descubrí que a un par de calles hay una cafetería que necesita un auxiliar, me hubiera quedado de no ser por que el horario interfiere con mis clases.

—no me haría mal dar una vuelta—. Se hizo un penoso silencio.

—Oye Lolita, mira, sé que no estás pasando por un buen momento, pero por favor no te escondas de mi. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.

Intercambiamos miradas, no pude articular palabra alguna y por un momento pude sentir como por mis ojos se escapaban todas las emociones que había estado reprimiendo. Él se paró y me envolvió en sus brazos ofreciendo consuelo.

—Perdón que me ponga así, con lo rica que está la comida. No quiero arruinarte el día con mi humor y…

Elio me daba palmadas en la espalda, me calmé, poco a poco relajé mi cuerpo conforme sollozaba.

—Gracias por recibirme aquí— dije

—Anda Lolis, que me vas a hacer llorar a mi también, de verdad nos alegra mucho poder tenerte aquí. Así que no tienes que pedir perdón por nada.

Siempre me embeleso la madurez con la que Elias manejaba los conflictos, a pesar de solo llevarme un año, él era siempre muy acertado al hablar.

Terminamos de comer y yo desempaqué en el cuarto que me tocó, por fin podía tener un cuarto propio y valla que lo haría mío. Coloqué fotos aquí y mis libros allá, mi ropa allí y mis aretes acá.

Mi tono de llamada me sacó de mis pensamientos, era el numero de mi padrastro, me quedé mirando la pantalla unos momentos y luego apagué el celular.

Lo menos que quería ahora era hablar con ellos, seguramente lo único que escucharía serían gritos y reproches, ahora estaban muy lejos como para detenerme. Solté un suspiro y pude sentirme feliz de empezar una nueva etapa en mi vida sin nadie que quisiera imponer su voluntad ante la mía.

Elio se fue a la uni, no sin antes darme una copia de las llaves del piso. Salí en busca de la cafetería, no tardé mucho en encontrarla ya que era la única cercana con un letrero «de se busca empleado(a)».

El nombre me pareció intrigante “Dame postre o dame muerte”.

Acomodé mi cabello chino y esponjado atrás de las orejas antes de entrar; a la próxima me recojo el cabello.

Una vez dentro caminé al mostrador en donde me recibió una chica de cabello castaño que tenía unos ojos café claros muy bonitos.

—Hola! ¿que te gustaría pedir hoy?— dijo.

—Hola, buenas tardes, la verdad es que vengo por el trabajo. ¿Aún está disponible?

Quedé anonadada con lo bonito de su voz. ¿Tal vez era modelo? No, no creo que una modelo trabajara en una cafetería en medio tiempo.

—¡Oh! Claro, ven de este lado linda, soy Celia, gerente y cajera de este local.

Me dejó pasar al otro lado del mostrador y entramos a una pequeña oficina que estaba al fondo de un pasillo, me preguntó un par de cosas y yo le di los papeles necesarios, salí de la cafetería con el empleo y con un flechazo en el corazón.

Pensé que sería más complicado pero resultó ser que aparte de bonita, Celia era tenía un carácter sumamente encantador, nos despedimos con una sonrisa.

Estaba emocionada por empezar mi nuevo empleo, aunque debía mantener mis pies en la tierra, no duraría mucho en ese trabajo, solo tenía que juntar dinero suficiente para pronto retomar mis estudios, teniendo un trabajo home office a medio tiempo y lo que consiga en la cafetería no tardaría mucho en lograr mi objetivo.

Seguí ignorando los mensajes de mis padres, aunque muchas veces estuve tentada a responder, de alguna forma los extrañaba; me largué de la casa por que lo que tenía allí ya no era una vida, todo era agobiante desde que salí del clóset, por unos meses lo dejaron pasar con el punto de que “era solo una etapa” pero cuando les presenté a la chica por la cual había descubierto mi orientación, por poco me crucifican. Al final las cosas no salieron bien con esa chica, tardé casi un año pero logré salir de allí antes de que ellos me echarán.

Caminé un poco por allá y por acá, di con un parque en donde me compré un helado de vainilla con gomitas de osito, mi favorito, finalmente regresé al departamento, tía grillo ya me estaba esperando. Tuvimos una agradable cena tranquila.

Pasó una semana para que me acostumbrara a mi nueva rutina, y me hice mas cercana a Celia, un día me la encontré en el parque y empezamos a hablar, intercambiamos números, nos conocimos más profundamente, ella me contó su historia y yo le conté la mía.

Celia Ramos nació tres años antes que yo, su relación con sus padres era mejor que la mía aunque realmente no los veía mucho por su trabajo, ellos la dejaban con familiares de confianza lo que desencadenó una terrible experiencia con uno de sus tíos, un depravado.

Dame postre o dame muerte era su negocio familiar y ella vivía en la parte de arriba practicante sola. Un día quedamos para hacer una pijamada, cuando estábamos juntas parecía que nada más importaba. Solo éramos ella y yo en el pequeño mundo que empezábamos a crear juntas.

Pasó otra semana y me sentía más viva que nunca, hasta que un sábado, mientras estaba con Elio caminando con las compras para la despensa vi el carro de mi padre fuera de nuestro departamento. Me paralicé cuando lo vi dirigiese hacía mí, tenía el ceño completamente fruncido y sus ojos oscuros, iguales a los míos me miraban con desaprobación y disgusto. Me jaló del brazo provocando que se me callaran las bolsas de las compras.

—Por fin doy contigo Lola, nos vamos a casa.

—Oiga señor, deje a Lolita en paz, usted no puede llevársela así. —Elio interceptó a mi padre intentando frenarla pero él le ignoró empujándolo a un lado.

—Señor si no suelta a Lola ahora voy a llamar a la policía. —replicó Elio ya con telefono en mano, conservando un semblante firme.

—¡Suéldame! —jalé mi brazo hacia abajo liberándome de su agarre. Mi padre ni siquiera me miró cuando me soltó una cachetada que me dejó adormecida la mejilla y un gusto metálico en la boca. Al escuchar el alboroto varios vecinos se asomaron por sus ventanas, incluyendo a Graciela.

—¡Grillo! Llama a una patrulla ¡pero ya!— bramó Elio.

—Tu quien te crees pequeño bastardo, ella es mi hija y puedo llevármela donde yo quiera.

Elio quedó segado por la ira cuando mi padre le respondió, él no toleraba esa palabra en especial, pues quedó marcado por la muerte de su padre y tuvo una infancia dura sin él.

Sin darme tiempo de pararme, Elio y mi padre empezaron una riña, mis chillidos que rogaban un alto a la violencia no sirvieron de nada, el robusto cuerpo de mi padre le proporcionaba fuertes golpes en el torso y cara de Elio que se defendía sin mucho éxito, justo por esto me había mudado. Me alejé poniéndome en cuclillas sintiéndome totalmente cobarde e impotente, los vecinos bajaron a detenerlos.

Unas manos me tomaron por los hombros me aterró la idea de que mi madre fuera la que estaba atrás de mí, pero no, Celia había decidido visitarme de sorpresa, como un ángel caído del cielo. Me ayudó a levantarme, sus cálidas manos sujetaban las mías y ella juntó nuestros cuerpos, a Celia no le gustaba el contacto físico, pero me abrazó mientras a lo lejos se escuchaban las sirenas policiacas, solo así fue como mi papá cesó.

La patrulla detuvo a mi padre, y solo cuando él estuvo arriba del auto me acerqué.

—hija, perdóname, tu madre está preocupada por ti. Ella te extraña, nosotros te extrañamos.

Mis ojos volvían a cristalizarse mientras veía al señor que me concibió esposado y dentro de una patrulla.

—Me dices que que me extrañan y que lo sientes, es curiosa tu forma de pedir perdón ¿sabes? con golpes y siendo violento con las personas que realmente se preocupan por mí.

—Hija, ya por favor, deja de hacer tu berrinche y vente con tu madre y conmigo. Tú sabes que lo que estás haciendo está mal. ¿Sabes lo que dicen los vecinos de nosotros?

—Tu no sabes lo que he estado haciendo, a mi me importa un bledo lo que piensen los vecinos, tu eres el único que se preocupa por las apariencias por que sabes que tu matrimonio está acabado, sabes que lo único que haces es causarle dolor a las personas que quieres por que solo sabes ser agresivo. Tal vez mamá esté dispuesta a tolerarlo, pero yo no. —no sé cómo dije todo eso sin llorar, tal vez la rabia que estaba conteniendo me mantuvo ocupadas las demás emociones. Mi padre se quedó callado, me miró mientras apretaba sus labios y sus ojos, igual que intensos que los míos me mandaban un mensaje indescifrable, proyectaban emociones que solo él entendía.

La patrulla se lo llevó y después de eso, no lo volví a ver hasta muchos muchos años más tarde.

Afortunadamente no fue necesario llevar a Elio al hospital, esa misma tarde, Celia nos acompañó a cenar y por primera vez en mi vida, pude comer tranquila, sabiendo que había encontrado una familia a la que pertenecer.

Se acercaba septiembre y en las mañanas ya se sentía el petricor otoñal, fue una tarde particularmente lluviosa cuando se me olvidaron las llaves del departamento, no había nadie en casa ya que Grillo tuvo que visitar a su hermana para cuidar de su salud y Elio, como el buen hijo que es la acompañó.

¿Pero ahora qué diablos voy a hacer yo con este inoportuno clima inclemente?

—ARGG! Maldición. —. Me tuve que refugiar debajo del techito de la puerta mientras intentaba que alguno de los vecino me abriera la puerta, pero no recibí respuesta de ninguno.

Pronto empezó a oscurecer y la lluvia no hacía mas que empeorar, tomé mi teléfono y solo se me ocurrió una ultima opción a la cual recurrir, llamé a Celia para ver si me podía recibir en su casa, no era una idea tan alocada pues ya habíamos pasado noches juntas antes.

—No puede ser! Ja! okay linda, no te preocupes yo paso por ti.— Dijo ella cuando le conté el problema.

—Gracias.

No podía evitar sonreír cuando ella me llamaba linda, claro, no era a la única a la que Celia se refería así, en el trabajo siempre usaba apodos melosos con los clientes y empleados, como “Oye cariño” o “gracias cielo” pero aun así, cada que lo hacía me provocaba una sonrisa y un discreto sonrojo.

En menos tiempo de lo esperado ya me encontraba en la entrada de Dame postre o dame muerte, Celia abrió la puerta y entramos, me dejó usar su baño para, claramente, darme un baño y me ofreció un cambio de ropa que tenia un estampado de una huella de gato y otros detalles, me quedaba algo larga por la diferencia de estatura que hay entre nosotras. Una vez me cambié, no pude evitar oler la prenda que se sentía muy cómoda al contacto con mi piel, percibí la fragancia de Celia, un suave aroma a caramelo quemado y café.

—Bueno, ya estás aquí, tenía un poco de helado guardado así que, la cena está servida.

Nos sentamos en el sofá cama que ya estaba preparado con un par de cobijas y varios cojincítos afelpados, listas para ver una película, Celia llebava una camiseta blanca ancha con el logo de star trek del lado izquierdo simulando la icónica insignia de la famosa franquicia de ciencia ficción. Nuevamente sonreí cuando la vi con su cabello amarrado descuidadamente y con sus gafas puestas.

—¡Que linda pijama!

—si te gusta te la regalo.

—oh , no no, no hace falta—. Dije mientras soltaba una risita.

—hablo enserio, tengo otras dos iguales a esta, a no ser que te moleste que yo la usara antes—. Dijo bromista.

—Eso nunca, dijo, ya hemos compartido este mismo sofá para dormir y lo disfruté bastante, una camiseta sería lo de menos.

Me tomó un momento retomar las palabras que habían salido de mi boca ¿De verdad acabo de decir que me gustó dormir con ella? Oh Dios, espero que no lo haya tomado mal o…

—¿De verdad?—. Preguntó Celia.

Cruzamos miradas y sentí cómo mi corazón dio un vuelco.

—si, eso creo.

—Me alegra saberlo, a mi también, me agradó.

Celia me sonrió e inmediatamente desvió su mirada. —entonces… que te apetece ver?

No pude responder pues me había quedado estupefacta por su respuesta, Celia me volvió a mira al no recibir mi respuesta, nos asomamos por las ventanas de nuestras almas y pude apreciar mejor que nunca el color claro de sus ojos, claros como la miel. Poco a poco acercamos nuestros rostros, hasta que mi mano alcanzó su mejilla.

Podía sentir los nervios en mí estomago, como si estuviera en lo más alto de la montaña rusa y estuviera a punto de caer. Pero antes de que pudiera acercarme un poco más, Celia tomó mi mano y la bajó, pero no la soltó.

—Oh, disculpa me, Celia, no quería, no tenemos que hacer esto, entiendo que no… no me gustaría hacerte sentir incomoda.

—Lola, desde que empecé a conocerte, desde que te vi por primera vez en la cafetería, me di cuenta de que nadie más que tu podía hacerme sentir así de tranquila y querida. Linda, contigo no me siento incomoda, si no todo lo contrario.

—Eso significa que…

—Significa que me gustas tú.

Celia, apretó mi mano y se inclinó hacia mí, pude sentí sus suaves labios chocar con los míos, con cierta ternura, sentí su respiración y sus latidos, igual acelerados que los míos, deslice mi mano por su cuello y luego sujeté sus hombros. Pasaron segundos que se convertían en minutos, la distancian entre nosotras se acortaba más y más, nos estrechamos y ella me mordió el labio, jadeé cuando nos separamos. Nuestras piernas terminaron enredadas y estábamos fundidas una contra la otra, yo estaba recargada con la espalda en los cojines y ella reposó su cabeza en mi pecho, mirando hacia la tele.

—Puedo escuchar —. dijo casi en un susurro.

—¿Qué cosa?

—Tu corazón.

Solté un suspiro, podía sentir ligeros escalofríos por el cuerpo mientras abrazaba a Celia íntimamente, esa noche no vimos ninguna película, dormimos abrazadas.

Nunca esperé que mudarme aquí cambiaría tanto mi futuro, de una forma tan bonita, brillante y esperanzadora, falta poco para que pueda retomar mis estudios y muchos de mis sueños se están volviendo realidad.

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